Estamos a días de finalizar la gestión 2021 y es evidente que la situación social, política y económica no ha sido de las mejores. En definitiva, la crisis iniciada en 2019 no finaliza y los actores políticos no nos dan pausa en un conflicto sin ton ni son y que solo se mantiene para limpiar la cara de algunas personas y lamentablemente las víctimas de sus angurrias personales somos todas y todos nosotros, puesto que afectan el normal desarrollo de la población boliviana, que se ha demostrado en diversas encuestas que lo único que quiere es salir adelante, encontrar trabajo, continuar con sus emprendimientos, que funcione su pequeña, mediana o gran empresa, no enfermarse con Covid-19 en sus ya múltiples variantes, vender sus productos, etc, en resumen, vivir bien o relativamente bien.
A pesar de este cuadro general, hay temas muy puntuales y urgentes vinculados a los derechos humanos y, por ello, también hay deseos que se espera, se ruega, se implora, se lucha para que las instancias llamadas por ley escuchen y actúen en consecuencia:
- Justicia: Se ha anunciado la realización de una nueva cumbre para marzo, al parecer olvidando la realizada el año 2016 y cuyas conclusiones que suman más de un centenar no se cumplieron o se lo hizo a medias, nuevamente recurriendo a parches y no a medidas de fondo estructurales. Si el Ministro de Justicia y Transparencia Institucional continúa en el cargo, se espera que las conclusiones que salgan de esta nueva cita (que seguro no variarán de la anterior), se ejecuten de manera rápida y efectiva. Aunque la esperanza no se pierde, hay muchas señales desalentadoras, como por ejemplo el presupuesto del sistema de justicia para el 2022 que ha bajado nuevamente; el hacinamiento carcelario que se mantiene, cada día los medios de comunicación reportan todo el vía crucis que tanto víctimas como imputados, demandantes y demandados sufren en los tribunales, el Ministerio Público y la Policía, y ni qué decir del manoseo político que sufren esas instituciones, que muestra su falta de independencia, objetividad y profesionalismo.
- Violencia contra la mujer y feminicidios: Obviamente este tema está relacionado al anterior, pero va más allá. Sin todavía finalizar este año ya tenemos más de 107 muertes violentas de mujeres a manos de sus parejas, manteniéndose la cifra por encima de la centena desde el 2015 de acuerdo a información de la Coordinadora de la Mujer y lo más grave es que el sistema de justicia no responde a la exigencia a pesar de que las vejaciones a los cuerpos de las mujeres se han caracterizado por mutilaciones, descuartizamientos, acuchillamientos (en plena vía pública), envenenamientos e incluso el uso de explosivos para acabar con su vida. Esta situación se debe principalmente a que a más de ocho años de la vigencia de la Ley No 348 (desde el 2013), las entidades que forman parte de la atención, protección, investigación y sanción no son institucionalizadas y mucho menos fortalecidas. En resumen, no existe una política de Estado para atacar el problema de fondo. Lo anterior sumado a delitos de violencia sexual y en razón de género, violencia familiar y doméstica, y violación sigue manteniendo a la violencia hacia la mujer en los primeros lugares de las estadísticas del Ministerio Público y la Policía. Se espera que el 2022 por fin se asuman las medidas necesarias y no continuemos como hasta ahora. La oportunidad está ahí.
- Violencia contra la niñez y adolescencia: Todas la instituciones de derechos humanos siguen levantando la voz contra este aborrecible mal que se agravo por las medidas contra la pandemia, pues los niños, niñas y adolescentes estuvieron en mayor riesgo de sufrir todo tipo de agresiones. Según datos que maneja Visión Mundial, el 45 por ciento de la violencia contra los menores de edad se da dentro del hogar, y el principal agresor es el padre, padrastro o un integrante del entorno familiar. La entidad agrega que nueve de cada 10 niños han sido o son víctimas de violencia, datos realmente alarmantes que nos muestran la verdadera cara violenta de la sociedad boliviana que desde hace muchos años se denuncia, pero sin resultados positivos. Nuevamente se guarda la esperanza de que el 2022 nos traiga acciones gubernamentales en todos los niveles de atención, municipal, departamental y nacional realmente claras y positivas para la niñez y adolescencia.
- Pueblos indígenas: Nuevamente la sociedad puede atestiguar que los pueblos y naciones indígenas en nuestro país son solo instrumentos discursivos. Basta visitar comunidades, poblaciones y territorios que les pertenecen para ver su situación de pobreza y abandono, y que a pesar de mantenerse desde siempre así, siguen luchando, sobreviviendo. Se ve con tristeza que sus formas de vida y sus territorios son atacados día a día por la economía extractivista que tanto le gusta al partido de gobierno, por una neocolonización depredadora, abusiva y contaminadora.
Se observa que sus instituciones económicas, sociales y políticas no son respetadas como señala la Constitución. Los pueblos siguen peleando porque su justicia sea igualitaria, por participar de las entidades del Estado sin discriminación, por tener sus espacios de autodeterminación y autogobierno, para que ya no se les ponga tanta piedra en su camino que les permita manejar su destino, contar con las mismas oportunidades de desarrollo, sin perder su esencia. ¿Será que el 2022 se tendrá avances en ese sentido?
- Institucionalidad democrática: Bolivia sigue teniendo una de las democracias más débiles de la región, ya que esta no implica solo ir a votar cada cierto tiempo, sino realmente vivir en un sistema respetuoso de los derechos humanos, del Estado Constitucional de Derecho, ejerciendo las libertades sin ningún tipo de restricción, control o discriminación, teniendo una sociedad plural y pluralista desde el ámbito social, político, económico, mediático, donde el respeto a la diferencia sea un valor transcendental y promovido por todas las instancias del Estado y la misma sociedad en su conjunto. Este 2022 que se aproxima da la oportunidad para que el gobierno pueda retornar a la ruta democrática, y hay muchas acciones donde puede dar ejemplo de ello como, por ejemplo, la selección de un titular de la Defensoría del Pueblo, un censo de población participativo y transparente, preparar la elección de magistrados y magistradas del Órgano Judicial y Tribunal Constitucional sin cometer los errores del pasado; entablar un diálogo con la oposición que permita darle estabilidad al gobierno y realmente buscar justicia por los hechos de violencia del 2019 y la gestión 2020, siguiendo las recomendaciones de los organismos internacionales.
Como se observa, solo hemos tocado algunos temas puntuales y urgentes; sin embargo, hay mucho trabajo en múltiples sectores, materias y poblaciones que tienen que ver con los derechos humanos, como derechos económicos sociales y culturales, derechos ambientales, agua y saneamiento, otras poblaciones vulnerables como adultos mayores, privados de libertad, TLGBI+, etc. y el inicio de un nuevo año nos abre las puertas de la esperanza de días mejores para la patria y su población que solamente quiere libertad, paz y desarrollo. ¡Feliz 2022!
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