Por Carlos Tellería para Guardiana (Bolivia), imagen principal: www.freepik.com
Jueves 21 de enero de 2021.- Una psicóloga levanta el teléfono y del otro lado de la línea gratuita llega la voz de un joven que dice estar decidido a saltar de uno de los puentes de la ciudad de La Paz. La voluntaria que recibió la llamada se contactó con la coordinadora de colaboradores de Familia Segura. Esta se dirigió al lugar en su vehículo y consiguió disuadir al suicida y evitar una desgracia.
Ese joven tiene entre 19 y 20 años. Recibió el apoyo psicoemocional de profesionales que regalan su tiempo en Familia Segura, una iniciativa impulsada por el Fondo de las Naciones para la Infancia (Unicef) y otras instituciones para responder al impacto de la pandemia de la Covid-19 en niñas, niños y adolescentes, y sus cuidadores adultos. La atención llegó también a otros grupos generacionales.
La oficial de Protección a la Niñez y Adolescencia de Unicef, Virginia Pérez, dijo a Guardiana que se anticipaba que el encierro en casa por la cuarentena y el hecho de afrontar una situación novedosa y sin control podían y pueden causar problemas no solo en la salud física, sino también en la salud mental.
Por esa razón, instó a la población a comprender la importancia de cuidar tanto a la una como a la otra porque hay una conexión entre ellas. Familia Segura ha encontrado casos de ansiedad, depresión y estrés.
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Entre abril y diciembre de 2020, Familia Segura recibió 42 de cada 100 llamadas de niñas, niños y adolescentes menores de 18 años en busca de apoyo emocional.
El segundo grupo en importancia es el de los jóvenes entre 19 y 25 años, quienes también llamaron. Luego están personas de otras edades (ver infografía).
Daños de doble impacto
Virginia Pérez está convencida de que el caso de ese joven que anunciaba su intención de saltar desde un puente es de aquellos que arrastran problemas anteriores que fueron agudizados durante la cuarentena en 2020. Dice que pudo haber terminado en suicidio, pero antes hubo etapas de sufrimiento.
A su juicio, los adultos están demasiado ocupados por los casos de contagio que se presentan, por los enfermos que deben ser atendidos y otros problemas que todo esto no les permite dar la atención que requiere la población más joven que no la pasa bien.
Según Pérez, la ausencia de ayuda psicológica puede causar problemas al desarrollo fisiológico, cognitivo y emocional de niñas, niños y adolescentes, y esto se verá reflejado en la sociedad dentro de una década.
Miles de llamadas
Familia Segura empezó a caminar en abril de 2020, semanas después del registro de los primeros casos de Covid-19 en Bolivia. En el primer mes fueron recibidas 2.375 llamadas a la línea gratuita 800-11-3040.
Empezaron a llegar telefonazos con casos de contención emocional, violencia en la familia, abusos sexuales, llamadas de niños que tenían algún familiar cercano enfermo, depresión de adolescentes…
Virginia Pérez dice que en los meses de mayor cantidad de llamadas había casos de ansiedad debido a la incertidumbre. Entre julio y agosto hubo numerosos contactos por duelo, pero luego las cifras fueron bajando junto con los registros de contagio y decesos por Covid-19; aunque hubo un nuevo pico en noviembre. A la par, se acercaba la Navidad y la gente parecía haber recuperado el buen humor.
Entre abril y diciembre de 2020, la línea gratuita recibió 26.611 llamadas. Las estadísticas dan cuenta de que la mayoría de los contactos eran hechos por niñas, niños y adolescentes. Los más pequeños tenían entre 7 y 8 años de edad, según Pérez.
¿Por qué motivos llaman?
Virginia Pérez indica que en los primeros meses había miedo al contagio en quienes llamaban, ansiedad por lo que podría suceder. También había gente con problemas en las relaciones en el hogar debido al encierro obligado. Las psicólogas atendieron llamadas de personas que tienen niños con necesidades especiales o con discapacidad.
De acuerdo a los datos según la edad, fueron registradas más llamadas de menores de 18 años. La funcionaria de Unicef dice que los contactos reflejaban preocupación y ansiedad por hechos de violencia en casa de la que habían sido víctimas o testigos, o duelo por alguna pérdida, o porque sus padres estaban enfermos o tenían que ir a trabajar.
Además, el anuncio de no retorno a clases presenciales fue un golpe duro, enfatiza Pérez, quien agrega que las y los pequeños no desarrollaron su capacidad de adaptación a la situación y han quedado expuestos a la violencia en internet y otros eventos dañinos para su salud emocional.
Las y los adolescentes mostraban angustia por lo que podría suceder en el futuro, había incertidumbre, pero también estaban así porque no podían reunirse con amigos o compañeros de colegio.
Según Pérez, quienes tenían unos años más encima mostraban preocupación por la inestabilidad laboral y por la economía familiar y la personal.
Los llamados de gente mayor de 35 años transmitían angustia por la salud de familiares, búsqueda de medicamentos, terapia intensiva, oxígeno y otros insumos para algún enfermo.
Los más adultos llamaban para saber qué hacer con la angustia y la ansiedad, pero también necesitaban consejos para acercarse a sus retoños que habían cambiado su comportamiento.
Pérez aclara que son muchos los motivos de las llamadas a la línea gratuita y considera la posibilidad de consultar con el equipo de voluntarias y voluntarios para reunir información más detallada.
Familia Segura es una iniciativa de Unicef y de instituciones de Gobierno, la Fuerza Especial de Lucha Contra la Violencia (FELCV), la Universidad Católica Boliviana, el Colegio de Psicólogos de La Paz, el área de salud mental del Hospital de Clínicas y el Servicio Departamental de Salud de La Paz (Sedes).
Atención en tres niveles
Virginia Pérez explica que la atención de Familia Segura se aplica en tres niveles. El primero tiene que ver con la contención emocional en la que se dan consejos sobre las habilidades parentales para una mejor relación con hijos e hijas, autocuidado, manejo del estrés… Dice que a ella, por ejemplo, le ayuda mucho respirar profundamente para disipar la ansiedad.
Si los casos son más complicados, las y los psicólogos clínicos pueden iniciar terapia a distancia. Cuando se identifican problemas más críticos y urgentes, como aquellos relacionados con suicidios, son derivados a los equipos de psiquiatría en coordinación con el Sedes.
También coordina con los servicios de protección al menor, sobre todo con la Policía y las defensorías de niños y adolescentes en casos de violencia.
Invitación a las y los psicólogos
Familia Segura ofrece atención en todo el país. Las llamadas a la línea gratuita llegaron de todos los departamentos en 2020: La Paz, 10.591; Santa Cruz, 5.242; Cochabamba, 4.497; Oruro, 1.597; Beni, 1.277; Tarija, 1.038; Chuquisaca, 931; Potosí, 878 y Pando, 559.
“Es un trabajo duro –dice la Oficial de la Niñez y Adolescencia de Unicef–, pero les quiero animar porque es verdaderamente gratificante”. Este 2021 inicia con un rebrote de la Covid-19 y los desafíos están planteados.
Familia Segura está para quedarse, afirma Virginia Pérez. Dice que el contexto de la pandemia dio la oportunidad para lanzar la iniciativa de apoyo emocional y reflexión como se lo hace en otros países.
La línea gratuita 800-11-3040 está a disposición de la población todos los días, de 06:00 a 24:00 horas.
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