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Por Guardiana y fotos de Sheyla Chonono (Bolivia)

Lunes 11 de octubre de 2021.- La Jefa de Enfermeras del Hospital Obrero N°8 y Coordinadora del Centro Covid de Trinidad (Beni) siente el corazón endurecido. Como si recordara un cuento de mal morir, regresan a sus labios los días de caos, pánico y muerte que vivió en ese centro médico cuando llegó por vía terrestre el coronavirus a esa lejana tierra boliviana. Ella es Sheyla Chonono Zeballos.

Acostumbrados los pobladores a no ser foco de atención a nivel nacional, tal vez pensaron que Covid-19 también se olvidaría de ellos. Se equivocaron. Chonono recuerda que el primero de abril del 2020 llegó hasta el Hospital Obrero una mujer de unos 29 años embarazada a punto de tener su hijo. La revisaron sin saber que tenía en su cuerpo el mortal virus. La llevaron a quirófano y le hicieron una cesárea como si fuera una operación acostumbrada. Más de un médico y enfermera tuvieron que pagar la falta de previsión, sobre todo quienes la habían atendido en consultorio de la zona llamada de interconsulta. Se enfermaron. Luego supieron que ella se había contagiado de un mototaxista que la había llevado y fue a parar a la cama de otro hospital donde falleció. Atados los cabos, este se había contagiado de un pariente transportista que supuestamente había llegado de Santa Cruz un poco antes. El virus viajaba ligero por aire y tierra.

Quien conoce hoy a la Jefa de Enfermeras no podría imaginar por lo que pasó, porque a pesar del empeño de Covid-19 por borrarle la sonrisa a puro duelo, esta enfermera que lleva 21 años trabajando sigue hoy sonriendo. Ante la cámara ella aparece con un moño, dos coquetos aretes y los labios marcando con rosado las fronteras hacia la nariz y un par de lentes de marco claro. De rato en rato durante la entrevista, salta a sus labios la frase: "¡Gracias a Dios!" Y, por lo que cuenta, parecería que tiene razones de sobra para tal agradecimiento.

Sheyla Chonono Zeballos, jefa de Enfermeras del Hospital Obrero N°8 y Coordinadora del Centro Covid en Trinidad (Beni).

Ese primero de abril de 2020, junto con la primera paciente que llegó con Covid-19 hasta el Hospital Obrero arribó el caos a Emergencias. No era para menos. Ese lugar solo podía servir para una atención rutinaria tanto por el tamaño de la infraestructura como por el número de personal en salud e implementos médicos para la atención. Tenían de tres a cuatro médicos y similar número de enfermeras. Allá solo se veían dos consultorios.

Aquel 13 de mayo de 2020

El 13 de mayo de 2020, Covid-19 se llevó al padre de Sheyla a sus 72 años. Fue el séptimo fallecido. Había contraído la enfermedad al igual que su hija enfermera, solo que él no vivió para contarlo a Guardiana. Sheyla relata que le rogó para ser internado y solo accedió cuando no quedaba otra que entubarlo. Pero en Emergencias del Obrero no había la posibilidad de entubarlo. Lo llevaron al Hospital Trinidad gracias a un convenio que con este existía. Allá solo duró 24 horas y murió.

Siete días después de la muerte del padre de Sheyla, el 20 de mayo, el Concejo Municipal de Trinidad declaró desastre municipal.

“Pese al accionar del municipio de Trinidad -decía la declaratoria de emergencia- para hacerle frente a esta pandemia, se ha hace evidente la falta de médicos en la jurisdicción municipal, así como la falta de especialistas para la atención a las personas afectadas por el coronavirus, lo cual rebasa la capacidad del sistema de salud trinitario; como la falta de liquidez económica para hacerle frente a esta pandemia lo cual nos conlleva a un estado de Desastre Municipal por la propagación del coronavirus, aumentando los índices de morbimortalidad por la enfermedad del Covid-19”.

Tal medida en parte dio resultado porque el primero de junio la Caja Nacional de Salud instaló dos domos en el campo ferial de Trinidad para la atención de pacientes con Covid-19, los que en octubre de 2021 ya no tenían prácticamente pacientes para atender. En el domo que era para medicina interna se podía atender a 25 pacientes y en el destinado a terapia intensiva, a 12 debidamente equipados con ventiladores. En lo más duro de la pandemia, ambos colapsaron.

Ese mismo primero de junio Trinidad fue encapsulada. Grupos de brigadistas conformados por un médico, un auxiliar de enfermería y un técnico acompañados por efectivos visitaron a las familias en Trinidad llevando medicamentos e incluso alimentos. No era para menos. Beni en ese momento era el segundo departamento más afectado por la pandemia, con más de 1.800 contagiados y 92 fallecidos hasta esa fecha, siendo su capital, Trinidad, la más afectada. Sin embargo, el número de muertos nunca coincidió con el número de nuevas cruces que aparecían en el campo santo.

Y es que muchos enfermos le dieron batalla al virus en sus viviendas usando todo tipo de yerbas y también la cuestionada ivermectina. Había quienes creían que no era una buena idea aproximarse a un hospital y cuando los pocos centros médicos colapsaron, así quisieran ir ya no había cabida.

Una de las familias que tuvo que vencer a Covid-19 desde su casa fue la de la Jefa de Enfermeras del Hospital Obrero. De hecho, ella misma lo venció de ese modo cuando enfermó, mientras trataba de hacer algo por su padre y seguía ayudando aislada desde un cuarto a quien la había reemplazado en el centro médico, con poca suerte porque ella también enfermó y luego su padre. Al final, los progenitores de ambas enfermeras, la titular y la reemplazante, terminaron muriendo.

El resto de la familia de Sheyla también enfermó; aunque en diferentes momentos. Su hermana falleció este 2021 en Santa Cruz. Su madre y sus dos hijas pequeñas sobrellevaron el mal de manera asintomática. El hermano mayor estuvo delicado y fue atendido por Sheyla. ¿No tuvo muchos síntomas usted cuando enfermó?, se le preguntó a la Jefa de enfermeras. "Claro que sí. Incluso tuve distrés respiratorio (dificultad para respirar), fiebre y el resto de los síntomas. Me administraban durante horas oxígeno en Emergencias del Obrero y luego yo regresaba a mi casa", respondió antes de enumerar una larga lista de los medicamentos que incluyó su tratamiento.

La jefa de Enfermeras del Hospital Obrero N°8 de Trinidad, Sheyla Chonono Zeballos, con su madre, su padre (+)
y sus dos hijas.
Contratos y sueldos

Por la pandemia y el escaso personal médico en Trinidad se habilitó lo que las enfermeras allá llaman Planilla Covid. Se trata de la posibilidad de contratar enfermeras por tres meses para reforzar el trabajo de quienes estuvieron y están en primer línea de la batalla contra Covid-19 porque son las que están al pie de la cama de un paciente para tomarle los signos vitales; suministrarle los medicamentos; ayudarle en todo lo que necesite y monitorear junto con los médicos intensivistas su estado en general, sobre todo cuando ingresan los pacientes a terapia intensiva. Por tanto, si se contagiarse se trata, ellas son las que más riesgo corren después de los familiares por la cercanía con los pacientes.

En Trinidad todo se complicó. El personal médico de planta fue cayendo uno tras otro como en un juego de dominó digitado por Covid-19. Y el que era contratado para reemplazar a los enfermos no tardaba en pedir su baja médica o renunciar.

En los nuevos contratos firmados por la emergencia sanitaria se reconocía a las licenciadas en Enfermería un pago de 6.205 bolivianos al mes y para las auxiliares 5.040 bolivianos. Sin embargo, estas enfermeras no solo presentaban muchas veces el problema de que no tenían suficiente experiencia, sino que muy rápido se enfermaron. Chonono cree que ese fenómeno se debió a la aprobación del Decreto Supremo 4204 que autorizaba a los profesionales y trabajadores en salud desempeñar funciones más allá de las cargas horarias establecidas y en diferentes establecimientos de salud. Sin embargo, dicha autorización no implicaba la extensión de la jornada laboral en un solo centro médico. Luego, este decreto se convirtió en ley.

Trabajo para quienes fueran enfermeras no faltaba en Trinidad; pero a riesgo de perder la vida. Sin embargo, tener la posibilidad de reunir más dinero gracias a más de una fuente laboral les llevó a las enfermeras a asumir tal riesgo. ¿Cuánto dinero lograrían reunir, unos 20 mil bolivianos al mes?, se consultó a la también Coordinadora del Centro Covid de Trinidad. Ella, que percibe al mes alrededor de 10 mil bolivianos, cree que en realidad fue menos de ese monto.

Sin embargo, como los contratos fueron activados solo por Covid-19 en Trinidad, normalmente son firmados solo por 89 días. Después de ese tiempo, el personal debe descansar tres meses para ser nuevamente contratado por otros 89 días. Esta forma de contratos normalmente hacen algunas instituciones y empresas en Bolivia para no generar un vínculo laboral permanente con el personal.

Hoy, Sheyla Chonono sigue trabajando en los domos ubicados en el campo ferial y asegura que siempre estuvo y estará disponible cuando la necesiten, incluso porque ha sido la responsable de entregar los implementos de bioseguridad cada vez que una persona fallece con Covid-19.

Y cuando ella lo cuenta no llora ni se le quiebra la voz como a otras personas. Tal vez de tanto ver desfilar a la muerte, incluyendo las veces que lo hizo cargando a su padre en 2020 y a su hermana en 2021, su corazón terminó por endurecerse.

Este material forma parte de un reportaje de cuatro artículos que son los siguientes:

1. Covid-19 mató a 130 enfermeras de 22.631 que hay en Bolivia con sueldos desde Bs700

2. La enfermera embarazada cuyo esposo y hermanos enfermaron en la Llajta

3. Caos y muerte por Covid en Emergencias del Hospital Obrero de Trinidad

4. Enfermeras recuerdan esos días de barbijos sucios, pañales, embarazo y pánico cruceño

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