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Mi abuela decía que en este mundo se necesita hasta de las piedras. Por muchos años pensé que se refería a los contactos o a las amistades que te ayudarían a alcanzar metas. Y, aunque algunas personas usan esta palanca para cumplir sus deseos, llegué a entender que ella en realidad se refería a que en un ecosistema cada uno de sus componentes es igual de importante que otro para generar un equilibrio. Los desequilibrios ambientales se producen, desgraciadamente, por concurso de los seres humanos.

No son ni 60 años desde que los habitantes de la hermosa ciudad de Cochabamba podían gozar de un día de campo a las orillas del río Rocha, pescar y divertirse en aquella verde campiña que separaba la ciudad del campo. Ese espacio del que solo quedan fotografías, ahora no es más que un basural y reservorio de todas las aguas contaminadas que concentran desperdicios de las granjas, químicos prohibidos de curtiembres ilegales y aguas servidas. La famosa “serpiente negra” con la que se riegan algunas verduras que abastecen la ciudad, no tiene un solo indicio de vida, por el contrario, termina en el estómago de los comensales citadinos, quienes luego compran esas verduras para su alimento diario.

Son muchas las investigaciones universitarias que alertan acerca de la calidad de aire de la ciudad, constituido por una mezcla de partículas de dióxido de carbono, tierra y basura, que están ocasionando problemas respiratorios a los adultos y raras mutaciones de resfríos en los niños. Bebés ya están naciendo con asma y complicaciones pulmonares porque sus mamás respiran aire contaminado, con niveles de ciudades como Santiago de Chile o México D.F.

Se estima que en Cochabamba existe, en promedio, al menos dos autos por familia. En los últimos dos años el parque automotor creció en cuatro por ciento y a pesar de que Cochabamba es tercero en población después de Santa Cruz y La Paz, tiene 50 por ciento más de transporte público que esas dos ciudades, lo que resulta absurdo en una ciudad que se puede recorrer en bicicleta o a pie sin ningún problema. Y la falta de agua potable, la tala indiscriminada de árboles y la quema constante se suman a la larga lista de problemas.

El primer gran fenómeno migratorio dentro de Bolivia ocurrió después de la revolución del 52, en el que las familias migraron del campo a la ciudad (que podríamos llamar migración social), lo que ocasionó un crecimiento sin ningún tipo de planificación urbana en las principales ciudades del país. El segundo se llevó cabo entre 2005 y 2015, en donde el principal desplazamiento se llevó a cabo principalmente hacia la ciudad de Santa Cruz en busca de mejores oportunidades laborales por la falta de empresas y trabajo estable (migración económica) y, en su lugar, estas ciudades desplazadoras recibieron familias de ciudades menores, quienes tenían la esperanza de ocupar esos espacios llevando consigo sus tradiciones y costumbres, muchas veces atentatorias contra el medio ambiente, y el tercero que es el que se ve venir  en los próximos años es una migración ambiental. Este último va a generar que la gente de diferentes puntos del país tenga que migrar a otras ciudades no por mejores ingresos, sino para escapar de los efectos del cambio climático, la falta de acceso al agua y la aparición de nuevas enfermedades y virus. Si sumamos todas las variables descritas, Cochabamba no se va a convertir en una ciudad donde la gente quiera ir a vivir, sino un lugar del cual escaparse.

Resulta claro que ya no son suficientes los días del peatón o campañas de reforestación masiva de árboles, mucho menos dejar de usar pajillas en las bebidas. Ese tiempo ya pasó y representan solo parches al problema que se avecina. Las proyecciones para Cochabamba no son nada alentadoras y un colapso es inminente, si no se toma la seria decisión de una agenda política con todos los actores de la sociedad que incorporen a la sostenibilidad, la innovación y la tecnología. En estos momentos, los cochabambinos se hallan discutiendo acerca del trazo de la línea de un tren eléctrico. Algunas preguntas al respecto: ¿Será que un tren resuelve el tema ambiental cuando aún el parque automotor es el más grande del país? Si el agua se acaba, ¿con qué va a funcionar un tren eléctrico?

Los cochabambinos y cochabambinas deben dejar de lado las disputas sin sentido para comenzar a trabajar en un proyecto común si aún quieren seguir gozando del lugar en el que viven.

Escribo esto con la esperanza de volver a leer esta columna en los próximos 20 años y espero haberme equivocado.

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1 Comentarios

  1. Buen diagnóstico, de algunas variables sobre problemas de Cercado (Capital de Cochabamba). Sería interesante proponer respuestas y acciones para superar los problemas en el corto, mediano y largo plazo. Me gustó el artículo. Felicidades.

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