Por Guillermo Movia* //
En su más reciente película, Mickey 17, Bong Joon Ho, el director coreano que ganó el Oscar con su película Parasite, retrata la vida de un prescindible, un ser humano que puede ser reimpreso infinitamente cuando muere y que, por lo tanto, es usado para las tareas más peligrosas de una nave espacial que viaja a colonizar un nuevo planeta. Quien dirige la expedición es el multimillonario Kenneth Marshall que tras fracasar como político, busca expandir la humanidad a otros planetas, sin importarle la vida que haya allí.
Si bien no podemos afirmar que este personaje se refleje exactamente en una persona viva, sí podemos reconocer en el comportamiento de varios de los multimillonarios del mundo una mirada parecida: la explotación de los recursos naturales y la extinción de otras especies en el planeta Tierra son problemas menores (o directamente no son un problema), mientras expandamos la humanidad y podamos conquistar otros mundos.
Muchas de estas figuras las podemos englobar dentro del tecnooptimismo, la idea de que mejorar y acelerar el desarrollo tecnológico será lo mejor que puede hacer la humanidad porque aunque no sea lo mejor para el momento actual, por la destrucción de ecosistemas y la desigualdad que pueda generar, traerá la solución a los problemas en un futuro. Por ejemplo, si hoy el consumo de recursos como la electricidad y el agua para desarrollar y utilizar los modelos de Inteligencia Artificial (IA) generativa es enorme, aun a costa de disminuir el agua potable disponible para los humanos o aumentar el riesgo de los cambios climáticos, esto será solucionado cuando por fin sea desarrollada la Inteligencia Artificial General que piense mejor que los humanos y encuentre las respuestas a todos los inconvenientes.
Elon Musk es una de las figuras que llena cada uno de los casilleros del tecnooptimismo. Ha invertido en la IA generativa desde un principio, está preocupado por la expansión de la humanidad (y de la fertilidad de los inteligentes como él) y con el proyecto SpaceX busca colonizar otros planetas, principalmente Marte.
El problema para muchos de nosotros es que la humanidad que plantean es la que se ha estado desarrollando en los últimos años, donde la desigualdad se ha ido incrementando, y los ricos son cada vez más ricos, y la mayor parte de la sociedad ve cómo sus ingresos disminuyen.
Y su forma de ver el mundo se ha convertido en central con la asunción de Trump a su segunda presidencia, y el rol que le ha dado a Musk en su gobierno, asumiendo un área para mejorar la eficiencia del Estado, que se ha basado en recortes sin un estudio pormenorizado de que se corta, asegurando el negocio para sus empresas.
En una nota publicada por el medio The Guardian el 13 de abril, Naomi Klein y Astra Taylor denominan a este grupo de personas como facistas del fin del mundo, ya que sus políticas no van hacia un futuro brillante para el mundo, si no en cómo sobrevivir y mantener sus privilegios en una sociedad con mayor cantidad de conflictos. Escriben: Para decirlo directamente, las personas más poderosas del mundo se están preparando para el fin del mundo, un fin que ellos mismos están acelerando frenéticamente.
Y agrego, lo peor es que nos están convenciendo de que ese futuro es inevitable y que ellos, por ser los multimillonarios, son quienes saben mejor cómo conducir este mundo de ahora en más.
Muchas de estas visiones se han ido contando en relatos de ciencia ficción. Sabemos que estos superricos las han consumido desde su adolescencia. Desde el cyberpunk de Blade Runner, donde los ricos vivían fuera del planeta y aquí sólo quedaban quienes no podían migrar y se contentaban con animales sintéticos, a las prisiones planetarias de Alien (como el nuevo servicio que Bukele, presidente de El Salvador, quiere vender como “nosotros nos quedamos con sus presos peligrosos”). Pero como han dicho varios autores de estas novelas, “nosotros lo escribimos como el peor futuro posible, no como una visión a alcanzar”.
* Guillermo Movia es coordinador de Tecnología y Seguridad de la Fundación InternetBolivia.org
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