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En el marco de las campañas de los candidatos a la presidencia de nuestro país, considero necesario que las y los periodistas y la sociedad civil organizada planteen preguntas necesarias y especializadas para no recibir y repetir eslogans vacíos de sentido que suenan bien, pero realmente no dicen nada.

Además del caos informativo que generan las postulaciones e impugnaciones de uno y otro partido, considero necesario retomar las buenas prácticas de un periodismo desde una crítica constructiva e incisiva.

Hace algunas noches, en un programa televisivo conducido por una experimentada periodista, ella consultó a un candidato a la vicepresidencia si había trabajado para el Estado, pregunta a la que el entrevistado contestó que no. Inmediatamente, la periodista le mostró un respaldo documental que corroboraba que había sido funcionario público dos años, ante el desconcierto del político. Esa es una muestra sencilla sobre cómo los buenos periodistas, que sí existen, pueden interpelar a las autoridades y candidatos cuando realizan afirmaciones falsas, sin sentido o responden de forma imprecisa.

Por eso es vital recordar que quien entrevista no puede sólo “dejar hablar” o “reproducir” lo que el entrevistado dijo sin conocer la trayectoria de la persona y sin datos suficientes para hablar del tema sobre el que se busca información. La improvisación no es compatible con un buen periodismo.

Si se impulsan debates con las y los candidatos, me permito sugerir que elevemos el nivel de esos espacios de diálogo y deliberación para que se profundice en el contenido de los programas de gobierno de las alianzas y partidos políticos inscritos para participar en las Elecciones Generales 2025.

El objetivo debería ser evaluar si son propuestas políticas serias y no “promesas rimbombantes”, chismes personales de si se casó o si ofreció su partido con tono romántico. En ese sentido, me permito recomendar se convoque a equipos de periodistas y especialistas en distintas áreas para elaborar preguntas relevantes  sobre salud, educación, economía y ciencias sociales, por ejemplo. Lo esencial sería que ese equipo de personas no permita que el candidato diga lo que le parezca, sino que sepan si sabe de lo que habla o si realmente tiene pensado qué hacer en torno a alguna problemática específica.

Aquellos especialistas en economía y periodistas especializados en el área económica (que son pocos) podrían consultar sobre cómo frenar la inflación, controlar la desmedida importación y/o impulsar la exportación de lo que se produce en el país. Aunque son preguntas que formulo desde mi sentido común, las respuestas serían evaluadas por los especialistas y estarían en condiciones de volver a preguntar para profundizar en algún aspecto de la respuesta de forma ecuánime.

En el área de salud, sería interesante que se evaluara qué necesidades tienen los municipios del país en términos de equipamiento, presupuestos y cuáles son aquellos temas pendientes de resolver para atender la salud de las y los bolivianos. Aunque manifiesten que no existen datos, estos sí existen, los posee cada municipio y el ministerio del ramo. El problema es cómo hacer accesible esa información si los candidatos no la solicitaron para elaborar su plan de gobierno y si no la solicitaron ¿cómo elaboraron su propuesta sin datos oficiales o no pensaron en ello?

En el área educativa, por qué no se consulta en relación al presupuesto de las universidades públicas en actividades de interacción o en qué se invierte los fondos del Impuesto Directo a los Hidrocarburos (IDH) o por qué la malla curricular de la educación en primaria y secundaria sigue teniendo inconsistencias en relación a la educación superior o cómo se evalúa la calidad de la formación docente, si se lo hace o dónde están esas estadísticas que no se hacen públicas.

En ciencias políticas y derecho se podría consultar qué piensan hacer las y los candidatos para evaluar el cumplimiento de las normas nacionales pendientes como la Ley de Transparencia y acceso a la información pública o la ley de protección de datos personales en línea. También sería interesante que se rescaten algunos de los planteamientos de los candidatos al Órgano Judicial (hayan sido o no electos) en relación a la duplicidad de funciones y falta de coordinación entre el Tribunal Supremo de Justicia y los tribunales medioambientales, por ejemplo.

Por otro lado, en las ciencias sociales, temas sensibles como la violencia de género o la protección de la niñez deberían formar parte de las propuestas de políticas públicas de los candidatos a la presidencia. En comunicación también es necesario evaluar cómo consideran que sería necesario prevenir la desinformación y el discurso de odio durante las elecciones. ¿Darán esos políticos el ejemplo o caerán en la producción y reproducción de contenidos no verificados y discursos que promueven la intolerancia como parte de una guerra sucia en la que “todo vale”? ¿La ética y el servicio ciudadano serán aspectos que habrán pensado? o ¿de lo que se trata es de acceder al poder para acceder a contratos con sobreprecio para beneficio suyo o de su entorno político?

Por tanto, considero relevante plantear a los candidatos prepararse para rendir un examen ante la población más allá de dádivas, sonrisas o regalos con la intención de obtener votos por el simple hecho de “invertir” para “ganar” en una lógica de transacción comercial por el poder, donde la noción del compromiso y honestidad con la ciudadanía pierden su significado ante el prebendalismo y la “corrupción organizada”.

Evaluemos a quienes pretenden detentar el poder; cuestionemos su capacidad de liderar el país; cuestionemos su honestidad; no bailemos al son que decidan tocar ni nos rindamos ante la fiesta que armen. Recuperemos la posibilidad de pensar críticamente desde los argumentos y los datos, no desde su aparente juventud o experiencia. Exijamos conocer más a fondo qué esperan aportar al país y cómo piensan trabajar a nuestro servicio.

Es más, de esa forma podremos hacer seguimiento a sus “promesas” cuando alguno llegue al poder. Y si no cumplen, pedirles cuentas o que dejen su cargo.

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