El patriarcado es un juez
que nos juzga por nacer,
y nuestro castigo
es la violencia que no ves.
Así inicia la canción que ha salido del pulmón de cuatro mujeres de Valparaíso al mundo y en menos de un mes ha hecho eco en el mundo entero y se ha convertido en un himno feminista global.
Ellas son Las Tesis, un grupo de cuatro mujeres que se formó hace un año y medio con el objetivo de “traducir”, o mejor dicho, de llevar de lo teórico a lo práctico tesis de autoras feministas a un formato de performance para llegar a todas las audiencias.
El patriarcado es un juez
que nos juzga por nacer,
y nuestro castigo
es la violencia que ya ves.
Hace varios meses estaban trabajando en una obra teatral a partir de los textos: El Calibán y la Bruja de Silvia Federeci y la tesis de la antropóloga feminista Rita Segato. Esta puesta en escena incluía una canción coreografiada, basada en los textos de Segato sobre el mandato de violación y la desmitificación del violador como un sujeto que ejerce la acción de violar por placer sexual.
La obra teatral iba a ser estrenada a fines de octubre en un contexto universitario; sin embargo, debido a la convulsión política en Chile, no pudieron estrenar la obra. El 20 de noviembre, en el contexto de una serie de intervenciones callejeras que se realizaron en Valparaíso, Las Tesis interpretaron por primera vez la canción “Un violador en tu camino”, que hasta entonces era solamente un fragmento de la puesta en escena que estaban preparando y no el fenómeno mundial que ahora es.
Es femicidio.
Impunidad para mi asesino.
Es la desaparición.
Es la violación.
Con estrofas así de interpeladoras como la de arriba, a los pocos días, fueron invitadas a Santiago de Chile a realizar esta performance, para conmemorar el día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra las Mujeres. Allí, en la Plaza de Armas de la capital chilena, cantaron y bailaron junto a cientos de mujeres esta performance, que además de tener una letra con la que millones de mujeres se han sentido identificadas y liberadas, reúne muchos elementos simbólicos que le han permitido lograr este impacto tan inesperado.
Ese 25 de noviembre, a coro, cientos de mujeres, con los puños apretados y los ojos vendados, gritaron al mundo aquello que muchas hemos silenciado por años:
Y la culpa no era mía, ni
dónde estaba ni cómo vestía.
Y la culpa no era mía, ni dónde estaba ni cómo vestía.
Y la culpa no era mía, ni dónde estaba ni cómo vestía.
Y la culpa no era mía, ni dónde estaba ni cómo vestía.
Pasaron apenas días para que la canción se cante en París, Nueva York, Ciudad de México, Cuzco, Estambul, Madrid y otras ciudades alrededor del mundo. En cada país, las mujeres se apropiaron de la letra y la resignificaron, cambiando o añadiendo algunas estrofas. Así por ejemplo, en Colombia se cantó: “El Estado no me cuida, me cuidan mis amigas”.
No es de extrañar que esta performance haya tenido este impacto, cuando la ONU señala que una de cada tres mujeres en el mundo han sufrido violencia sexual o física en algún momento de su vida, que 87.000 mujeres mueren cada año y que 14 de los 25 países con mayor índice de feminicidios están en Latinoamérica y el Caribe.
“Un violador en tu camino” hace una denuncia pública e interpela a los aparatos del Estado y a aquellos que están en cargos de poder y que de alguna manera permiten que estas violaciones, abusos y todo tipo de violencia contra la mujer sigan ocurriendo, al no hacer nada para castigar a los violadores, asesinos y perpetradores de violencia contra las mujeres.
El violador eras tú.
El violador eres tú.
Son los pacos,
los jueces,
el Estado,
el Presidente.
El Estado opresor es un
macho violador.
El Estado opresor es un macho violador.
Pero esta lírica no es solo una interpelación directa y acusatoria a todos aquellos violadores. El contenido de esta canción va mucho más allá, porque nos dice que la violación la comete la autoridad y que no es un acto sexual, sino un acto político, un acto de poder, de dominación, que tal como señala Segato: “Coloca a la mujer en su lugar, la atrapa en cuerpo, le dice: 'Más que persona, eres un cuerpo'”.
“La violación está fundamentada no en un deseo sexual, no es la libido de los hombres descontrolada, necesitada. No es eso porque ni siquiera es un acto sexual: es un acto de poder, de dominación, es un acto político. Un acto que se apropia, controla y reduce a la mujer a través de un apoderamiento de su intimidad” (Rita Segato, entrevista con la BBC, 11.12.19).
Y esta idea, aunque sea difícil de digerir para muchas personas, nos abre los ojos y nos permite, tal vez por primera vez, sacarnos la culpa de encima, y darnos cuenta de que aquello que nos han dicho y a fuerza de repetición nos han hecho creer es ¡mentira!
Es mentira que: “El hombre llega hasta donde la mujer le permite llegar”, ¿cuántas veces nuestros “No” han sido pasados por alto, pisoteados, escupidos, desechados?
Es mentira que tenemos que cubrir nuestro cuerpo de mujer para no tentar a los hombres, ¿cuántas veces niñas sin senos ni caderas desarrolladas han sido violadas?
Es mentira que los hombres son unas “bestias” y no pueden controlarse.¿Qué me dicen de todos los hombres que jamás han tocado a una mujer sin su consentimiento? ¿Son hombres con súperpoderes o simplemente hombres con valores y bien educados?
Es mentira que la violaron por ir en shorts y en camiseta. Es mentira que la violaron por ir sola a la disco. Es mentira que la violaron por caminar sola de noche. Es mentira que la violaron por irse de camping con sus amigas. Es mentira que la violaron por dormirse en su cama.
Si esta canción ha hecho tanto eco y ha repercutido de forma sin precedente es porque definitivamente, ha tocado una fibra y a todas las mujeres del mundo, nos ha dotado de un grito de liberación; porque la culpa no era mía, no era de mi hermana, no era de mi madre, no era de mi abuela, no era de mi amiga.
Finalmente, este himno nos otorga una luz de esperanza, porque las mujeres activistas y feministas de hoy, vemos que un mundo distinto para nosotras y nuestras hijas es posible, un mundo en el que las mujeres ya no vamos a callar nunca más y en el que no nos van a temblar las manos cuando apuntemos con el dedo a nuestro agresor y gritemos:
¡El violador eres tú!
Comentarios