Texto Sergio Mendoza Reyes e ilustración Adrián Gonzales para Guardiana (Bolivia)
Lunes 13 de diciembre de 2021.- Con la aparición y masificación de las redes sociales en los últimos años, el machismo hoy también palpita en el campo virtual. Los comentarios que se difunden en los casos de violencia hacia las mujeres van desde la justificación de estas agresiones hasta la discriminación por el lugar de procedencia o preferencia política de las personas involucradas.
En una revisión de publicaciones que se refieren a hechos de violencia contra la mujer en Facebook se encontró decenas de este tipo de expresiones. Profesionales que abordan el tema de género coincidieron en que esto es un reflejo de la sociedad, donde las agresiones y la falta de respeto son comunes. “Lo interesante de las redes sociales es que ponen quizás de manera más nítida e inmediata percepciones arraigadas en la sociedad boliviana. Develan que somos una sociedad machista, profundamente violenta e irrespetuosa”, sostuvo Patricia Flores, investigadora feminista y comunicadora social.
La activista feminista Yessica Velarde resaltó que las publicaciones machistas en redes “muestran una realidad latente”: la violencia está inserta en la forma en la que nos relacionamos.
Y el experto en masculinidades y director del CISTAC, Jimmy Tellería, habló de una reconfiguración del machismo que se ha trasladado a las redes, donde las expresiones que aún mantienen a la mujer como objeto y la denigran se camuflan en comentarios menos directos. “Es como decir que no soy tan machista, sino soy micromachista”.
Justificar la violencia
“Son provocadoras”, fue el comentario a un video producido por el Padem sobre los últimos feminicidios ocurridos en el país. Este material, que buscaba recordar a las víctimas de esta extrema violencia, fue difundido por redes sociales el 8 de septiembre de 2021.
“La mujer tiene la culpa, los denuncian y otra vez están a picos a la semana. Si ven que es violento es a denunciar y alejarse totalmente”, escribió un usuario en el caso de una mujer asesinada en el municipio de La Guardia, en Santa Cruz. Eran las 17:00 del lunes 19 de abril del 2021, cuando Hernán Galarza, de 35 años, tomó un cuchillo y apuñaló 13 veces a su concubina, Fabiola Mamani Alvarado. Ella tenía 26 años y dos hijos. De acuerdo a reportes de prensa, el crimen fue cometido delante de la niñera, quien salió de la casa para pedir ayuda. Gracias a esto, los vecinos rodearon la vivienda y pudieron retener al feminicida hasta que la familia llegara al lugar. Dos días después, Galarza se declaró culpable y fue condenado a 30 años de cárcel.
“Luego andan haciendo plantones por la violencia y no se quieren ni ellas mismas (no todas). Ya ven que las maltratan en menos de un año de novios y ahí van de tercas a casarse para ver si cambia el celópata enfermo mental. Final predecible, los dos se lo buscaron”, fue un comentario por la muerte de una joven pareja: Sarah Arauco y Dagner Rojas. Ellos fallecieron el 27 de abril tras caer del piso 12 de un edificio en Santa Cruz. Eran enamorados y participaban de un programa televisivo. Las investigaciones apuntaron a que hubo una discusión y una pelea dentro el departamento, la mujer fue la primera en caer y después fue el varón. La Fiscalía abrió la investigación por feminicidio seguido de suicidio.
“Sí, es una cómplice, por su calentura pasó eso”. “Es una mala madre, por culpa de ella pasó eso. No pudo estar soltera y sacar adelante a sus hijos”. Estos fueron algunos comentarios en el caso de una menor de edad violada por su padrastro en Ivirgarzama, Cochabamba. Estos usuarios criticaban que una madre soltera consiguiera una pareja. La víctima, su hija, fue una adolescente de 15 años, quien quedó embarazada producto de las agresiones sexuales. De acuerdo a la información de los medios, las violaciones ocurrieron desde que la muchacha tenía ocho años y se conocieron recién en octubre de este año. El sindicado fue aprehendido y puesto ante la justicia.
“A la primera que abusó el padre debió hablar y contar a su madre. Pero se calló. Dejó luego que abusara el tío y sucesivamente el padrastro a cambio de un celular. Ya no me parece que haya sido abusada. Si ella igual agarraba cosas de ellos”, se publicó en el caso de una adolescente de 15 años, quien denunció haber sido violada por sus familiares en Tarija. El caso se conoció en septiembre del 2020, cuando la muchacha contó a su madre que su padre, tío y padrastro abusaron de ella en momentos diferentes, desde que ella era una niña.
Estos son sólo algunos de los comentarios que se encontró en la revisión de publicaciones referidas a hechos de violencia contra mujeres de distintas edades. Los mismos, como se ve, responsabilizan a las víctimas en lugar de a los agresores, atribuyéndoles errores, descuidos o malas decisiones.
La investigadora Patricia Flores indicó que si bien una persona puede ser víctima de una agresión por un error o descuido nada justifica el hecho ilícito. Además, resaltó que el 80 por ciento de casos de violencia hacia la mujer se dan en los círculos íntimos de la víctima, donde los autores son familiares, amigos o conocidos; es decir, donde se supone deberían estar más seguras.
Discriminación por procedencia y preferencia política
“Deberían investigar a la dueña del lugar, ella puede ser la asesina y cómplice del violador. No confíen en las paceñas, son malas, por eso yo no voy a La Paz, son malos”, fue el comentario en el caso de Telma Gareca, una mujer de 33 años, madre de cuatro hijos, asesinada el 14 de noviembre de este año. Ella era de Tarija, pero vivía en El Alto, donde trabajaba en un restaurante. Poco antes de su muerte decidió renunciar e irse a Chile a ganar unos pesos extra para los regalos de Navidad de sus hijos.
De acuerdo a las versiones de los familiares, el domingo en que murió, su jefa le hizo una despedida y la despachó en un minibús rumbo a su casa. Vecinos de la avenida Tiahuanacu, donde la Policía encontró el cuerpo, reportaron haber visto que el cadáver fue abandonado por personas a bordo de un minibús blanco. Los signos en su cuerpo coincidían con agresiones sexuales y asfixia por estrangulación.
“Bien hecho, por barzola”, fue la reacción de un usuario en Facebook ante la agresión a una mujer por parte del concejal alteño Daniel Ramos Quenta. El 19 de noviembre del año en curso hubo una reunión del MAS en El Alto, cuando Ramos, quien pertenece a este partido político, salía de allí, fue alcanzado por una mujer quien le dio un sopapo en el rostro. En un video se observa que él inmediatamente reaccionó con golpes de puño y patadas. La autoridad fue denunciada ante la Comisión de Ética del Concejo Municipal de El Alto.
“Es lamentable, los feminicidios en Santa Cruz y las estadísticas suben, pero hay que darse cuenta que en casi todos los hechos está involucrada gente del interior que llega a Santa Cruz y cometen este delito; y sin embargo tildan a los cruceños como feminicidas”, se lee en un comentario en el caso de Fabiola Mamani, la mujer quien murió por 13 puñaladas que recibió de su concubino, el 19 de abril del año en curso, en La Guardia, Santa Cruz.
Estos son algunos ejemplos en los que la atención ante un hecho de violencia contra la mujer se desvía hacia comentarios discriminadores.
La generalización
“Este maldito la mató y luego se mató. ¿Por qué decidir por una vida que no le pertenecía? Pinches cabrones, ¿por qué se obsesionan con una persona? Malditos criminales, desaparezcan ustedes que apestan y dejen que la otra persona siga en este mundo”, fue el comentario en el caso de la pareja de Calle 7 que murió tras caer del piso 12 de un edificio en Santa Cruz.
“Dios, ¿hasta cuándo? ¿Qué hacen las madres de familia al no proteger a sus niñas? Entendemos que los hombres son unos demonios, pero defendamos a nuestros hijos. Las autoridades tienen la obligación de parar estas acciones monstruosas de una vez”, se escribió en el caso de una niña de 12 años que fue violada en el área rural de Chuquisaca. La menor de edad fue internada en un centro médico a mediados de noviembre de este año para dar a luz. De acuerdo a los reportes de prensa, el hecho ocurrió en la Comunidad San Lucas, la niña se alejó de su madre cuando pasteaba sus cabras y en eso un desconocido la atacó.
Los comentarios mencionados tienden a generalizar a los hombres como criminales. La investigadora Patricia Flores resaltó, no obstante, que en comparación a los mensajes de odio hacia las mujeres, aquellos que tienen como objetivo a los hombres son mucho más reducidos. Esto se pudo evidenciar en la revisión que se hizo de las redes sociales.
La activista Jessica Velarde añadió que tanto hombres como mujeres pueden ser violentos, “pero se puede notar que quienes más sufren violencia son las mujeres. Esto no significa que las mujeres no seamos violentas, simplemente hay la suficiente cantidad como para decir que hay una razón de género para la violencia”.
La realidad es más lacerante que lo virtual
Así como las redes sociales son usadas para difundir mensajes machistas y promover el odio y la discriminación, también son utilizadas para reivindicar valores, todo depende del emisor, anotó el experto en masculinidades, Jimmy Tellería.
Flores reconoció que se debe trabajar en la familia, en el colegio, desde el Estado y los medios de comunicación para promover una sociedad donde prime el respeto y no se justifique la violencia de ningún tipo. Estos cambios no se dan de la noche a la mañana, sino que llevan tiempo y pueden verse en generaciones.
Sin embargo, la investigadora resaltó que lo que ocurre en la realidad y no en la virtualidad, es mucho más preocupante. En promedio cada tres días se da un feminicidio, cada día 13 mujeres son víctimas de un delito sexual, y los procesos en la vía judicial rara vez llegan a una sentencia condenatoria. “Lo que vemos en las redes es simplemente una amplificación de esta violencia que la vivimos cotidianamente como sociedad”.
ENTREVISTA
Psicoanalista: “Necesitamos cambiar las expresiones de odio para prevenir la violencia”
La palabra tiene poder. Los comentarios que se difunden incluso a través de las redes sociales construyen, también, la realidad. Por esto, las reacciones machistas y que promueven el odio no deben tomarse como algo menor, y se debe trabajar sobre ello como una forma de prevenir la violencia, sostuvo la psicoanalista especialista en derechos y género, Tahi Ábrego, quien respondió por escrito a esta entrevista.
¿Se puede señalar que el común denominador de los comentarios machistas en redes sociales es la justificación de la violencia hacia la mujer?
Sin duda las prácticas culturales se sirven de las redes sociales para impulsar y propagar valores sociales sexistas y favorecen la perpetuación de la violencia hacia la mujer reflejando las desigualdades que aún existen entre hombres y mujeres.
¿Qué análisis se puede hacer del tipo de personas que publican estos comentarios en redes sociales?
Las personas que publican esos comentarios en redes sociales son personas que ejercen violencia. Además, es importante reconocer que como muchas otras veces son actos anónimos, y son actos a distancia, sobre los cuales no se está ejerciendo un control estatal, por lo que existe una mayor impunidad.
Sumado a eso, ejercen una violencia que aumenta el daño causado, porque se reproducen muchas veces y contribuyen a la confluencia de múltiples perpetradores, ya que aunque el agresor principal sea el que lanza el comentario, también ejercen violencia quienes comentan positivamente y comparten los mensajes o comentarios sexistas o violentos que ridiculizan a las víctimas de violencia, o que realizan comentarios ofensivos, transmiten falsos rumores, emiten mensajes hostigadores u ofensivos y otros.
Estos hechos reflejan la estrecha correlación que existe entre la cultura patriarcal y las conductas de tolerancia que promueven y justifican la violencia de género.
¿Este tipo de comentarios en redes sociales contribuye de alguna manera a la naturalización de la violencia hacia la mujer y realmente no afectan en la realidad?
Considero que definitivamente estos comentarios sí afectan la realidad y se constituyen en un tipo más de violencia hacia la mujer. Los estereotipos sexistas se constituyen en violencia simbólica; o en muchos casos revictimizan a las mujeres que han sufrido hechos de violencia. No debemos olvidar que los estereotipos de los roles de género culturalmente transmitidos, perpetúan la posición subordinada de la mujer con respecto al hombre, y la violencia por razón de género contra la mujer.
Además, el efecto multiplicador de los mensajes que se transfieren en las redes sociales promueve el sostenimiento de creencias e ideas de odio y desprecio hacia las mujeres que alimentan los preceptos machistas y conforman un discurso violento y sexista hacia estas.
En relación a esto, recordemos que el Comité para la Eliminación de Discriminación contra la Mujer (es el órgano de expertos independientes que supervisa la aplicación de la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer), en la Recomendación General 35, ya señalaba entre los factores que contribuyen a la aceptación social explícita o implícita de la violencia por razón de género contra la mujer, y a la impunidad generalizada al respecto, aquellos relacionados con el género como la ideología del derecho y el privilegio de los hombres respecto de las mujeres, la necesidad de afirmar el control o el poder masculinos, imponer los papeles asignados a cada género o evitar, desalentar o castigar lo que se considera un comportamiento inaceptable de las mujeres.
¿Hay algo más que quisiera añadir?
Según el psicoanálisis existe un importante poder en “la palabra”. Necesitamos cambiar las expresiones y los discursos de discriminación y violencia en razón de género. Necesitamos abordar estos hechos para transformar los discursos de odio como una de las principales estrategias de prevención de la violencia. Pero, además, se requiere que se sancionen penalmente como lo que son, un tipo de violencia ejercida en línea. Y también se requiere que los medios de comunicación (en relación a cuyas noticias se realizan ese tipo de comentarios) tengan un tipo de control y restricción de comentarios estereotipados y eviten titulares y contenidos que culpabilicen a la víctima.
Este material fue elaborado con el apoyo del proyecto Vida Sin Violencia, de la Cooperación Suiza en Bolivia.
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