Por Viviana Ariñez, La Paz (Bolivia)
Flora Soruco Baspineiro (75) se jubiló hace 20 años y desde hace 15 es instructora de Tai Chi. Mientras hace sus ejercicios al estilo de una “danza cósmica” (como ella la denomina), cuenta que esta práctica le permitió adquirir una nueva forma de vida saludable y llena de energía positiva.
Félix Llanos Yujra (72) decidió estudiar la Carrera de Derecho luego de jubilarse. Ahora trabaja junto a sus hijos (uno abogado, otra auditora). “Trabajamos en equipo,” comenta y no puede disimular cierto orgullo. Con un pequeño auto, al que denomina mi “instrumento de trabajo”, Telésforo Apaza (73) decidió convertirse en taxista después de que le invitaran a jubilarse en la fábrica donde era obrero.
En Bolivia son más de 230 mil adultos mayores quienes reciben una renta de jubilación cuyo monto, en la mayoría de los casos, cubre con dificultades sus necesidades básicas como alimentación y salud. Es por esta razón que luego de jubilarse, quienes pueden, buscan actividades para fortalecer su economía familiar.
El monto de una pensión de jubilación, en promedio, llega a Bs2.924 (sin contar con la Renta Dignidad), cuando la cifra óptima para cubrir una canasta básica es de Bs 6.400, de acuerdo con una investigación realizada por el Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (Cedla), en 2018, sobre la base de una encuesta realizada a 375 jubilados del Sistema de Reparto, en las ciudades de La Paz, El Alto, Cochabamba y Santa Cruz.
Macario Ortega, secretario de Finanzas de la Confederación de Jubilados de Bolivia, informa que las rentas de los jubilados del sistema de reparto oscilan, en promedio, entre Bs2.000 y Bs2.500.
El diagnóstico del Cedla muestra que las rentas en el país son precarias y no permiten tener una vejez digna a las y los adultos mayores que trabajaron y contribuyeron por años a la economía del país.
El viceministro de Pensiones y Servicios Financieros, Omar Yujra, sostiene, sin embargo, que en Bolivia no se tiene definida una canasta básica, por lo que considera que el estudio del Cedla no consulta fuentes oficiales y presenta asimetrías en sus datos. El documento carece de “objetividad y seriedad, ya que se basa únicamente en las encuestas realizadas a un grupo muy reducido de personas, que equivale al 0,38% del total de los jubilados”.
La realidad de rentistas
"Mi renta es de 3.000 bolivianos, pero comparto gastos con mi hijo, si no, no me alcanzaría", comenta Norah Sanabria (79), quien recibe una pensión de jubilación como derechohabiente luego de quedar viuda. “Si tuviera que pagar todo, no creo que me alcanzaría. Por el momento pago alimentación, servicios, mis movilidades y como estoy delicada de salud, también debo comprar mis medicinas”.
Relata que en la Caja Nacional de Salud (CNS), donde está asegurada, escasean los medicamentos y, por ello, opta por comprar con su renta para continuar con su tratamiento, pues doña Norah sufre de glaucoma en los dos ojos y artritis reumatoide. “Compro para la vista Visocap, una cajita a Bs 140 y colágeno en tabletas que cuesta Bs370, claro que para dos meses, y gotas para la vista, un solo frasquito, en Bs270; además, mensualmente le doy a mi hijo Bs500 para la comida, y cerca deBs1.000 se van para los servicios y movilidades, y de mi renta ya prácticamente ya no hay ni para ahorro y eso que soy sola”.
El Viceministro de Pensiones aclara que “un salario y una (renta) de jubilación no son equiparables, dado que esta última no tiene por objeto sustentar a todo el grupo familiar como hijos mayores de edad y nietos, sino que está calculada para el titular y sus derechohabientes, es decir, esposa e hijos menores de edad o con discapacidad”.
Recuerda que el actual Gobierno, junto con las rentas de jubilación, paga una Renta Dignidad anual a todas las personas mayores de 60 años (más de un millón de beneficiarios), que llega a Bs3.900 para no rentistas y Bs3.250 para rentistas — desde este mes de julio, la Renta Dignidad subirá Bs50 — además, se bajó la edad de jubilación de 65 años a 58 a partir de 2010.
Para el viceministro Yujra, si bien hay adultos mayores que todavía aportan a sus familias, son pocos, “el grueso de la población de la tercera edad ya no tiene que ayudar a la familia; en las familias hoy en día ha cambiado el nivel de ingresos: trabajan papá, mamá y alguien más de la familia, y esto es distinto”.
Doña Norah asegura que su realidad es diferente: “Muchos dicen: 'Una persona de la tercera edad en qué gasta, para qué necesita', pero no toman en cuenta que detrás de nosotros está la familia con los hijos, los nietos, y muchas veces no tiene lo suficiente. Algunas veces trabajan, otras no, y las obligaciones de la casa no paran. Aunque (los hijos) no te pidan, moralmente estamos obligadas a ayudar”.
Ramón Velásquez Alvarez (72) cuenta que recibe una renta de Bs2.800 después de 36 años de trabajo y aún debe apoyar a sus hijos. “Tengo familia y lastimosamente mi yerno acaba de fallecer, y tengo que ayudar a mi hija y tres nietos. Gracias a Dios tengo una casita y no tengo que pagar alquiler”.
Julio Choque Callisaya (78) dice que “no había sido que uno envejece y se queda tranquilo, también hay que ayudar a criar a los nietos”.
La falta de fuentes de empleo también afecta a las familias. Arsenio Huanca (77), quien trabajó 32 años en Jabones Patria, señala que “la renta prácticamente no es suficiente para la expectativa de la familia. Tenemos hijos profesionales, pero van girando por el territorio nacional en busca de trabajo y no encuentran, van al trabajo informal. Vemos muchos profesionales con título haciendo comercio”.
¿En qué gastan su renta?
Las y los jubilados destacan el aumento del 4% en las rentas que recibieron este año, pues de acuerdo a norma “nos debería tocar el 2,95% por la Unidad de Fomento a la Vivienda (UFV), pero nos dieron el 4%. No es malo ni es bueno. Los trabajadores activos han conseguido un 4% nada más”, destaca Marcos Farfán Canseco.
Pero Ramón Velasquez Alvarez (72) sostiene que el aumento del 4% equivale a Bs40 por cada mil bolivianos. Macario Ortega, secretario de Finanzas de la Confederación de Jubilados de Bolivia, agrega que como las rentas son muy bajas, “los jubilados ya no se sirven la cena porque ya no alcanza el presupuesto”.
El estudio del CEDLA devela que los gastos de los jubilados se concentran fuertemente en la alimentación, con el 52%, más de la mitad del total de su renta, informa la investigadora Giovanna Hurtado.
Lo curioso es que en un hogar normal, el gasto del total de los ingresos para la alimentación es del 39%, pero sube para los jubilados al 52% porque con el deterioro natural de su salud requieren de una alimentación diferenciada. Por ejemplo, el pan normal ya no lo pueden consumir porque les genera problemas digestivos y optan por el pan integral que es más caro; lo mismo que la leche, pues deben consumir la deslactosada.
El porcentaje del gasto de los rentistas en alimentos es más elevado también porque muchos conforman las familias compuestas o extendidas, es decir, que no solo viven con las parejas, sino también con los hijos y nietos. “Ellos — dice Hurtado — suelen ser un soporte muy importante en la economía familiar, no solo es la alimentación de ellos, sino que es la alimentación del resto de la familia. Cada vez vemos que la posibilidad de acceder a una fuente de trabajo es mucho más difícil”.
Siete de cada diez jubilados también enfrentan restricciones en los gastos de alimentación para lograr que la renta alcance para todo el mes, “compran menos de lo que compraban y de menor calidad porque es una manera de hacer que el dinero les alcance para cubrir, reducen las raciones, sopa o solo segundo”.
Después de los gastos de alimentación, el 11% de la renta va para servicios básicos y, en algunos casos, para el pago de alquiler, mientras que la salud demanda el 10%. Más abajo están los gastos de transporte y prendas de vestir.
Llama la atención — según la investigación del Cedla— que la educación genere un gasto del 4% del total de una renta, porque los adultos mayores ayudan en el pago del colegio de sus nietos, además de la universidad y maestrías de los hijos.
¿Pobreza?
En Bolivia no se puede decir que un jubilado viva en condición de pobreza, pues de acuerdo con los mecanismos de cálculo, definidos por organismos internacionales como el Banco Mundial, pobreza moderada es cuando una persona vive con menos de dos dólares por día, y pobreza extrema es cuando vive con menos de un dólar por día.
Sin embargo, para la investigadora del Cedla, la medición del Banco Mundial no es muy óptima para analizar la calidad de vida. “Si miramos las rentas de jubilación, una de las medidas es contrastar la renta con la canasta básica de Bs6.400 que requiere una persona para cubrir sus necesidades de alimentación y de bienes y servicios diversos”.
Sin embargo, el Secretario de Finanzas de la Confederación de Jubilados de Bolivia considera que quienes viven en la indigencia son los adultos mayores que no lograron recibir una pensión de jubilación, a diferencia de los jubilados que sí tienen un ingreso.
Yujra recuerda también que las y los adultos mayores se benefician con la tarifa solidaria, que equivale a un descuento del 20% en el pago de los servicios básicos como agua potable, alcantarillado y energía eléctrica. Además, está la rebaja en impuestos de los inmuebles y en los servicios de transporte de pasajeros aéreo, ferroviario y fluvial.
“En un hogar no solo está el anciano que recibe su renta de jubilación y la renta dignidad; el niño recibe su bono Juancito Pinto; la madre recibe su bono Juana Azurduy y adicionalmente subvencionamos los carburantes. Hay un sinnúmero de beneficios que hoy las familias tienen a diferencia de otros países”, remarca Yujra y recuerda que, por ejemplo, en Argentina el costo de los servicios básicos subió en esta gestión en 500%.
El Fondo Solidario mejora las rentas
Para mejorar las bajas pensiones de jubilación, con la promulgación de la Ley de Pensiones 065 en 2010, se creó el Fondo Solidario, el cual crea una Fracción Solidaria que permite subir el monto de las rentas de los trabajadores que no alcanzan a financiar con sus aportes al menos el 60% de su promedio salarial de los últimos 24 meses.
Para que un trabajador se beneficie del Fondo Solidario debe contar con 58 años de edad y al menos 10 años de aportes.
La Fracción Solidaria, como componente adicional en la Pensión Solidaria de Vejez, se incrementó en dos ocasiones desde 2010.
El Viceministerio de Pensiones y Servicios Financieros proporcionó el siguiente ejemplo de mejora de una renta de jubilación: un trabajador del sector Magisterio de 62 años de edad con 30 años de aportes, cuyo Referente Salarial asciende a Bs4.714, se jubiló en el mes de enero de 2015 con una pensión equivalente a Bs2.700, compuesta por su Compensación de Cotizaciones mensual de Bs1.000; una Fracción de Saldo Acumulado de Bs605 y una Fracción Solidaria Bs1.095. Si este trabajador no se hubiera beneficiado con el Fondo Solidario, su renta sería de Bs1.605, solo financiada con sus aportes. Este mismo trabajador, con el aumento de la fracción solidaria que se dio en 2017, se benefició con un nuevo incremento y ahora recibe una renta de Bs3.300, lo que representa el 70% de su referente salarial.
Lo ideal y por el cual estamos pendientes es que se suba a un 100% de nuestro haber de trabajador activo, eso nos permitiría una jubilación digna.