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Por Abril Ariñez Hernández para Guardiana (Bolivia)

A lo largo de los años que lleva ejerciendo su carrera como ginecóloga obstetra, Amparo Lazarte Fuentes ha identificado los cuatro los motivos frecuentes por los que las mujeres acuden al consultorio ginecológico a partir de los 50 años: los miomas uterinos, la menopausia, el prolapso vesical y la infección urinaria.

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Miomas uterinos

Patricia Roca Morales (72 años) le contó a Guardiana que a sus 47 años tuvieron que sacarle la matriz porque tenía miomas uterinos. Luego tuvo que tomar estrógenos combinados de por vida.

En el caso de SC, quien pidió guardar su nombre en reserva, todo empezó con fuertes dolores en el vientre bajo. Al principio le dijeron en el seguro universitario que tenía tres miomas y que con un tratamiento probablemente disminuirían de tamaño, pero no fue así. Los dolores eran tan fuertes, que terminaron sacando los miomas junto con la matriz. Ella tenía en ese momento 48 años y no había tenido hijo alguno; aunque sí problemas por quistes alrededor de los ovarios desde que era joven.

Los miomas uterinos, de acuerdo a la explicación de la ginecóloga Lazarte, son tumoraciones benignas que se forman en el útero. Reciben este nombre ya que no se expanden a otros órganos del cuerpo como ocurre con el cáncer, sino que ocupan solamente la parte del órgano en el que nacen. Estas tumoraciones aparecen frecuentemente en mujeres que tienen alrededor de 50 años o más; sin embargo, existen casos en los que más jóvenes pueden presentar este problema.

“He visto miomas también en personas más jóvenes de unos 30 años y que todavía no han tenido hijos. Ellas son propensas a comenzar a tener miomas. No serán muy grandes, medirán un centímetro, centímetro y medio y tampoco afectarán la fertilidad; sin embargo, si estas personas no se embarazan, con el paso del tiempo los miomas van a ir creciendo y van a causar deformaciones del útero. Después, a mayor edad, a esas mujeres les será difícil embarazarse”.

Ginecóloga Amparo Lazarte Fuentes

Las causas de la aparición de estos miomas son desconocidas. Sin embargo, las mujeres pueden ser más propensas a tenerlos de forma hereditaria. También se cree que una mayor concentración de estrógenos en el cuerpo puede provocar la aparición de estos miomas. Y otra de las teorías explicada por la ginecóloga Lazarte es que las mujeres que presentan miomas estuvieron expuestas a un tipo de estrógeno cuando estuvieron en el útero de su madre.

De acuerdo al tamaño del mioma y al lugar donde se encuentre, puede provocar algunos síntomas como sangrado o hemorragias como en el caso de Patricia. "Cada 10 años me daba hemorragia un día entero, hasta coágulos me bajaban. Me ha dado a los 20, a los 30, a los 40 y después me he hecho operar". En otros casos, entre los síntomas está un dolor excesivo en la parte baja de la espalda que la mujer ya no puede soportar y por eso se somete, de una vez, a una operación para que le extraigan los miomas.

Otro síntoma es la infertilidad y en algunas ocasiones presión en órganos cercanos. “Los órganos próximos como la vejiga y el colon pueden tener esa sensación de que hay algo que los aprieta. Por eso la mujer no puede estar mucho rato con la vejiga llena porque siente que hay algo que le está apretando y le está forzando a ir al baño”, explica la ginecóloga.

De acuerdo a Lazarte para terminar con este problema se evalúa un tratamiento adecuado acorde a la edad de la paciente y las necesidades reproductivas que tenga. Los tratamientos pueden ser farmacológicos que reducen el tamaño de los miomas y permiten que la mujer pueda quedar embarazada o quirúrgicos para extraer el mioma o en algunos casos el útero más cuando la mujer ya alcanzó una determinada edad y no desea tener más hijos como en el caso de Patricia. 

Menopausia

La menopausia, según la ginecóloga Lazarte, es una etapa en la que la mujer deja de ovular. Esto provoca que el cuerpo de la mujer experimente un desbalance hormonal causado por la falta de producción de estrógenos. Respecto a la edad en la que se presenta, la ginecóloga explica que inicia 35 años después de que una mujer ha tenido su primera menstruación.  

“Por ejemplo, si una niña comienza su menstruación a los 11 años, su vida fértil va a ser 35, entonces 11 más 35 hasta sus 46 años. Eso significa que a partir de sus 46 años estaríamos esperando más o menos que esa mujer vaya entrando a la menopausia”.

Entre los principales síntomas de la menopausia están la ausencia de sangrado menstrual, calores nocturnos y sofocamientos, temperatura elevada, sudoración excesiva, sequedad vaginal, cambios de humor como irritabilidad, tristeza y ansiedad.

Para M.O. que es una mujer que conserva un espíritu juvenil, el primer síntoma fueron los periodos irregulares. “Había meses normales y luego no tenía periodo menstrual dos meses. Así se fueron perdiendo en un año aproximadamente los periodos menstruales”, un cambio que se vio acompañado de sudores nocturnos. “Tenía mucho calor por las noches, tomaba bastante agua y mates, también para combatir estos sudores dormía menos abrigada”.

Además de ello, M.O. presentó un aumento en su peso que luego trató de reducir practicando deportes como futsal y caminata. “En esta etapa aumenté de peso a pesar de que mi alimentación era y es saludable como fruta en el desayuno, mate, wilcaparu, avena, api, leche y otros desayunos nutritivos”.

Mientras que Patricia Roca atravesó esta etapa sin mayor dificultad. La primera molestia que tuvo fueron los calores y cambios bruscos de temperatura en el cuerpo. "No he tenido cambios de humor, pero me daba calor y luego frío".

Los tratamientos en la etapa de la menopausia suelen ser terapias de reemplazo hormonal que pueden ser suministradas por vía oral en presentaciones como suplementos o pastillas o vía tópica como geles o cremas. De acuerdo al antecedente médico de la paciente, el ginecólogo puede recetar pastillas anticonceptivas, vitamina D, calcio, colágeno y alimentos como la soya que contengan fitoestrógenos para equilibrar el desbalance hormonal, además de la actividad física para mejorar el estado de ánimo.

M.O. no recibió ningún tratamiento hormonal, sino que atravesó esta etapa cuidando su alimentación y su actividad física. “No consumí hormonas ni ningún medicamento. Sabía que era una etapa por mi edad y tuve que afrontarla con pensamiento positivo, con buena alimentación, bastante agua, ejercicios, lectura, hacer deporte, caminata, comer fruta, verduras y disminuir el consumo de sal y azúcar”.

Patricia Roca en cambio ya consumía estrógenos combinados desde que le habían extraído el útero. Ella mantuvo esta terapia hormonal durante la menopausia.

La ginecóloga Lazarte indica que esta etapa puede resultarle normal a algunas mujeres, pero existen casos en los que a veces es una noticia difícil de asimilar porque supone que el cuerpo está envejeciendo y en algunas situaciones la paciente se niega a aceptarlo. Sumado a esto, los cambios bruscos de humor son razones por las que la ginecóloga Lazarte recomienda que la paciente atraviese esta etapa acompañada de un psicólogo para comprender lo que le pasa y trabajar sus emociones.

“Lo más triste para mí en esta etapa fue que me llegó la infertilidad. Ya no podría tener hijos. Sólo tengo dos hijos y hubiera querido tener un hijito más, pero no se pudo porque me llegó la menopausia. También como ya no segregas hormonas, presentas sequedad vaginal, lo cual puede ocasionar infecciones urinarias”.

M.O.

Lazarte sugiere que la paciente hable con los familiares cercanos con los que vive, ya sean sus hijos o su esposo para que la apoyen y comprendan que está sensible.

Sobre la asistencia psicológica, Patricia explica que antes era poco frecuente asistir al psicólogo. Se creía que sólo las personas "locas" acudían a este especialista. Tanto ella como M. O. coinciden con que el estilo de vida que llevaron no demandó atención psicológica. Para M.O. llevar una vida alegre y con una mentalidad positiva fue lo que le ayudó a atravesar esta etapa.

Incontinencia urinaria

La ginecóloga Lazarte explica que la incontinencia urinaria es un problema causado por el descenso de la vejiga debido al debilitamiento de los músculos del periné. Este problema suele ocurrir a las mujeres que han tenido más de dos partos y se presenta a partir de los 38 años.

De acuerdo al grado que alcance puede generar más incomodidad y reducir la capacidad de retener la orina. Cuando se trata de un grado avanzado, el esfínter se encuentra tan debilitado que el paciente no controla la salida de la orina.

De acuerdo a la percepción de M.O., la incontinencia urinaria que ella presentó no fue causada por la cantidad de hijos, sino por la realización de trabajos que suponían el uso de bastante fuerza.

“Según la medicina, la incontinencia urinaria es por la cantidad de hijos que tuviste. Sin embargo, en el caso mío es porque desde niña hice trabajos pesados en vista de que me quedé huérfana a los 13 años”.

M.O.

Patricia también cuenta que realizó muchos esfuerzos cuando era joven. “Antes no había gas a domicilio y las garrafas llenas de gas yo alzaba y como tampoco había agua en mi casa, tenía que ir a traer desde la Universidad Salesiana que es ahora unas tres calles y de subida, desde ahí iba a traer agua para cocinar, para lavar, para todo”.

Efectivamente, dice la ginecóloga Lazarte, la incontinencia urinaria puede resultar del esfuerzo que causa la presión sobre la vejiga y esto puede suceder cuando la paciente carga mucho peso o realiza actividad física.

Con el pasar de los años a Patricia se le dificultó retener la orina y tenía la necesidad constante de entrar al baño. "Quería hacer pis a cada rato, antes me aguantaba toda la mañana o toda la tarde en el trabajo, pero ya no podía".

La ginecóloga Lazarte explica que el mejor tratamiento para reducir el problema cuando está empezando es la realización de ejercicios de Kegel para ejercitar los músculos del periné. “Consiste en meter la barriga, pegar la parte del abdomen hacia las vértebras generando una compresión”. Así se evitaría la incontinencia urinaria. Otro ejercicio que recomienda es tratar de controlar la cantidad de la micción cuando uno está en el baño.

La otra opción cuando la incontinencia es avanzada es la intervención quirúrgica y recibe el nombre de cistocele, con la que se corrige el descenso de la vejiga, acomodándola en su lugar habitual.

Cuando la incontinencia es frecuente puede dar origen a infecciones urinarias. "El esfínter mismo no llega a cerrarse como debería, por lo tanto, como nuestra uretra es más chiquitita (mide tres centímetros en relación a la del hombre que es mucho más larga), es más fácil que las bacterias ingresen y se produzca una mayor incidencia de las infecciones urinarias", indica la ginecóloga.

Por otro lado, la sequedad vaginal producida por la falta de estrógenos genera que se modifique el pH de la vagina y con ello la flora vaginal normal, esto provoca que la vagina sea más susceptible a que otros patógenos (generalmente provenientes de las heces fecales) invadan la vagina y uretra, provocando infecciones urinarias.

Infección urinaria

De acuerdo a la ginecóloga Lazarte, la infección urinaria se produce por la invasión de gérmenes (sobre todo la bacteria Escherichia coli que vive en los intestinos de las personas y aparece presente en las heces fecales), en los órganos del tracto urinario. Comúnmente afecta a la vejiga y la uretra; pero puede dañar también los riñones.

Los síntomas que presenta una persona que padece de esta infección son una necesidad frecuente de entrar al baño, dificultad para expulsar la orina que puede tener otra coloración más oscura y olor, además de arder y/o doler mientras se expulsa el líquido y no faltará el dolor en la pelvis o en la parte baja de la espalda.

Si hay infección, debe ser detectada por un cultivo de orina en laboratorio. Si la misma es confirmada, la mujer tendrá que seguir un tratamiento con un antibiótico al que no sea resistente, el mismo que se habrá podido determinar gracias al mismo cultivo de orina, cuyo informe indicará a qué antibióticos la paciente es o no resistente. Esto es importante. Luego del tratamiento que suele durar siete días, es probable que la persona deba seguir un tratamiento profiláctico de unos tres meses para evitar que vuelva a contraer otra infección urinaria, la que suele ser recurrente después de los 50 años por todo lo explicado en este artículo.

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