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Por Nicole Sánchez* //

En Bolivia nos encontramos en un momento preelectoral y a medida que nos acercamos a un nuevo proceso de elecciones, el valor de nuestros datos personales adquiere una relevancia inquietante. En un contexto donde los partidos políticos buscan incrementar sus filas de militantes, se han reportado prácticas alarmantes de recolección de datos personales. 

¿Qué está ocurriendo y por qué debemos preocuparnos?

En los últimos meses, en diferentes ciudades del país se han observado puestos que ofrecen una tarjeta de 10 bolivianos “gratis” a cambio del llenado de un formulario, en algunos casos dicen que es para formar parte o ser militante de un partido político, en otros simplemente piden llenar la información a cambio del “regalo”. Todo esto vulnera los derechos sobre los datos de los y las ciudadanas, ya que debemos tomar en cuenta que la ideología política, religiosa o partidaria llega a ser un dato sensible personal que revela mucho sobre una persona a través de un proceso que parece tan inofensivo y fácil, como es el llenado de un formulario. 

¿Qué ocurre con estos datos?

Los datos recolectados, muchas veces sin un propósito claro o informado de manera adecuada, son utilizados por los partidos para inflar listas de militantes, simular apoyo político o segmentar campañas de manera más efectiva. En ocasiones, estas bases de datos terminan en manos de terceros, sin el consentimiento de las personas afectadas. Esto no sólo vulnera el derecho a la privacidad, sino que también abre la puerta al fraude, robo de identidad y manipulación.

En Bolivia, no contamos con una ley integral de protección de datos que regule estrictamente estas prácticas. Esto significa que, una vez entregados, nuestros datos quedan desprotegidos y expuestos a posibles abusos. Estas acciones son otro resultado de la falta de normativa específica, ya que caso contrario se exigiría que la solicitud de datos sea bajo un consentimiento informado, sabiendo las y los ciudadanos el objetivo de la misma y sus alcances.

Consecuencias

Un efecto de esto es la limitación sobre el derecho de libertad ciudadana de elección, ya que la entrega de los datos tiene implicaciones profundas: una inscripción de militancia de partidos políticos sin un conocimiento o consentimiento real e informado, afectando a las y los ciudadanos en posibles escenarios futuros, especialmente si necesitan mantenerse neutrales por cuestiones laborales o personales. Además, al no saber quién tiene acceso a esta información, se corre el riesgo de que sea utilizada para fines más oscuros, como campañas de desinformación.

En el ámbito digital, los datos personales recolectados pueden integrarse en estrategias de segmentación electoral. Esto permite a los partidos crear mensajes dirigidos específicamente a ciertos perfiles, influyendo en las decisiones electorales de manera más sofisticada, un fenómeno conocido como "microtargeting político" ( el microtargeting político es una estrategia de comunicación utilizada en campañas electorales y políticas para enviar mensajes altamente personalizados a segmentos específicos de la población, con el objetivo de influir en sus decisiones y comportamientos políticos).

¿Cómo actuar?

Es necesario crear conciencia, es crucial que las personas comprendan el valor de sus datos y las consecuencias de entregarlos sin pensar en las consecuencias. Cada vez que proporcionamos nuestra información personal, estamos otorgando un fragmento de nuestra identidad.

Debemos preguntarnos: ¿Para qué se usarán mis datos?, ¿quién tendrá acceso a ellos?, ¿existen garantías de que no serán compartidos o vendidos? Además, debemos exigir la creación de una ley de protección de datos que establezca medidas de uso de datos responsable, así como sanciones claras contra estas prácticas y que se proteja el derecho a la privacidad de todas las y los bolivianos.

Debemos ser críticos y no dejarnos llevar por incentivos momentáneos. Informarnos, denunciar prácticas irregulares y educar a otras personas, buscando construir una sociedad más consciente y protegida.

En este escenario preelectoral, recordemos que nuestros datos valen más que un trago o una tarjeta de crédito para el celular. Son un reflejo de quiénes somos y debemos protegerlos con el mismo cuidado que protegemos nuestra libertad y dignidad.

*Nicole Sánchez es Coordinadora de Protección de datos de Fundación InternetBolivia.org

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