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Textos Daniel Bernardo Oropeza Alba* y Fotos del Archivo y de la Biblioteca Armando Alba (Bolivia)

Domingo 20 de octubre de 2019.- Armando Alba es para la Casa de Moneda lo que Gunnar Mendoza significa para el Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia. Ambos dedicaron su vida y sus esfuerzos a la recuperación y conservación del patrimonio nacional y la conformación de los centros culturales a los que dirigieron con toda pasión y entrega. Este artículo va en memoria de Armando Alba, que falleció el 20 de octubre de 1974.

Armando Alba, intelectual, periodista y fundador de Gesta Bárbara.

A principios de 1900, el edificio patrimonial de la segunda Casa de Moneda de Potosí se caía a pedazos. En 1908 dejó de acuñar monedas y, al terminar su etapa industrial, se encontraba en lamentables condiciones, “convertida en galpones, corrales, depósitos de materiales viejos, oficinas auxiliares de la administración fiscal, etc., habiendo sufrido su estructura toda suerte de modificaciones momentáneas como cuando se instaló provisionalmente oficinas de correos y, más antes, juzgados y cárcel”, sin que se hubiese efectuado un adecuado mantenimiento. Incluso no faltó la descabellada idea de abrir tiendas para arrendamiento en la parte posterior que se encuentra en la comercial calle Bolívar para percibir algunos ingresos económicos.

Parecía que este enorme edificio estaba condenado a desaparecer, como sucedió con la Casa de Moneda de Cuzco que fue demolida irremediablemente. Sin embargo, surgió un movimiento cultural que reflexionó sobre la importancia de rescatar y conservar el patrimonio arquitectónico potosino como la más genuina manifestación de la identidad regional liderado por intelectual y periodista Armando Alba, fundador de Gesta Bárbara. En 1929 presentó al presidente Hernando Siles un proyecto de restauración de la Casa de Moneda para convertirla en museo y espacio cultural, argumentando, entre otras cosas, “que económicamente sería factible el arreglo del edificio, ahorrando ingentes sumas que invertirse en nueva edificación.”

La Guerra del Chaco cambió las prioridades de los bolivianos y Alba, siendo diputado nacional, se enlistó de voluntario en la Guerra del Chaco, desde donde actuó como corresponsal para los diarios locales. Con el cese de hostilidades retomó su proyecto y consiguió el financiamiento para emprender esta gigantesca tarea.

Urgía encontrar un profesional de talento que tuviese la capacidad de intervenir en el edificio y, a través de amigos en común, logró contactarse con el célebre arquitecto argentino Mario José Buschiazzo, de gran trayectoria en la restauración de monumentos históricos en su país, a quien le ofreció participar en este monumental proyecto. En 1938, con la Sociedad Geográfica y de Historia, recibían a este ilustre visitante en la Villa Imperial para empezar los trabajos.  

La carta que le envió Armando Alba al célebre arquitecto argentino Mario José Buschiazzo.

Buschiazzo quedó fascinado con el edificio, del que tenía un conocimiento enorme. Pudo determinar con facilidad los elementos arquitectónicos originales y las añadiduras toscas posteriores. Había estudiado a detalle los planos originales que reposan en el Archivo General de Indias y empezó a esbozar el proyecto de restauración. En su estadía de 1938 también capacitó a los albañiles y maestros contratistas en las técnicas que debían seguir para intervenir en el edificio. Sin embargo, sus funciones como Presidente de la Comisión Nacional de Museos y Monumentos Históricos de la Argentina no le permitieron permanecer mucho tiempo y la restauración tuvo que continuar a la cabeza de Alba con las recomendaciones e instrucciones técnicas de Buschiazzo desde Buenos Aires.

El arquitecto argentino Buschiazzo estuvo en Potosí en 1938 para capacitar a los albañiles y maestros contratistas en las técnicas que debían seguir para intervenir en el edificio.

Así se cumplió la primera fase de la restauración del edificio, se limpió las salas, retiraron todo tipo de escombros y trastes que se habían acopiado en los patios convertidos en corrales, se intervino los muros, retejaron los techos con la mejor técnica y se limpió las salas de fundición excepto una para vestigio de las labores industriales, que hasta nuestros días luce así y es mostrada por los guías del museo. Al equipo se sumó el arquitecto uruguayo Juan Giuria y en Potosí fueron notables los trabajos del maestro contratista Marcelino Vega Campos.

Una nueva intervención se realizó a finales de 1970, que realizó cambios de cubiertas y restauración general de la fachada para completar la restauración de la Casa de Moneda de Potosí, que hoy en día es el símbolo más importante de la cultura potosina y la ceca más emblemática del continente.

El arquitecto de la restauración

Mario José Buschiazzo fue un notable arquitecto argentino, pionero del rescate del patrimonial arquitectónico en su país. Fue Presidente de la Comisión Nacional de Museos y Monumentos Históricos de la Argentina. Intervino en la restauración del histórico Cabildo de Buenos Aires, de la Casa de la Independencia en Tucumán, el Palacio San José actual Museo Histórico Nacional de Argentina, las ruinas jesuíticas de San Ignacio Miní y, según sus propias palabras, su más importante intervención fue la restauración de la Casa de Moneda de Potosí. Fundó el Instituto de Arte Americano e Investigaciones Estéticas que actualmente lleva su nombre. Falleció en 1970. 

(*) Daniel Oropeza es socio de número de la Sociedad de Investigación Histórica de Potosí (SIHP).

Nace la guía de periodismo económico “Traduciendo cifras a noticias” de Viviana Ariñez

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