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Este artículo ha sido escrito por Natalia Dalenz Lorieto y Alejandra G. Orozco Nande

Bajo el sol rojo ardiente de un sábado de agosto por la mañana, junto con un grupo de amigos y movidos por una buena causa, decidimos iniciar una travesía por tierra. Nos encontrábamos usando barbijos y no era por estar en medio de una pandemia. Emprendimos un largo camino con el objetivo de llevar donaciones hacia el Municipio de Chiquitos en Santa Cruz de la Sierra.

Una serie de incendios, ocurridos entre julio y octubre de 2019, golpeó las regiones del bosque chiquitano, declarado bien público del planeta por la Organización de Naciones Unidas, dando paso a uno de los más graves desastres ecológicos en los últimos años.

Los ojos irritados, la vista nublada, un ardor en la garganta, dolor de cabeza, tos repentina, sensación de agotamiento y latidos acelerados nos acompañaron e incrementaron a medida que ingresamos a la Chiquitanía. 

En medio del humo y de una vista desoladora por la gran cantidad de árboles calcinados alrededor, nuestros pálpitos se aceleraron en cuanto vimos las primeras llamas. Las llamaradas eran muy peculiares, pues estas no se encontraban en los montes, estaban en medio de la carretera. Nos impactamos. 

Inmediatamente, junto con mi grupo de viaje, decidimos sacar unos bidones de agua que cargamos en la maletera para intentar apagar las llamas de en medio del camino. Cuando de repente, apareció la dueña de un supermercado del área, ordenando que nos apartemos del fuego y que la dejáramos quemar su basura en paz.  

Reclamamos por la actitud de inconsciencia, pero fue inútil, la señora no planeaba dejar de quemar. Y recibimos una fuerte regañada de su parte por el supuesto atrevimiento de intentar apagar aquel fuego provocado. Con gran frustración, abordamos la camioneta y continuamos el trayecto, con el objetivo de dejar las donaciones de La Paz en la “Reserva Municipal de Vida Silvestre - Tucabaca”. 

Mientras continuaba nuestra travesía hacia la Reserva, nos invadieron sentimientos de tristeza e impotencia al ver un panorama desolador, en un horizonte con tonalidades oscuras durante el día, por la humareda, y un color rojo enardecido con pinceladas naranjas, durante el anochecer. Ni qué hablar de lo que nos provocaba el solo hecho de pensar en todos los parques afectados y la biodiversidad arrasada.

Después de un largo viaje en el que observamos los varios puntos de calor distribuidos por los montes, llegamos a Santiago de Chiquitos para pasar la noche. Tuvimos una cálida conversación con los huéspedes del sitio donde nos alojamos, y nos enteramos de que es algo normal que la gente haga fogatas para quemar sus residuos sólidos. 

El motivo de fondo es que los municipios de la Chiquitanía no cuentan con un sistema adecuado de recojo, tratamiento y disposición final de los residuos. Fue entonces que entendimos que la gente quema su basura no precisamente por la falta de conciencia. Lo hace porque el camión que recoge la basura que debería llegar al menos dos veces a la semana, no se presenta ni en esa mínima frecuencia.

Nuestra preocupación incrementó al día siguiente en que llegamos a Chiquitos, cuando logramos visibilizar cuánta basura había llegado a la Chiquitanía junto a las donaciones. Latas, botellas, bolsas plásticas y otros de los tantos productos hidratantes y energizantes debían ser entregados a los voluntarios bomberos, veterinarios y a los comunarios del lugar.

Todas esas donaciones iban a volverse deshechos una vez utilizados, e iban a ser quemados junto con 4 millones de hectáreas de cobertura forestal que se incendiaron durante 70 días (Los Tiempos, 2019) . Las cantidades de Dióxido de Carbono (“CO2”), que se generaron durante esos meses, afectaron los pulmones de los lugareños de manera exorbitante. Asimismo, contribuyó a la aceleración del cambio climático, pues, el CO2, es un gas de efecto invernadero.

Manejo de los residuos sólidos en la Chiquitanía

La quema de basura a campo abierto produce una serie de contaminantes altamente tóxicos para la salud y el planeta, en especial si estos contienen plásticos y pilas que dan lugar a la emisión de dioxinas, furanos, mercurio y halógenos. Los tres primeros contaminantes pueden llegar a provocar enfermedades terminales como el cáncer y los halógenos aportan al calentamiento global por ser gases de efecto invernadero (GEI).

Según un artículo científico del autor Vierma (2016),[4]los contaminantes generados en la quema de plástico aumentan el riesgo de adquirir problemas cardíacos, de riñones o hígado. Asimismo, provocan náuseas, sarpullidos, dolores de cabeza, dañan el sistema nervioso y las capacidades cognitivas de las personas.

Como subproductos de la quema de plásticos se generan hollín y cenizas. Estos, por sus diferentes compuestos, causan serios problemas ambientales y de salud. Tienen una rápida movilidad, que, de acuerdo con las condiciones atmosféricas, pueden viajar miles de kilómetros, llegando a los cultivos y fuentes de agua, para luego ingresar por medio de los alimentos a nuestro cuerpo. 

Es importante evitar la quema de manera deliberada. Si esto sucede, habrá un aumento significativo en la mortalidad de niñas y niños. Según la Organización Mundial de la Salud, 4.2 millones de personas mueren de manera prematura a causa de la contaminación del aire.

En algunos países se incinera la basura con tecnología industrial con la excusa de generar energía. Sin embargo, esto es sumamente perjudicial para evitar el calentamiento global. Pues, no promueve el reciclaje, al contrario, promueve la extracción de petróleo para satisfacer la demanda de plástico que será quemada para producir energía.

Además, dicha tecnología debe estar regulada y cumplir con ciertos estándares técnicos para reducir el impacto negativo. Los sistemas de incineración deben contener filtros especiales para separar las partículas procedentes de los contaminantes atmosféricos. Finalmente, las cenizas formadas deben ir a lo que se conoce como un “cementerio de cenizas”, para evitar su movilización.

Algunos sectores cuentan con vertederos o fosas no controlados, los cuales son altamente contaminantes. La basura de la Chiquitanía es vertida en aquellos espacios que, en muchas ocasiones, fue incinerada a campo abierto. Además, llegó a contaminar los suelos chiquitanos. Sin embargo, ahora están siendo cerrados por ser prohibidos por ley (SBDA, 2020).[5]

Según  Cerezo (2020)[6], hace años se habilitó un relleno sanitario que debe ser readecuado. Esa tecnología es menos contaminante que los vertederos e incineradores. Pues, su funcionamiento es controlado, puesto que debe contar con medidas adecuadas para manejar los líquidos y gases que se generan.

Sin embargo, para que este relleno sea eficiente, se debe contar con al menos un sistema de aseo urbano. Y se debe combinar adecuadamente compostaje y reciclaje en un plan municipal de gestión integral de residuos sólidos. Esto permitirá reducir la generación de basura y realizar un tratamiento y disposición final a lo necesario.

Hoy, muchas organizaciones están trabajando en un plan de restauración de la Chiquitanía. Tomando en cuenta esto, es urgente considerar, paralelamente, un plan de manejo de residuos sólidos. El compostaje combinaría muy bien con la búsqueda de la restauración en el área.

Un adecuado plan de manejo de residuos orgánicos podría favorecer a la pronta recuperación forestal. Es esencial no dejar de lado las 3Rs (reducir, reutilizar y reciclar) para gestionar residuos de la mejor manera, un significativo ahorro de energía, la generación fuentes de trabajo, la reducción las emisiones de GEI y otros contaminantes.

La situación desde una perspectiva legal

Más allá de culpabilizar a los lugareños por las secuelas de los incendios provocados al momento de quemar sus residuos, es deber del Estado a través de los gobiernos municipales y los organismos sectoriales competentes realizar la coordinación de acciones en materia de gestión de residuos sólidos.

La mejor manera de cambiar la forma de manejo de la basura por parte de los chiquitanos es a través de la implementación de programas de educación en materia de gestión de residuos, que, de acuerdo con la ley, deben ser financiados con el 2% de los ingresos de las tasas para el servicio de aseo urbano.

De la misma manera, es importante garantizar el derecho que tienen las y los ciudadanos de recibir aseo urbano, tal como establece el Reglamento para Gestión de Residuos Sólidos del 8 de diciembre de 1995. Mediante el pago de las tasas de servicio de aseo, el Estado “asegura” la autogestión financiera de este servicio, mismo que debe llegar a todos los puntos del país, incluso las áreas más alejadas.

Por lo tanto, se ha detectado que, para una correcta gestión de los residuos, es preciso seguir los lineamientos que provee la ley, en este entendido, se debe:

1.      Dotar a la Chiquitanía de contenedores suficientes para depositar los residuos de toda la población que comprende esta zona de acuerdo con sus necesidades.

2.      Destinar áreas exclusivas para el almacenamiento de dichos residuos que cumplan con condiciones adecuadas, tales como una buena ventilación y evitar su almacenamiento a la intemperie.

3.      Ajustar el transporte al programa de operación del servicio que proporciona, cumpliendo con la frecuencia y los horarios establecidos por la unidad responsable del servicio de aseo a fin de garantizar la sanidad pública.

4.      Manejar los residuos clasificados como peligrosos, de forma especializada, evitando su tratamiento de la misma manera que los residuos comunes (también conocidos como “Clase C”).

5.   Promover la gestión integral de residuos, reutilizando los mismos o reincorporándolos al ciclo productivo de los diferentes recursos presentes en los mismos, mediante el compostaje[7], reciclaje o aprovechamiento energético de acuerdo a lo señalado por la Ley No.755 de Gestión Integral de Residuos del 28 de octubre de 2015[8].

6.  Seguir lineamientos establecidos por el Reglamento para la Gestión de Residuos Sólidos en caso de aplicar la incineración[9] de residuos. La planta de incineración solo podrá ser instalada si:

  • Se cuenta con un estudio técnico y económico, utilizando la tecnología que garantice su adaptación a las características ambientales y socioeconómicas del país, evitando riesgos para la salud humana.
  • El Ministerio de Medio Ambiente y Agua deberá supervisar la construcción y operación de esta planta.
  • Se cumplen las demás consideraciones establecidas por dicho Reglamento.[10]

Es importante aclarar que nuestra legislación prohíbe terminantemente la quema de residuos sólidos. En caso de incumplimiento se podrán establecer infracciones y sanciones de acuerdo con el Reglamento para la Gestión de Residuos Sólidos.

La Policía Nacional, en forma conjunta con la Policía Urbana, es la encargada de la detección y prevención de las infracciones, así como del cumplimiento de las sanciones determinadas por las disposiciones pertinentes.

Es esencial que el Gobierno Autónomo Municipal de Chiquitos adopte una posición firme ante la cruda realidad que se vive en el Municipio. Para ello, se deberá efectivizar los servicios de aseo público y emitir regulación específica en materia de gestión de residuos con sanciones elevadas para todos aquellos que realicen la quema de basura.

Conclusiones

Anualmente, en la Chiquitanía, la temporada de quema empieza en el mes de junio y dura hasta octubre. La presencia de focos de calor por la basura quemada representa un verdadero problema. Las condiciones ambientales y atmosféricas, como la sequía y los ventarrones, pueden ocasionar la rápida propagación y descontrol del fuego.


Para evitar esto, es pertinente realizar un adecuado plan de manejo de residuos sólidos que considere en primer lugar un énfasis en la educación sobre el recojo puerta a puerta (PAP) de los residuos, generando buenas prácticas y una adecuada aplicación de las 3R´s para la reducción de la contaminación ambiental.

En segundo lugar, se deben efectivizar las sanciones e infracciones para aquellos individuos que realicen la quema de residuos de acuerdo con lo que prevé el Reglamento para la Gestión de Residuos Sólidos. Estas sanciones no solo deben ser aplicadas en la Chiquitanía, sino también a nivel nacional.

Según el Ministerio de Medio Ambiente y Aguas[11], se estima que, de todos los residuos sólidos generados en Bolivia, solo se aprovecha el 4,6% y de este porcentaje solo el 0,91% corresponde al aprovechamiento de residuos orgánicos y el 3,7% al aprovechamiento de residuos inorgánicos reciclables. Asimismo, el 90,8% de los sitios de disposición final de la basura son botaderos a cielo abierto.

Por lo tanto, es evidente que, a la fecha, se desaprovecha una gran cantidad de residuos que podrían tener un uso adecuado como la producción de compostaje o el reciclaje de plástico, papel u otros. Para lograr este objetivo, se requiere un cambio de mentalidad transformada en acción por parte de las autoridades y de las personas.

No se cuenta con datos actualizados sobre la cantidad de residuos sólidos aprovechados en la Chiquitanía. Sin embargo, la Chiquitanía y sus municipios, al igual que cualquier sector con población pequeña, necesitan de una gestión selectiva de los residuos, así como una capacitación presencial y un recojo PAP.


Luego de la visita a la Chiquitanía, se logró identificar que existen muchas personas interesadas en el manejo adecuado de los residuos.

Sin embargo, se precisan incentivos para generar un verdadero cambio, que no deben ser necesariamente monetarios, sino a través de herramientas como la educación ambiental.

Según el autor Röben (2002)[12], el PAP asegura la concientización de la población con respecto al manejo adecuado de los residuos sólidos. La experiencia de otros países indica que las capacitaciones personales para la gestión municipal de residuos sólidos aprovechados son muy eficientes.


La implementación del PAP en un municipio genera muchas fuentes de empleo, accesibilidad a servicios básicos, mejora de la calidad de vida y una reducción significativa de la cantidad de desechos quemados, destinados a vertederos a campo abierto o al relleno sanitario.

Finalmente, es menester que el Ministerio de Medio Ambiente y Agua, como autoridad competente, emita políticas y programas para evitar la propagación de esta práctica en un sector vulnerable, como lo es hoy la Chiquitania, al haber sufrido incendios de tal magnitud que redujeron cuantitativamente su flora y fauna. 


[1] Natalia A. Dalenz Lorieto es licenciada en Derecho de la Universidad Católica Boliviana “San Pablo” - La Paz(Bolivia). Máster en Derecho Empresarial Internacional en la Universitá degli Studi di Padova –    Padova    (Italia).      Investigadora    independiente. ORCID: https://orcid.org/0000-0001-7957-1460  Contacto: natalia.dalenz@gmail.com

Alejandra G. Orozco Nande es licenciada en Ingeniería Ambiental de la Universidad Católica Boliviana “San Pablo” - La Paz (Bolivia)- Administradora Industrial de la Formación Profesional Dual - La Paz (Bolivia). Investigadora de la Universidad Católica Boliviana San Pablo. ORCID: https://orcid.org/0000-0002-1030-2526 Contacto: alejandra.o.nande@gmail.com

[3] Los Tiempos (2019).70 días de fuego: 4 millones de Ha, 12 parques y biodiversidad arrasados obtenido de:https://www.lostiempos.com/actualidad/pais/20191007/70-dias-fuego-4-millones-ha-12-parques-biodiversidad-arrasados

[4] Verma, R., Vinoda, K. S., Papireddy, M., & Gowda, A. N. S. (2016). Toxic pollutants from plastic waste-a review. Procedia Environ. Sci, 35, pp. 701-708

[5] SBDA (2020). Plan de Acción Ambiental Municipal. Sociedad Boliviana de Derecho Ambiental en colaboración con  World Wildlife Fund. Obtenido de:  http://www.sbda.org.bo/

[6] Cerezo, M. (2020) Ingeniero ambiental de la Sociedad Boliviana de derecho ambiental.  (Entrevista)

[7]Anexo a la Ley No.755 de Gestión Integral de Residuos de 28 de octubre de 2015, Glosario de Términos; Compostaje: Descomposición de los residuos orgánicos, mediante microorganismos y fauna del suelo para la obtención de abono orgánico. Forman también de este proceso las actividades relacionadas con la lombricultura.

[8] Artículo 14, párrafos I y II, Ley No.755 de Gestión Integral de Residuos de 28 de octubre de 2015;

[9]Artículo 9, inciso b, Reglamento para Gestión de Residuos Sólidos del 8 de diciembre de 1995, definiciones; Incineración: Combustión controlada y completa de residuos sólidos.

[10]Artículo 69, Reglamento para Gestión de Residuos Sólidos del 8 de diciembre de 1995.

[11] MMAyA/VAPSB/DGGIRS/ (2010) Diagnóstico de la Gestión de Residuos Sólidos en Bolivia.

[12] Röben, E. (2002)  Manual de Compostaje Para Municipios DED/ Ilustre Municipalidad de Loja.

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