En febrero de 2019, Jorge Ramos, un periodista de Univisión, fue expulsado del Palacio de Gobierno de Venezuela mientras hacía una entrevista a Nicolás Maduro. Ramos había preparado preguntas directas sobre el gobierno del dictador venezolano que ponían en duda la legitimidad de su mandato. Después de 17 minutos de “diálogo”, Maduro lo echó y le quitó el registro de la entrevista.
Meses después, cuando la entrevista se filtró y se difundió en distintos medios de comunicación, Ramos contó lo ocurrido. Un aspecto que subrayó acerca de su percepción sobre el Presidente venezolano, es que Maduro no consideraba la posibilidad de estar equivocado, que creía las palabras y acciones que realizaba, que estaba convencido de que lo que hacía era lo correcto.
Esta “verdad” de Maduro ha llevado a Venezuela al desastre. Y es que la construcción de la verdad, sobre todo en el ámbito político, pocas veces toma en cuenta la realidad y, en vez de adecuarse a ella, construye un relato propio más conveniente a los intereses del poder.
Yuval Harari, historiador israelí que se volvió popular con publicaciones como “Homo deus” o “Sapiens”, sostiene que el ser humano se erigió como la especie dominante, no por su conocimiento sino por su capacidad de confiar en el otro y trabajar con el otro. La tribu es fundamental en la vida del ser humano. En este contexto, nuestro autor sostiene que los seres humanos sabemos más por ser un grupo que por propia experiencia o conocimiento.
Los seres humanos tenemos la capacidad de creer. De creer sobre todo lo que el grupo nos dice, lo que el grupo cree. Por este motivo, el poder político construye e impone un discurso. El orden del discurso, como diría Foucault, supera los datos, los hechos, la realidad.
Desde hace algunos meses vengo escuchando que lo sucedido el año pasado con motivo de las elecciones, fue solo un “relato” de la derecha y que ahora la nueva verdad es que hubo golpe de Estado y abuso de poder. Por lo que claramente los constructores de las nuevas verdades nos contarán que no hubo fraude electoral, que los miembros del entonces tribunal electoral fueron siempre transparentes, que Evo nunca quiso eternizarse en el poder, que no tiene deudas con la justicia por otro tipo de delitos, ni sediciosos ni sexuales, y un largo etcétera.
Se trata de una posverdad masista que pone en duda hechos de los que los bolivianos fuimos testigos. Harari también afirma que los seres humanos sabemos mucho menos de lo que creemos saber, que la construcción de nuestros conocimientos tiene como base la habilidad y el conocimiento de otros. Los hechos de octubre y noviembre del año pasado son muy complejos, y mientras mayor sea su complejidad menos podremos saber sobre ellos. Esto facilita la construcción de relatos a favor del poder político y posibilita la difusión de posverdades.
En este contexto, la pandemia nos ha enseñado a confiar en la verdad científica más que en los relatos políticos de conspiración. Por la emergencia sanitaria hemos aprendido a escuchar la verdad de quienes saben del tema más allá de los relatos políticos.
Ante esta situación es indudable que el poder político, para ser fiable fuera de su propio partido, tendrá que construir relatos con base en datos y en realidades. Los medios de comunicación tienen también una responsabilidad importante en la construcción de certidumbres ante la ciudadanía, y las escuelas y universidades deberán enseñar a gestionar y a ser críticos con la inmensidad de información que circula por las redes.
En Bolivia es necesario que las universidades, los intelectuales y los medios de comunicación aporten con hechos, datos y realidades que ayuden a desbaratar las posverdades y permitan al poder político conectar un cable a tierra. Si Maduro tuviera en su círculo cercano gente que le cuente la verdad, que le muestre el mundo de un modo distinto a cómo el dictador lo quiere ver, le ayudaría a salir de su círculo de creencias y le obligaría a enfrentarse con la realidad.
Es interesante pensar que sabemos menos de lo que pensamos y de hecho la construcción y validación de ese conocimiento requiere de la comprensión de los demas, pero al final resulta ser mi verdad contra la verdad del otro o mi verdad dialogando con la verdad de los otros e intentando ser la verdad.
En definitiva podriamos preguntarnos ¿quién tiene la razón, quien tiene la comprensión de la realidad valida? Resulta ser complejo, pero que interesante es detenerse a pensar un momentito en ello ya que despues nuestras mentes estan ocupadas en las vanalidades de la vida o diria en esas construcciones sociales que hacen que pasemos por esta vida atrapados en la rutina.
!Gracias al autor de este articulo por motivarme a pensar¡
Estimado Francisco, se le hará llegar al autor del artículo tu comentario. Saludos.