A propósito de las vacunas y la prevención

La base de la prevención es la “Evaluación de Riesgos”, herramienta que permite al empresario y al trabajador comprender a qué se expone en un determinado trabajo y, por tanto, qué medidas preventivas debe tomar en cuenta y aplicar si no quiere enfermarse o sufrir un accidente.

A nivel teórico, las medidas preventivas tienen una jerarquía y las que se ubican en los tres primeros lugares (1, 2 y 3) son las que primero deben ser aplicadas cuando se habla de prevención:

1. Eliminación: Eliminar la fuente que causa el daño
2. Sustitución: Sustituir la fuente de daño por una más tolerable o menos dañina
3. Medidas de ingeniería: Medidas robustas relacionadas en su mayoría con tecnología, barreras físicas o equipos que ayudan o permiten aislar al individuo del daño
4. Medidas administrativas: Son aquellas medidas que acompañan la gestión de riesgos; pero solas no son 100% efectivas y, por eso, se las suele combinar con otras como capacitaciones, procedimientos, señalética, etc. Y buscan de alguna manera modificar o mejorar la forma en que se trabaja
5. Equipos de Protección Personal o EPP: Equipos destinados a proteger al trabajador. Es la última barrera que una persona tiene para evitar estar en contacto con el peligro

Ahora bien, con lo explicado estamos en condiciones de ver dónde están las vacunas en las medidas de prevención establecidas para la Covid-19. La jerarquía de control de riesgos genérica para el peligro “coronavirus” y el riesgo de contraer la Covid-19 son:

1. Eliminación: Cuarentena total
2. Sustitución: Vacunación
3. Medidas de ingeniería: Ventilación en el área de trabajo, barreras físicas como mamparas, estaciones de desinfección
4. Medidas administrativas: Controles de salud al personal, protocolo de bioseguridad, procedimientos de desinfección de manos y superficies, señalética, capacitación
5. Equipos de Protección Personal o EPP: Uso de barbijo por parte de todas las personas y de acuerdo al nivel de exposición, otro tipo de protección adicional como caretas, trajes de bioseguridad y guantes

En la jerarquía de control de riesgos, lo que se pretende es aplicar una secuencia lógica de medidas que parten siempre de las más robustas y eficientes, pero cuando estas no pueden aplicarse se va bajando de nivel hasta llegar al EPP. Sin embargo, mientras más abajo estamos (medidas administrativas y EPP), menos efectividad tienen las medidas porque dependemos del nivel de responsabilidad de la gente para cumplir los procedimientos, acatar las normas o en su defecto usar los EPPS. Cuando el factor humano entra en juego, muchas cosas se caen.

Ahora analicemos la jerarquía y la posibilidad de controlar el riesgo de una manera más efectiva y relativamente pronta. ¿Una cuarentena total es viable? No, porque económicamente no es viable, por tanto, el siguiente nivel que debe interesarnos atender y cumplir como una medida y luz al final del túnel es la vacunación, y ojo, cualquier vacuna, porque si su efectividad es de 50% a 79% o 92%, siempre será mejor que 0%.

En resumen, estamos ante una encrucijada: vivimos más de un año en medio de una pandemia y no hemos logrado mitigar los impactos negativos de esta; la economía pende de un hilo con todas las realidades que eso implique como gente que ha perdido su empleo y negocios quebrados, además de otros problemas como el luto en las familias, el personal de salud “quemado” por el cansancio y la exposición que ha tenido al virus durante todo este tiempo, etc.

La verdad es que ante los mitos, los nuevos descubrimientos y la falta de disciplina de las personas, nos toca mirar nuevamente la jerarquía de control de riesgos y apostar por la medida de la vacuna. Jerárquicamente hablando es la más eficiente, pero ello conlleva quitarnos estigmas que hemos creado como sociedad y apostar por ella como la única luz que hoy tenemos al final del túnel. No hacerlo significa que desde las medidas de ingeniería para abajo seguiremos en un bucle hasta que el mundo alcance inmunidad colectiva. Es decir, estaríamos unos tres años como hemos estado hasta ahora, pero con muchas más muertes. Y todo es, entonces, incierto porque con las mutaciones del virus, aún no sabemos cómo se comportará a futuro.

Por otro lado, cabe mencionar que para que la vacuna sea esa medida eficiente que necesitamos, por lo menos un 70% de la población debe recibirla. Sin embargo, al estar en una situación desfavorecida como país, esto puede tardar al menos unos dos años o más tomando en cuenta la lentitud con la que actualmente se suministra la vacuna. Esto significa que tener la vacuna no logrará bajar las curvas de contagio.

¿Qué debemos hacer entonces?

• Quienes puedan recibir la vacuna cuanto antes de acuerdo al cronograma elaborado, háganlo.
• Cumplan con las recomendaciones sanitarias para evitar las complicaciones de la vacuna, entre ellas hay algunas asociadas al consumo de alcohol y medicamentos.
• Con o sin vacuna debemos mantener las medidas de bioseguridad mínimas: uso de barbijo, desinfección de manos, desinfección de superficies, ambientes ventilados, evitar las aglomeraciones, para evitar la “falsa seguridad” de decir que con la vacuna lo tenemos todo y después estallar en casos como lo están viviendo otros países.
• Evitar las campañas de desinformación acerca de la vacunación. Si alguien no desea recibir la vacuna es su decisión; pero no tiene derecho alguno a tratar de influir en otras personas porque eso no es responsable.
• Las empresas deben coordinar con los EGS para inmunizar a la mayor cantidad posible de sus trabajadores y trabajadoras, porque en la fuerza laboral está la posibilidad de una reactivación económica sostenible.

Total, tenemos una potencial solución para salir de esta terrible pesadilla, digo potencial porque depende de nosotros que sea efectiva. ¿Estás dispuesto/a a apostar a la única medida que nos queda para frenar este virus que nos ha cambiado la vida de la noche a la mañana?