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Por Óscar Córdova Sánchez, estudiante universitario y gestor cultural para Guardiana (Bolivia)

Jueves 29 de julio de 2021.- La tranquilidad en Cochabamba de principios del siglo XX daba la impresión de que allá vivían personas profundamente religiosas, mientras una silenciosa crisis se avecinaba con el ausente desarrollo urbano y económico. En tierra cochabambina nació el 27 de febrero de 1921 el semanario tipo revista llamado Arte y Trabajo de la mano de Cesáreo Capriles López que luego se encargaría de agrupar a lo más selecto de la juventud cochabambina para dar voz a ciertas inquietudes y malestares de ese momento, logrando con el tiempo que estos jóvenes den rienda suelta a sus ideas que influirán a nivel nacional en las siguientes décadas.

La dinámica social en esos tiempos en Cochabamba se reflejaba en la subordinación a la religión católica, el consumo excesivo de alcohol y la pobre modernización urbana; que fueron claves para entender la ideología de Cesáreo Capriles López y la creación del semanario Arte y Trabajo.

El semanario salió el 27 de febrero de 1921, con un tiraje de 500 ejemplares. El pequeño equipo estaba encabezado por su director Cesáreo Capriles; el redactor Roberto Weiler y el administrador Roberto Escobar. El semanario costaba 20 centavos y se podía obtener en el Parque 14 de Septiembre y en la imprenta de F.O. Cuenca.

¿Qué tipo de producto periodístico era? Para Nirvardo Rodríguez, fue una "revista cultural, que comprimía temas políticos con una variedad de temas literarios y de actualidad", con un énfasis por la propaganda comercial de productos y servicios.

Con respecto al contenido del semanario que en parte reflejaba la lucha contra la tiranía "democrática" del gobierno de Bautista Saavedra, también se podía encontrar el apoyo hacia la Federación Obrera Local Cochabambina; además de “cuentos, noticias, humor, dibujos, grabados, poesías, unas cuantas caricaturas y también artículos y debates literarios y científicos”, a decir de Huáscar Rodríguez.

La conformación del semanario se basó en la postura ideología de Capriles, calificado como "ácrata de convicción y temperamento". La ideología sobre la que se basaba era denominada anarquía individualista, definida como “la lucha contra el principio de autoridad”, siendo primordial la exaltación del “yo”; además, el antipoliticismo, anticlericalismo y la educación libertaria. Asimismo, se autoformó en la minería, farmacología y astronomía; muy aparte de su dote aventurero que lo llevó, en los años 50, al Chapare para desaparecer totalmente.

Puedes leer un texto de Capriles: Los tiranos del pensamiento

Si bien Arte y Trabajo tuvo una buena recepción, la ideología misma con la que se creó se fue desvaneciendo y dio luz a otras ideologías propuestas, en este caso, por jóvenes universitarios.

Para entender las nuevas ideas de los universitarios, debemos analizar la lectura de varios libros en boga de ese momento. Esto será determinante y permitirá que Arte y Trabajo adquiera una finalidad ideológica progresista con una clara tendencia izquierdista.

Augusto Guzmán, que formó parte del corpus de redactores del semanario, menciona que las lecturas se centraban en autores como José Vargas Vila, Vicente Blasco Ibañez; autores rusos como Dostoyevski, Tolstoi, Gorki, Andréiev y más que nada Lenin y Trotsky. Sin embargo, la condición de anticlericalismo con la que se formaron estos jóvenes de los años 20 fue a partir de las lecturas de Anatole France que impuso un "descreimiento religioso... que cruzaba la edad del ateísmo, anticlericalismo y revolución social".

Entre los jóvenes más inmiscuidos en la formación de una nueva tendencia y con la convicción de hacer Arte y Trabajo núcleo de sus inquietudes, estaban José Antonio Arze, Carlos Montenegro, Augusto Céspedes, Ricardo Anaya, Carlos Walter Urquidi, Roberto Hinojosa y José Cuadros Quiroga, entre otros.

Este fenómeno denominado la "tribuna libre del pensamiento cochabambino" fue creciendo en su demanda, pero desapareciendo en su forma anárquica. Entre otros colaboradores externos también estuvieron Man Césped, Adela Zamudio, Franz Tamayo y Gregorio Reynolds.

Aunque Capriles escribió pocas veces para el semanario, cuando lo hizo destacó su desdén por la falta de "higiene popular", declarándose antialcohólico y bautizó al artesano cochabambino como "un animal anfibio que vive entre la chicha y la política".

Un caso polémico fue el de Carlos Montenegro, de 19 años, y José Antonio Arze, de 17 años, por sus artículos anticlericales. Montenegro en una nota afirmaba que Jesucristo era un hombre sin "divinidad". Al enterarse de este contenido el "abanderado del catolicismo ortodoxo" de Cochabamba, monseñor Francisco Pierini, no tuvo compasión y Montenegro fue excomulgado; mientras Arze, que en otra firmó como Espartaco, tuvo una sanción sin muchos inconvenientes.

Con el paso de los meses, Capriles de a poco terminó decepcionándose de la ruta que seguía Arte y Trabajo y, por este motivo, dejó a José Antonio Arze como director del semanario y así se fueron sucediendo otros directores mientras Capriles buscó otros emprendimientos y nunca más volvió a la Dirección de este producto periodístico.

En 1929, los jóvenes Guzmán, Montenegro, Céspedes y Arze tomarían rumbos diferentes y otros emergentes grupos colaborarían para que no desaparezca Arte y Trabajo. La revista duró hasta 1934, aún con la difusión de más de 300 ejemplares en plena Guerra del Chaco.

Podemos afirmar que, si bien no tuvo un objetivo para la divulgación anarquista, fue el caldo de cultivo para el desarrollo de las nuevas ideas entre los más jóvenes, que con el tiempo tuvieron un fuerte impacto en la política boliviana.

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