Los humanos tenemos una sola madre, la madre naturaleza. De ella se desprenden todos los otros seres vivos del planeta, incluyendo a nosotros, la especie humana. Nuestra especie es, por tanto, hermana de todas las otras especies vivas.
Desde este punto de vista —muy común en los pueblos ancestrales del continente americano— no solamente estamos hermanados con nuestros semejantes humanos, sino con todas las otras especies vivas del planeta.
La sabiduría ancestral de los chamanes americanos nos habla de ello y por eso siempre se refieren a los otros seres de la naturaleza como hermana: “hermana luna”, “hermano perro”, “hermano árbol”.
Me contaron que un gran chamán colombiano cierta vez dijo lo siguiente: “Todos los humanos que estamos vivos en este planeta venimos de una mamá. No podemos estar vivos si no nacemos de una mamá. Y si todos venimos de una mamá ¿qué somos nosotros? Somos hermanos”.
Hace muchísimos siglos —según algunos relatos americanos— el ser humano fue, verdaderamente, el hermano mayor de las otras especies, estábamos hermanados en mente, corazón y voluntad con todo lo vivo existente. Eso implica no sólo un alto grado de comunicación entre especies sino, fundamentalmente, un fuerte vínculo emocional, igual al que sentimos actualmente por una hija, madre o hermana.
En algún momento de nuestra historia esta relación de hermandad entre los seres del mundo y la especie humana se fue distorsionando. El odio, la codicia y la vanidad de nuestros semejantes humanos es una evidencia de lo que podría haber motivado esa separación. Lo cierto es que, ahora, ya no estamos conectados con el mundo y consideramos inferiores a las otras especies vivas. Atentamos todos los días no solamente con nuestro entorno sino con los niños y ancianos, que son los más indefensos de nuestra sociedad. En realidad, atentamos y violentamos todo lo que se nos cruza en nuestro camino.
Tarde o temprano la humanidad se reencontrará con sus hermanas y hermanos, y volveremos a esa simbiosis primigenia, donde cada una de las especies vivas recibe, comparte y enseña a las otras. Tarde o temprano nuestro odio cesará y podremos vivir en paz.
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