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Comenzó un nuevo año escolar en todo el territorio nacional, y según las autoridades educativas, se debe aplicar una nueva currícula educativa, la cual ha despertado resistencias de distinto grado.

La negativa para aplicar dicha currícula por parte de los dirigentes del magisterio suena bastante lógica: ¿Cómo aplicar materias técnicas, sin aumentar horas lectivas? ¿Es lógico dar un par de semanas de capacitación a un/a docente para que imparta una materia nueva? ¿Hay suficientes maestros de inglés, robótica y otros especializados en todo el país?

Al parecer el gremio esta vez tiene la razón y también la fuerza para quizá hacer retroceder al gobierno. Por el contrario, el discurso de la máxima autoridad educativa, Edgar Pary, no suena convincente. Parecería que da a entender “que la carga se acomodará en el camino”; es decir pura improvisación, falta de seriedad y solicitud de trabajo propio a quienes deben enseñar para acomodarse como fuere a un desafío sin un horizonte claro.

De calidad educativa no se habla nada. Sabemos que Bolivia no participa en ninguna prueba de calidad educativa desde hace años, seguramente por temor de las autoridades a mostrar resultados muy negativos y el fracaso de todo el sistema educativo, que no es de ahora y ni siquiera de este régimen de gobierno, sino desde siempre. Por ello, durante muchos gobiernos se realizaron intentos de reforma educativa que siempre resultaron retrógrados, politizados, enfocados ideológicamente e impuestos por encima de la racionalidad y de las necesidades del país.

Así podemos analizar el Código de la Educación del MNR, en un momento histórico donde se intentaba una homogenización del país, realmente una visión miope, lo que se profundizó luego con la Reforma Educativa, impulsada por el mismo partido político a inicios de los años 90 del siglo pasado, la misma que tampoco respondía al contexto nacional y negaba la realidad.

Luego vino la Ley Avelino Siñani y Elizardo Pérez, que si bien intenta responder a la nueva Constitución Política del Estado de 2009, tampoco ha resultado la solución esperada a la tan añorada reforma educativa que por fin otorgue a las y los estudiantes las suficientes herramientas para forjarse un futuro que les aleje de la pobreza y les dé mejores oportunidades.

La nueva currícula propuesta desde esta gestión seguramente tampoco será la panacea, y esto se puede afirmar a partir de la revisión de la denominada Currícula Base del Sistema Educativo Plurinacional–2023, aprobada mediante Resolución Ministerial 1040/2022. En este texto se puede analizar los antecedentes, fundamentos, principios y elementos principales de este tema que está actualmente en discusión.

Creo que sería realmente importante que documento tan importante, dado que estamos hablando de la forma en que los niños, niñas y adolescentes de nuestro país serán instruidos y educados para la vida, debiera pasar por una revisión más minuciosa por parte de todos los sectores y ser validado no solo por los supuestamente entendidos en la materia,  sino por otros expertos y expertas. No se tienen muchos antecedentes de cómo se construyó este documento y otros que forman parte de este paquete y, luego de una revisión minuciosa, lo veo con mucha preocupación.

En primer lugar, preocupa el hecho de que evidentemente contiene una tendencia política en su narrativa histórica, donde predomina el discurso simple entre el pasado malo y el presente buenísimo. Sabemos que la historia debe ser vista desde un punto de vista siempre crítico, puesto que se tiende a que quien detenta el poder político, económico, militar, etc., la quiere escribir a su imagen y semejanza. La típica frase actual de que siempre el lobo será malo si solo escuchamos el relato de caperucita, se puede aplicar en la construcción de este y los demás documentos.

Un elemento realmente que debería entrar en debate son los fundamentos del Currículo Base (pág. 40 y sigs.), y el motivo del título de esta columna, puesto que según el texto este tiene “como una de sus fuentes y bases el conocimiento, la sabiduría, los saberes y valores de los pueblos y naciones indígena originarios, desplegados a partir de una educación comunitaria. Esta forma de enseñanza y aprendizaje se vivió como una experiencia y no tanto como una metodología sistematizada, pues estaba vinculada directamente con la vida de las comunidades”.

Se podría aplaudir el hecho de enaltecer a todos nuestros pueblos indígenas y sus saberes, su cosmovisión, pero esto es poco creíble cuando vemos la realidad de los mismos, atacados por el poder, justamente por su forma de vida.  No creo que se mienta al afirmar que las políticas del gobierno de corte completamente capitalista (que el texto tanto demoniza) no están destruyendo sus territorios, la minería principalmente cooperativista, la explotación petrolera, la ampliación de la frontera agrícola, los está condenando a su desaparición o asimilación de la cultura occidental para poder sobrevivir.

El texto continua “La comunidad no está constituida solamente por la humanidad, sino que también hay una relación, o más bien lo que podríamos denominar una relacionalidad comunitaria, también con la Madre Tierra, el cosmos y las espiritualidades. Estos son elementos que configuran la experiencia de la educación comunitaria cuya sabiduría constituye una base fundamental del nuevo currículo de carácter plurinacional”, nuevamente la realidad vence al discurso, cuando vemos cuánto daño día a día se le hace a la tierra a nuestro entorno, la contaminación por la basura, el mal aprovechamiento del agua y tanto hechos que nos muestran que ya una generación se ha formado bajo este esquema, pero ¿Qué resultados tenemos?

¿Currículo de carácter plurinacional?, cuando ni quienes detentan el poder han impulsado desde el 2009 este modelo de Estado, que tanta esperanza trajo a la sociedad boliviana, pues mostraba el reflejo de su realidad y la forma en que llegaríamos a una convivencia mutua bajo principios de interculturalidad y respeto al otro, sin hegemonías de ninguna clase o por ninguna condición, aspecto que estamos ahora cada día más lejos de lograr y que muchos por el contrario se esfuerzan en destruir y polarizar.

“El currículo propone romper esquemas mentales individualistas y dogmáticos, para que las y los estudiantes sean capaces de reafirmar y fortalecer su identidad cultural, a través de la práctica de los principios y valores sociocomunitarios y el uso y desarrollo de las lenguas originarias”, otra afirmación alejada de la verdad, los esquemas individualistas se encuentran muy arraigados en la cultura occidental y por el bombardeo de los entes hegemónicos mundiales, ¿Las ya más de 10 generaciones de bachilleres formados bajo este modelo habrán cambiado su conciencia? ¿Hablarán por lo menos un idioma originario que les acerque a sus raíces y por lo tanto a una cosmovisión diferente? O por el contrario solo serán ciudadanos/as que piensan en su bienestar individual, sus aspiraciones estarán encuadradas en general riqueza a como dé lugar pisando a sus congéneres, destruyendo la madre tierra, robando al Estado, corrompiendo a sus funcionarios, burlándose de su institucionalidad, incumpliendo la Constitución y la ley, aferrándose al poder por cualquier medio.

Como se puede apreciar de este pequeño análisis de algunos aspectos de las  bases de la currícula educativa, cualquiera queda con una preocupación profunda de cómo se están formando las nuevas generaciones, si bien hay algunos avances en la misma, se extraña que la temática de Derechos Humanos, igualdad de género, cultura de paz, respeto a poblaciones vulnerables, entre otros, no se encuentren como líneas transversales y que muestren que los niños/as y adolescentes que de aquí a unos años salgan del sistema educativo y comiencen su vida laboral, no tengan como aspiración máxima manejar un comité cívico con consignas de federalismo o señalen que tienen el derecho humano a la reelección indefinida.

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