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Viernes 12 de junio de 2020.- Existe en Londres un parque antiguo de 140 hectáreas llamado Hyde Park. Una larga y antigua historia parece brotar de los atractivos turísticos de este gran pulmón de la ciudad. Se dice que antiguamente perteneció a la Abadía de Westminster hasta que, en 1536, las tierras fueron expropiadas por Enrique VIII y se abrió como parque público en el siglo XVII.
Muy cerca de ese lugar donde se han batido hombres en duelo, realizado conciertos y manifestaciones existía algo particular que nadie parecía notar. Había una pequeña entrada a un desconocido sótano. Muchos años atrás, ese había sido un baño público de la ciudad.
Ese baño fue construido en 1929 y usado por última vez en la década de los 80. Allá, personas sin hogar y perros callejeros se apostaban en la puerta tapada y cerrada. No faltaba quien echaba basura al pasar.
Eso fue hasta que Laura Clark llegó a Londres en 2005. Es una arquitecta inglesa especializada en conversiones residenciales, remodelaciones, extensiones y nuevos edificios. Y hasta diseña sus propios muebles y artículos de interior, en colaboración con otros artistas y diseñadores. Ha ganado premios que celebran su enfoque creativo e innovador del diseño y la arquitectura.
Graduada de la Escuela de Arte de Glasgow y de la Universidad de Liverpool, Laura se dio cuenta de que ese baño público tenía otro futuro.
“Siempre me ha encantado la idea de la microrregeneración. Para mí, se trata de salvar sitios con una historia interesante que han sido abandonados y olvidados”, le dijo al periódico “The Telegraph”.
Cuando Laura les comentó a sus amigos y familiares que planeaba transformar un baño público abandonado, la reacción de ellos varió de la risa al horror y la crítica.
Finalmente, después de varios meses de fuerte trabajo en el que ella en persona participó, su sueño estaba listo.
Todo el proyecto le costó a Clark unas 65 mil libras (82 mil dólares). Pero con este monto pagó por el terreno, unos tres mil al abogado y el resto fue a parar a las reparaciones. Sin embargo, considerando el lugar en el que se encuentra, algo así podría costar tranquilamente cinco veces el monto que ella invirtió.
Al principio ella no tenía clara la idea de qué hacer con el lugar. Pensó en un bar-cafetería. Pero después de varios años de negociaciones con los funcionarios, la arquitecta se dio cuenta de que las autoridades no permitirían que su futuro negocio viviera en paz. Así que era mejor pensar en convertir el lugar en un hogar para ella. Y así fue...
Te invitamos a realizar un recorrido por esta fascinante transformación de la mano de una mujer que fue tras sus sueños.
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