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Por Marc Fröhling & Sebastian Schmidt para Coliquio

Viernes 28 de octubre de 2022.- Ronald. D. Gerste es médico e historiador. Desde su época de estudiante, le ha fascinado la importancia de los factores médicos en el transcurso de la historia. El Dr. Gerste ha vivido durante muchos años como corresponsal y autor de libros en Washington, D. C., Estados Unidos, donde escribe principalmente para el Neue Zürcher Zeitung y el FAS, para Damals, para el Deutsches Ärzteblatt y otras revistas científicas.

En esta entrevista el Dr. Gerste habla sobre el largo calvario de uno de los grandes compositores de la música barroca, quien compuso más de 1.000 piezas y es mundialmente conocido: Johann Sebastian Bach.

En la crónica obituaria de Johann Sebastian Bach, el autor del artículo señala que tenía una "expresión de bobo por naturaleza". ¿Qué significa esto y cuál era la aflicción de fondo de Bach?

Dr. Gerste: A los oídos de hoy, esto suena más descortés de lo que debió haber sido entonces. Simplemente describe un defecto visual. Probablemente se trataba de miopía, es decir, visión corta. Johann Sebastian Bach muestra un historial típico: largas horas de trabajo (leyendo, escribiendo, componiendo) desde una edad temprana y normalmente en condiciones de luz desfavorables. Las condiciones son similares hoy en día, ya que hasta el 90% de los adolescentes, especialmente en los países del sudeste asiático, son miopes debido a su trabajo predominantemente a corta distancia (además de leer/realizar tareas escolares, también utilizan computadoras, tabletas y teléfonos inteligentes).

En el más famoso y presumiblemente único retrato auténtico de Bach, realizado por Elías Haussmann en 1746, se aprecian pequeñas arrugas en la raíz de la nariz y en el entrecejo. Son el resultado de años de entrecerrar los ojos en un intento de ver más claramente, lo que se conoce popularmente como líneas de ceño fruncido.

Independientemente del nivel social, en tiempos de Bach las operaciones eran empeños que ponían en peligro la vida del paciente. ¿Cuál era la situación del desarrollo quirúrgico en esa época?

Es importante tener en cuenta que estamos hablando de una época alrededor de cien años antes de los dos logros más importantes de la cirugía moderna: la introducción de la anestesia y la antisepsia. Por ello, cada intervención quirúrgica no solo era un tormento para los pacientes, sino que también era una puerta de entrada para los agentes patógenos, debido a que los instrumentos se limpiaban superficialmente en el mejor de los casos y a las manos no lavadas de los cirujanos. Mucho de lo que hoy damos por sentado era imposible en esas condiciones, como una apendicectomía o una colecistectomía. La cirugía trataba heridas, especialmente durante las numerosas guerras. Por otro lado, la extracción de cálculos de la vejiga (litotomía) y la punción de las cataratas (reclinación del cristalino) eran las intervenciones más importantes.

En el caso de Bach, sus cataratas hicieron que la cirugía fuera inevitable. En aquella época, la realizaban los llamados "cataratistas". ¿Qué se sabe de sus métodos de trabajo y de su formación médica general?

La punción de cataratas tuvo sus orígenes en la antigüedad. El cristalino nublado se desprendía de su anclaje con una aguja y se hundía en la cámara anterior o en el humor vítreo. Ambas condiciones eran extremadamente propensas a las complicaciones. Especialmente el glaucoma secundario y la endoftalmitis (una infección bacteriana o fúngica de todas las estructuras del ojo, hoy en día considerada como máximo accidente previsible, afortunadamente muy raro en cirugía oftálmica) eran la norma posoperatoria más que la excepción.

Ya fuesen cataratistas, aljibistas, barberos o cirujanos: sea cual fuera el nombre de los cirujanos, solían aprender con un representante experimentado del gremio. Se consideraba a este grupo profesional como un gremio. La cirugía académica, sin embargo, no surgió hasta finales del siglo XVIII y en muchos lugares fue más bien a partir del siglo XIX.

Bach se topó con el que probablemente era el más famoso de los cataratistas de la época: John Taylor. ¿Qué se sabe de Taylor? ¿De dónde procedía y en qué se fundamentaba su reputación?

Taylor procedía de una familia de cirujanos. Su hijo y su nieto también se dedicaron a esta profesión. Su educación no era en absoluto mala, si se compara con las circunstancias de la época. Estudió con el famoso cirujano William Cheselden en Londres. Como muchos cirujanos de heridas y cataratistas, Taylor ejercía su profesión viajando, por lo que él mismo acudía a los pacientes. Sus prácticas de relaciones públicas eran de lo más vanguardistas: a su próximo destino, solía mandar a sus colaboradores, que se presentaban antes que él, para publicar textos en las gacetas anunciando la inminente llegada del maestro. Allí le esperaban los pacientes ya invidentes, porque las cataratas de los afectados estaban maduras o incluso hipermaduras (algo que hoy prácticamente ya no se encuentra), es decir, el cristalino estaba nublado de forma blanquecina. Un ejemplo del culto que forjó en torno a su persona fue el colorido carruaje de lujo en el que viajaba y que estaba decorado con numerosas imágenes de ojos.

El hecho de que solo permaneciera en un lugar durante unos días era casi una necesidad laboral: al cabo de unos días se ponían de manifiesto las mencionadas complicaciones, difícilmente evitables. Por lo tanto, era mejor haber abandonado ya la ciudad. El propio Taylor admitió en una ocasión que había provocado la ceguera de varios cientos de personas tan solo en Suiza.

Cirugía de cataratas (circa 1746)

Volviendo a Bach: ¿Cómo se desarrolló la operación de Taylor sobre el famoso compositor?

Según lo que sabemos (las fuentes no son del todo claras), Taylor operó a Bach dos veces a finales de marzo y principios de abril de 1750. Después de eso, Bach quedó ciego. Sorprendentemente, unos años después, Taylor operó a George Friedrich Händel, otro de los grandes de la música europea. El ojo (o los ojos) de este último habían sido preoperados. También Händel estaba o permaneció ciego.

Pocos meses después del tratamiento de Taylor, Johann Sebastian Bach murió. ¿Estuvo su muerte relacionada con la intervención del cataratista?

Hay especulaciones al respecto, por supuesto. Transcurrieron exactamente cuatro meses entre la primera operación y la muerte de Bach. Es demasiado tiempo para que una septicemia sea una consecuencia directa de la operación. Pero tengamos en cuenta que a la herida de la punción de la catarata no se le hizo ninguna sutura. Bach pudo haberse frotado el ojo ciego y seguramente adolorido (¡glaucoma secundario!) y entonces haber reabierto la burda incisión. Así, se habría abierto de nuevo un puerto de entrada para los gérmenes patógenos.

Glaucoma secundario y endoftalmitis, antes y ahora

Sobre todo, el glaucoma secundario y la endoftalmitis eran la norma postoperatoria más que la excepción. El glaucoma secundario (en el que, a diferencia del glaucoma primario, existe una causa claramente identificable para el aumento de la presión intraocular) era muy frecuente tras la operación de cataratas porque, a diferencia de la operación de cataratas actual, el cristalino no se extraía del ojo y ocupaba un lugar en el órgano anatómicamente muy estrecho al que no pertenecía. Por lo tanto, se producían aumentos de presión porque las vías de circulación del humor acuoso quedaban desplazadas y también porque la cirugía cruda desencadenaba una reacción inflamatoria masiva.

Usted mismo está especializado en oftalmología. ¿Cómo es la cirugía de cataratas hoy en día?

La cirugía de cataratas es hoy en día un procedimiento quirúrgico muy común. También es único: mientras que la mayoría de las operaciones tratan de restituir el estado del órgano a como se encontraba antes de la enfermedad, la cirugía de cataratas puede conducir a una mejor funcionalidad de la que nunca había tenido el paciente en su vida adulta. Esto ocurre, por ejemplo, cuando al elegir una lente intraocular de la potencia necesaria, se resuelve también una visión defectuosa que existía desde la infancia. El paciente, a la edad de, digamos, 70 años, vuelve a ver de forma excelente, sin gafas ni lentes de contacto, por primera vez desde la escuela primaria.

Lo extraordinario: las operaciones de cataratas actuales suelen requerir solo una apertura de menos de 2 mm de tamaño. A través de esta abertura se inserta una lente intraocular plegable después de que el cristalino nublado se haya fragmentado con ultrasonidos o con un láser de femtosegundos y se hayan succionado los fragmentos individuales. La experiencia típica del paciente de hoy en día es completamente diferente a la de Bach: aún en la sala de reposo después de la operación, al mirar por la ventana, uno constata la nueva y normalmente muy buena agudeza visual. ¡Es una intervención con un "efecto eureka" inmediato!

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