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Perdemos Bolivia a pesar de ser un país rico en diversidad cultural, flora y fauna; aunque claro, muy pronto nada de todo ello quedará debido a la deforestación, incendios, muerte de millones de animales y contaminación de las aguas por parte de empresas mineras. Estamos perdiendo nuestro hábitat, nuestra casa, el territorio que habitamos como país y que llamamos hogar.

Lo más difícil de entender son los bolivianos y bolivianas. Estamos destruyendo nuestro país con protestas, confrontación y la búsqueda irracional de beneficios políticos o económicos para unos pocos. La mayoría sufrimos las consecuencias sin intervenir en decisiones de algunos empresarios y políticos cuyos peones incendian y contaminan nuestra tierra cada año más y más. No existe justificativo racional alguno.

Miles de familias bolivianas se han visto afectadas por la humareda, la pérdida de sus viviendas y de los recursos que les permitían sobrevivir. La expansión de la frontera agrícola ha impulsado los incendios de forma descontrolada, ese tipo de acciones son criminales y deberían ser sancionadas con todo el peso de la ley al ser una acción de alta traición a la patria.

Las Naciones Unidas han designado el lunes 7 de octubre como el Día Mundial del Hábitat. Este día se centra en el estado de nuestros pueblos y ciudades, así como en el derecho básico a una vivienda adecuada para todas las personas. Las ciudades generan riqueza, pero también concentran pobreza y desigualdad. ONU Hábitat es la organización de Naciones Unidas que trabaja en atender los desafíos más apremiantes que enfrentan las áreas urbanas; y mejorar los ingresos y una amplia gama de oportunidades para todos es esencial para lograr un futuro urbano optimista.

El pasado 29 de agosto, el gobierno boliviano lanzó su Política Nacional de Desarrollo Integral de las Ciudades (PNDIC) gracias al apoyo de ONU-Habitat y el financiamiento de la Agencia Sueca de Cooperación Internacional para el Desarrollo (Sida). Esta política pretende incentivar la planificación urbana, con el objetivo de crear ciudades más inclusivas, resilientes y sostenibles. Según el portal de ONU-Hábitat la PNDIC es crucial para Bolivia porque más del 70% de la población reside en áreas urbanas. La PNDIC sería el marco desde el cual abordar estos desafíos en torno a la ocupación del suelo y planes de ordenamiento territorial para mejorar la capacidad de los gobiernos autónomos municipales en la planificación del desarrollo urbano.

Sin embargo, en la lógica extractivista que caracteriza al sistema económico global vigente, es difícil avizorar la aplicación efectiva de esa política pública. En esa perspectiva, esperemos se tome en cuenta la necesidad de pensar “lo urbano” no solamente como las capitales de departamento, sino también a las ciudades intermedias. Las ciudades intermedias son una alternativa de desarrollo que complemente los avances de la descentralización. El concepto de ciudades intermedias son territorios urbanos que reciben flujo migratorio de varios municipios rurales aledaños y cuya población supera los 50.000 a 150.000 habitantes. Ejemplos de ese tipo de ciudades son Caranavi en La Paz, Challapata en Oruro y Llallagua en Potosí.

El Centro para la Participación y el Desarrollo Humano Sostenible (CEPAD), junto a sus aliados estratégicos ha desarrollado una metodología de valoración y clasificación de las ciudades intermedias de Bolivia, en el marco de las nociones de cohesión territorial, que a su vez contempla la cohesión social y la capacidad de articulación geográfica del territorio,  con la finalidad de detectar: fortalezas, debilidades, potencialidades de cada municipio, desde el análisis de cinco sectores de interés: Economía, Institucionalidad, Género, Juventud, Ambiente y Turismo.  Información clave para el planteamiento de planificación y desarrollo público o inversión privada.

Sería interesante conocer si la política pública nacional PNDIC habrá tomado en cuenta ese tipo de iniciativas para planificar lo que pretende lograr los próximos años. Lo planteo como pregunta y sería interesante escuchar alguna respuesta.

Por lo pronto y más allá de las acciones gubernamentales o privadas, se necesita mucha ayuda en todas las regiones afectadas por los incendios. Después de cuatro meses de incendios y la destrucción de siete millones de hectáreas, recién el pasado 30 de septiembre se declaró desastre nacional.

Según Unicef (19/09/2024), en el departamento de Santa Cruz hay 32 comunidades indígenas chiquitanas afectadas, de las cuales 11 están directamente afectadas por los incendios, mientras que las 32 sufren sequía y humareda. En total, 926 familias se han visto damnificadas, y tres personas han resultado heridas a causa del fuego. Los reportes de salud indican que los incendios están provocando deshidratación, conjuntivitis, diarreas y salmonelosis entre la población.

Por otro lado, la concejala del municipio de San Javier de Chiquitos Verónica Surubí informó que existen 26 comunidades y 421 familias afectadas (provincia Ñuflo de Chávez de Santa Cruz). Y aún no se sabe si estas cifras han seguido en aumento.

Ante esa situación, sumemos esfuerzos por ampliar la solidaridad con esas familias afectadas, brindemos esperanza y pensemos en priorizar la vida porque del bienestar de todas y todos los bolivianos también dependen nuestro presente y futuro.

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