Desde hace más de un mes el ciudadano francés Alexis Dassard se encuentra en Bolivia. Llegó como turista y al trasladarse a Uyuni para pasear por los atractivos turísticos de esa ciudad, se planteó llamar a una campaña de limpieza en el cementerio de trenes que existe en el lugar, para luego pasar al lago Uru Uru en Oruro, en Cochabamba al río Rocha y en La Paz al Valle de las Ánimas. Según refieren algunos medios de comunicación, nuestro personaje se habría enamorado de nuestro país y desea quedarse por lo menos un año para continuar con varios proyectos como los referidos.
Se han escuchado diversas voces sobre las actividades del señor Dassard: muchas aplauden su iniciativa y le agradecen; otras creen que es una afrenta a la soberanía y un insulto a campañas que fueron realizadas por connacionales y que no alcanzaron semejante connotación mediática y en algunas redes sociales se ha señalado que primero vaya a Francia a solucionar los problemas medio ambientales que seguramente tiene ese país, que para ensuciar y a veces limpiar nos bastamos solos.
Su aparición tuvo tan alto nivel de incidencia que no faltaron los políticos que quisieron aprovechar la ola de popularidad para salir a su lado ante cámaras o ganarse algunos puntos con la ciudadanía otorgándole reconocimientos que dejen las conciencias tranquilas. Seguramente algunos políticos hubieran deseado que declare su preferencia político-partidaria para sacarle partido sin precedentes; pero por suerte Alexis ha señalado que no está aquí para hacer política. Tal parece que ya se dio cuenta de las oscuras intenciones.
Llama profundamente la atención que en las campañas realizadas por el señor Dassard, en las que participaron instituciones privadas y públicas y varios ciudadanos y ciudadanas, se recogieron toneladas de basura, aproximadamente 2 toneladas en Uyuni, 250 en el Lago Uru Uru (cadáver incluido), 20 en el río Rocha y 150 en el Valle de las Ánimas en la ciudad de La Paz, municipio que de paso se precia de ser el que mejor sistema de recojo y tratamiento de basura tiene en el país.
En todo caso, es mejor contar con varios Alexis en el mundo y especialmente en nuestro país, porque el problema no es ese, sino uno más profundo y sobre el que debemos preocuparnos mucho. De acuerdo a una nota de la periodista Malkya Tudela, solamente el 90,8% de los más de 300 municipios del país tiene botaderos, es decir, deja la basura a cielo abierto, un 6,1% tiene botaderos controlados y solamente el 3,1% tiene rellenos sanitarios que cumplen con la normativa de manejo de residuos sólidos emitida por el Estado.
El dato no es menor y realmente es alarmante, considerando que de acuerdo al Ministerio de Medio Ambiente y Aguas (2011) Bolivia genera 2 millones de toneladas de basura al año equivalentes a 5.400 toneladas al día, 70% producida en las ciudades capitales y El Alto. Aunque no hay cifras actualizadas, en el Censo 2012 se establecía que el 43% de los hogares bolivianos no tiene ningún servicio de recojo de basura, lo que obliga a estos ciudadanos y ciudadanas a disponer sus desechos de la mejor manera que les parezca, que generalmente es atentatoria al medio ambiente, que es de todos.
Los expertos en la materia explican que contar con basurales a cielo abierto tiene graves consecuencias para el medio ambiente, la generación de gases de efecto invernadero por el desarrollo de gas metano que es 24 veces más potente que el dióxido de carbón, la contaminación de aguas y suelos por los líquidos que salen de la basura orgánica; metales pesados que afectan a los suelos y aguas subterráneas. La quema de la basura contamina el aire con diversos compuestos químicos tóxicos.
Esto nos muestra que la población boliviana está expuesta, sin su consentimiento, a sustancias y desechos peligrosos que aumentan la posibilidad de desarrollar enfermedades e incluso discapacidades, y por consiguiente una vulneración muy seria a sus derechos humanos.
Varios organismos de derechos humanos se preocupan de la temática y establecen la obligación del Estado para que exista un disfrute de un medio ambiente sano, seguro, limpio, saludable y sostenible.
En ese sentido, la Organización de Naciones Unidas recomienda varios frentes para el ejercicio del derecho humano a un medio ambiente sano; en primera instancia, la gestión racional de desechos. En segundo lugar, la información que debe otorgar el Estado sobre el tema ambiental y la participación de la sociedad en las políticas públicas, en este punto será importante la difusión y puesta en vigencia del Acuerdo de Escazú, al cual nos referimos en una columna anterior.
Asimismo, se hace necesario que los estados faciliten el derecho a un recurso judicial efectivo por daños ambientales, aspecto que en Bolivia no se ha logrado concretar, y que es una materia pendiente por parte del Tribunal Agroambiental, el cual se ha ocupado solamente del tema agrario y extrañamente ha dejado de lado sus otras competencias, probablemente por las políticas gubernamentales que se aplican desde hace más de 10 años. Por último, la ONU ha resaltado la necesidad de que se elimine la doble moral por parte de los países desarrollados, los cuales prohíben algunas sustancias en sus países; pero siguen exportando las mismas a aquellos en vías de desarrollo.
Luego de ver este panorama tan desalentador en relación a la contaminación y la vulneración a los derechos humanos de la que somos todos y todas víctimas y en parte victimarios, los gobernantes de todos los niveles del estado deben colocar los derechos humanos en el centro de la acción medio ambiental, debemos convertirnos en Alexis Dassard para asumir conciencia de lo que le hacemos al medio ambiente y, al mismo tiempo, exigir acciones urgentes a quienes han asumido la responsabilidad de garantizarnos un medio ambiente adecuado y el goce de nuestros derechos debe hacerse por el bienestar de las siguientes generaciones.
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