Por Malkya Tudela y fotos de Norma Mollo para Guardiana (Bolivia)
Lunes 5 de abril de 2021.- El lago Uru Uru no estuvo así siempre. Se formó en 1955 a partir de un rebalse del río Desaguadero. Está ubicado al sur de la ciudad de Oruro, a unos 15 minutos en carro, desde donde recibe todas las aguas contaminadas con metales pesados, residuos industriales y aguas de alcantarilla que le envía a diario la capital de Pagador.
Las fotografías de botellas plásticas acumuladas en el lago incomodaron a los usuarios de las redes sociales. El youtuber Werukesa se fue hasta el lugar a constatar lo que estaba pasando: “Por fotos lo puedes ver y dices: ‘Wow qué feo’, pero estando acá sientes el olor, sientes el aroma, es un paisaje muy desolador, un paisaje muy triste, más que todo con estas botellas que vienen del río Tagarete”.
El “mar de plástico” sensibilizó a la población y el alcalde electo Adhemar Willcarani se adelantó a llevar gente y maquinaria el pasado miércoles para intentar limpiar algo.
Si el relleno sanitario de Huajara está en el sector noreste, ¿cómo llegó tal cantidad de basura al sur de la ciudad? Antes de Huajara, que ya tiene 25 años, había un botadero en el sur cuyo contenido nunca fue tratado. A esto se suma el hecho de que muchos pequeños afluentes que lindan o atraviesan la ciudad arrastran la basura citadina hasta el lago.
Pero los desechos sólidos son apenas una parte de los problemas del lago. “Si hacemos una excavación, seguro podemos encontrar fácilmente un metro de puro plásticos”, dice Juan Carlos Montoya, docente investigador de la Facultad de Ciencias Agrarias y Naturales y Secretario General de la Universidad Técnica de Oruro (UTO), antes de aclarar que el color de barro seco en el plástico se debe a la oxidación que se produce con el paso de los años.
COPAJIRA Y ALCANTARILLAS
A pesar del impacto de las imágenes, la información y el análisis de los investigadores de la UTO y del Centro de Ecología y Pueblos Andinos (CEPA) demuestran que hay problemas más grandes que la basura en la superficie.
Para empezar, el lago Uru Uru recibe las aguas del desecho domiciliario de la ciudad. Montoya explica que la planta de tratamiento de aguas residuales, construida en 1998, opera desde el año 2005, pero en tan malas condiciones que permite el paso de aguas sin tratar hacia el lago.
A la planta de tratamiento van a dar también los desechos líquidos de las 180 empresas registradas en el municipio, aunque algunas van directamente a los canales de la ciudad, desde metalúrgicas, curtiembres, embotelladoras, panificadoras y otras.
Cuando Montoya elaboraba el estudio “Lago Uru Uru: evaluación de la calidad del agua, sedimentos y totora” (2009), en un recorrido desde la planta de tratamiento, ya pudo observar “miles de peces muertos, promontorios de peces muertos” en las orillas.
Al margen del rebalse de la planta de tratamiento que envía aguas de alcantarilla al lago Uru Uru hacia el lado izquierdo del cuerpo de agua, su verdadero afluente natural es un brazo del río Desaguadero que envía su corriente hacia el sector derecho.
“Lamentablemente, aguas arriba están las minas Kori Collo y Kori Chaca que han trabajado hasta 2007. Estas han utilizado ingentes cantidades de agua, lo que ha disminuido el caudal (del río Desaguadero) que ingresaba al lago. Al hacer operaciones mineras, por lo menos Kori Chaca, ha extraído aguas de mala calidad del subsuelo que tenían, igual, elementos o metales pesados que estaban por encima del límite permisible, estos han rebalsado de sus lagunas de evaporación infiltración, han llegado al río Desaguadero y por ende al lago Uru Uru”, explica Montoya.
El trabajo de Montoya, posteriormente respaldado por similares mediciones, demostró la presencia de cadmio, arsénico, plomo y zinc, todos salvo el último, en valores por encima del límite permisible.
En el año 2018, la Escuela de Líderes Ambientales de CEPA hizo un monitoreo sobre el agua en el río Tagarete, que atraviesa la ciudad para llegar al lago, y en el lago Uru Uru. Aunque calificaron al río como una “amenaza”, por sus características de corriente de aguas urbanas, reportaron principalmente presencia de metales pesados: manganeso, níquel, zinc y arsénico.
La presencia de metales pesados en el agua, por encima de valores permisibles definidos en normas internacionales y locales, es tóxica para los seres humanos y pueden serlo para los animales.
TOTORAS, MINAS, GASES
Juan Carlos Montoya explica que el lago tiene muchos problemas más, entre ellos el crecimiento desmesurado de las totoras que, al cumplir su ciclo de vida y no ser cosechadas, están formando sedimentos de materia orgánica. En conjunto los sedimentos están causando el “crecimiento” aparente del cuerpo de agua. En contraparte, las totoras hacen un trabajo de filtración de la contaminación para que el agua que pase hacia el lago Poopó sea menos contaminada.
Las aguas de la mina San José, ubicada en la misma ciudad, tampoco tienen un tratamiento y terminan depositándose en el lago, y las emisiones de gases del ingenio Vinto generan inicialmente partículas suspendidas que luego se precipitan en el Uru Uru.
A todo esto se suma que un sector agrícola de la región al sur usa agua por inundación para el riego de sus campos, lo que, por otro lado, quita agua al lago.
“El problema es estructural”, dice Montoya.
El investigador ha escuchado en años pasados, como la mayor parte de la opinión pública, el anuncio de presupuestos millonarios para programas de remediación ambiental y planes de manejo, pero no recuerda un proyecto concreto llevado a cabo.
SITIO RAMSAR
La comunicadora del CEPA, Norma Mollo, afirma que el panorama de las botellas de plástico tiene una larga data y recuerda una incursión con este motivo el año 2010 con la exDefensora del Pueblo Clotilde Calancha.
“El problema de fondo, independientemente de las botellas, está compuesto por las aguas residuales y las aguas de mina que llegan al lago. Los investigadores de la UTO dicen que el lago Uru Uru no tiene peligro de secarse como en lago Poopó porque es alimentado por esas aguas residuales de la ciudad”, explica. El pasado miércoles, una fuerte lluvia dio esperanzas de una limpieza del lago, pero ella sabe que se necesita mucho más para limpiarlo.
Norma Mollo explica que habrá una actividad la próxima semana que quiere aglutinar a gran parte de la sociedad civil para intervenir en el recojo de basura, allí participará CEPA pero con la idea de que el lago Uru Uru necesita una intervención de otro tipo para salvarlo.
Los lagos Poopó y Uru Uru forman un humedal considerado sitio RAMSAR, convenio internacional para la conservación y uso racional de los humedales, en cuya ficha dice: “La salinidad, la baja profundidad, las condiciones climáticas correspondientes a este piso altitudinal típicamente puneño y sus características bióticas hacen del humedal un lugar estratégico para la conservación de numerosas especies. Constituye uno de los principales cuerpos de agua donde se reproduce el flamenco chileno (Phoenicopterus chilensis) y el flamenco andino (Phoenicoparrus andinus); hábitat importante para anátidos, aves playeras y migratorias. Adaptados a este medio, viven dos de las etnias más antiguas del Continente Sur Americano, los Uru Muratos y Chipayas”.
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