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Hay familias con 10 abortos y con traumas del pasado mal enterrados y no superados

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Por Carlos Tellería para Guardiana (Bolivia), ilustración de concepto.de

Lunes 7 de noviembre de 2022.- La abuela paterna de Daniela tenía 17 años cuando fue víctima de abuso sexual por parte de un hombre de 33 años y con el que la obligaron a casarse en su familia porque quedó embarazada. Él era parte de una familia minera de la ciudad de Oruro. Ese fue el principio de la historia de una familia en la que se contabilizó 10 abortos, la mitad espontáneos y la otra mitad inducidos. Y no es la única familia. Traumas del pasado no superados y transmitidos de generación en generación mediante la crianza familiar estarían entre las causantes más importantes de tal fenómeno.

La psicóloga Liz Romaneth Zabalaga Rodríguez ha investigado cuatro casos de múltiples abortos en cuatro familias y en tres pudo determinar que el origen del trauma se puede ubicar en la generación de las abuelas de las informantes y en un cuarto caso en la generación de la bisabuela. “Hay un antepasado que sufrió un trauma fuerte –aclara la investigadora–, una situación no digerida y una herida abierta de tal impacto que no se pudo cerrar, y ahí se puede encontrar la transmisión que puede tomar la forma de aborto, como de otros conflictos o enfermedades”.

¿Cuál sería la causal de repetición del aborto? La investigación da cuenta de que “sería el bloqueo de emociones (ocultas o reprimidas) de un ancestro que vivió una situación traumática, percibida como ‘peligrosa’. Pérdidas, duelos no elaborados, situaciones traumáticas difíciles de digerir, etc., las cuales al no ser expresadas se suspenden en el inconsciente familiar y pasan de generación en generación…”.

De los cuatro estudios de caso, la investigación giró en torno a las experiencias narradas por las informantes. La familia de Daniela cuenta 10 abortos (cinco inducidos y cinco espontáneos); la familia de Katerine tiene siete abortos (dos inducidos y cinco espontáneos); la de Moni tiene cinco (tres inducidos y dos espontáneos) y la de Eli, tres abortos (uno inducido y dos espontáneos).

Si una violación, un asesinato, un embarazo temprano, un incesto u otro tipo de violencias o problemas se los trata de ocultar en las familias, enterrarlos, en vez de analizarlos, reflexionarlos, dialogarlos y tratarlos para superarlos algún día, pueden desencadenar situaciones conflictivas que se trasmiten de generación en generación.

“Los hechos del pasado ‘mal enterrados’ viven en la memoria inconsciente del árbol genealógico a modo de fantasma. Las tumbas de los muertos mal enterrados vuelven desde la cripta para obsesionar a los descendientes”.

Psicóloga Liz Romaneth Zabalaga Rodríguez

Y esto no solo puede dar lugar a repetidos abortos, sino a otros problemas como la violencia en sus diferentes tipos, el alcoholismo, la depresión que lleva al suicidio y otros como se puede percibir en las cuatro historias estudiadas por Zabalaga.

En el libro recién publicado en español por Oxfam "Un Secreto a Voces" que recupera la historia de los embarazos no deseados y el aborto en la Bolivia moderna de Natalie L. Kimball, se muestra precisamente que incluso las mujeres que muchas veces aseguran haber tomado la decisión de abortar como una decisión propia, lo hicieron por una serie de presiones y precarias situaciones económicas, "enfrentadas a estructuras sociales e institucionales patriarcales y racistas, inestabilidad emocional en el seno familiar y en la relación con sus parejas".

En Bolivia se practican entre 40 mil y 60 mil abortos al año y la mayoría termina con complicaciones de salud para las mujeres. Y el aborto es la tercera causa de mortalidad materna en el país.

Países de América Latina como Argentina, México y Colombia, ya han despenalizado el aborto como en su momento lo hicieron Uruguay y Cuba; aunque otros como Estados Unidos dieron un paso atrás al criminalizar el aborto. En Bolivia aún falta avanzar.

Aplicación de la psicogenealogía

A través de la construcción del árbol familiar y ejercicios de psicogenealogía –comenta Liz Zabalaga– se invita a las participantes a transitar el duelo, permitiéndose recorrer las emociones transgeneracionales ocultas, integrando a esas abuelas traumatizadas, a los bebés abortados o muertos, a quienes no se pudo llorar plenamente, así como la aceptación de los sucesos traumáticos que tanto eco hacen en el árbol familiar.

¿Qué es la psicogenealogía? Es una herramienta terapéutica que permite escudriñar en la historia familiar y buscar en ella el origen de conflictos causados por experiencias traumáticas vividas por ancestros familiares que, de manera inconsciente, afectan a las nuevas generaciones.

¿Cuáles son esos ejercicios empleados por la psicóloga Zabalaga en su investigación?

Uno de ellos es el Protocolo de duelo después de pérdidas o abortos (adaptado). Se pide a la paciente cerrar los ojos, relajarse y respirar profundamente. Se le indica que visualice al o los hijos abortados, que los miren y libere las emociones que siente. Ella pide perdón y llora. Luego se le invita a decir frases de aceptación como “ahora puedo verlos”,  “son parte mía”. Siente que los abraza y deja que las emociones recorran su cuerpo.

Ritual del árbol (duelo para abortos). A la paciente se le pide comprar una semilla por cada hijo no nacido (aborto inducido), ponerle un nombre, escribir una carta en la que exprese sus emociones. Luego quema la carta y coloca las cenizas en un hueco donde será plantada la semilla y le dice al no nacido que con esa semilla le da la vida que ese momento no pudo darle. Después con las manos cubre el hueco con tierra.

Carta a quien causó daño. La mujer debe escribir una carta a la persona que en algún momento le hizo daño. Le debe decir lo que siempre quiso decirle y no pudo, incluso con insultos y reclamos. La mujer siente alivio al soltar sus emociones, luego quema la carta y deja ir las cenizas con el viento. Así se libera de lo que lleva guardado en el inconsciente.

Protocolo de duelo transgeneracional. La sesión comienza con cierre de ojos, relajación y respiración profunda, y música de fondo. Por medio de la visualización se le acompaña a un lugar tranquilo. Se invita al familiar ancestro y a las “lógicas” que dicen, según el caso, “tener hijos es riesgoso”, “los hombres son malos”, “no puedes traicionar al clan familiar” y otras.

Se invita a todo aquello que ha sido doloroso. La paciente mira de frente y agradece por todo lo que ha recibido, lo que le ha sido útil en su vida, pero ya no lo necesita más y quiere ser libre.

Luego se visualiza que todo lo que ha hecho daño está unido a ella con un cordón y lo corta. Rescata lo positivo, lo coloca en una parte de su cuerpo que la mujer elija y esta lo lanza hacia arriba, hacia el universo, hacia donde ella cree que debe estar. Después se relaja y respira profundamente. Se aconseja que este ejercicio sea realizado durante 30 días.

Protocolo de sanación y liberación del linaje femenino. Se inicia con relajación y visualización de la infancia. Se invita a los ancestros mujeres que hubieran sufrido traumas y empiezan a ser evocadas frases con el pedido de perdón de madres a hijas y de hijas a nietas: “Te pido perdón si te fallé”, no pude o supe darte todo el amor”, “esto te ha afectado en tu capacidad de ser madre, de amar”, etc. Luego se visualiza un abrazo en grupo y así la paciente se encuentra en paz y libre.

Reconstrucción del árbol familiar. A la mujer agobiada se le pide dibujar su árbol familiar con toda la información recabada, expresando sus sentimientos, y luego lo quema, y las cenizas se las lleva el viento. Luego hace otro dibujo: “un árbol con potencialidades y reprogramación de creencias y lógicas, otorgándoles a sus ancestros aquello que les faltó”.

La respuesta de cada una de ellas fue positiva, describiendo el proceso como algo “liberador”.

En los siguientes cuatro casos que la psicóloga Zabalaga trató, la respuesta fue positiva según su valoración. El proceso fue "liberador" para Daniela, Katerine, Moni y Eli.

LA HISTORIA DE DANIELA

A sus 38 años, Daniela ya tuvo dos abortos espontáneos, en 2006 y 2016. Al primero de ellos lo califica como un evento trágico que le dejó sentimientos de vacío y “pérdida desgarrante”. Luego llegaron dos hijos nacidos vivos. Y en el cuarto intento de embarazo vino el segundo aborto.

Es la nieta de aquella mujer que fue obligada a casarse con el hijo de una familia de mineros en Oruro y ayudaba en la crianza de sus hermanos. Daniela se casó con un hombre con el que lleva una vida en armonía, salvo por algunos reclamos entre ambos.

Su padre es el hombre que habría nacido de la relación extramatrimonial entre su abuela materna y su amor de adolescencia. Y trascendió que tuvo múltiples abortos inducidos. Una tía tuvo un aborto de gemelos. La hermana mayor de Daniela tuvo un aborto espontáneo a las 12 semanas de gestación en su cuarto embarazo. El hermano menor tuvo su primera pareja a los 16 años, pero ella tuvo un aborto inducido sin que él se enterara. Después, la que es su esposa se embarazó cuando él tenía 17 años, pero perdieron al bebé por un aborto espontáneo. Un primo hizo abortar a una enamorada suya con la que tenía una relación anterior al matrimonio.

Daniela no tenía un buen concepto de su abuela. Esto le dijo a la psicóloga Zabalaga en una de las entrevistas: “(…) una mujer mala. Tuvo a su primer hijo D., era de su amor platónico. Tuvo tres hijos más y los rechazaba. Tuvo un aborto después... De todos los hijos, mi tía (F) dice que hasta ha debido abortar varias veces porque se metía con hombres (…) Abortó uno seguro después de mi tía, el aborto se cree que no es de su esposo (…) Su hijo, al que amaba, que no es legítimo, parece que es hijo de su verdadero amor. Ella rechazaba a mi abuelo, se casó a los 17 y mi abuelo (a los) 33”.

El abuelo rechazado que violó a la abuela de Daniela cuando ella tenía 17 años, cuya relación además podría ser catalogada como estupro actualmente por la edad de él y la edad de ella como menor de edad, era viudo y tenía dos hijas de un matrimonio anterior, pero él no las crió. Y luego se involucró con la abuela de Daniela, con quien existían 16 años de diferencia.

Cuando la abuela quedó viuda de su esposo violador, heredó el dinero de la mina, casas, vehículos y se fue a Santa Cruz, pero solo en compañía de su primogénito que era hijo de otro hombre, mientras que a los otros fruto de su matrimonio con el minero, los dejó abandonados.

Uno de esos hijos abandonados es precisamente el padre de Daniela, quien no estudió, tenía problemas con el alcohol y dificultades para mantener una pareja estable. Tenía hijos en distintas mujeres y encuentros con trabajadores sexuales, incluso provocó un aborto a una de sus enamoradas.

Hoy Daniela está convencida de que su abuela tenía algún problema mental, pero el padre de ella no quería hablar del tema. “Mi abuela estaba enferma mentalmente; o sea, date cuenta, ser mamá de sus hermanos desde jovencita y eso le ha debido afectar, porque era mala, era mala, incluso le preguntaba a mi papá y él me decía: ‘Hijita, yo ya me olvidé de todo, ¡yo ya soy feliz!’. No quiere hablar mi papá, no quiere mi papá, ¡no quiere!”.

La otra abuela de Daniela, la materna, era ama de casa a la que su esposo controlaba y golpeaba. Tal como le habían enseñado a ella, prefería que sus hijas no trabajen y se dediquen más bien por completo a sus hijos como entonces era considerado ser una buena ama de casa. Tuvo un aborto en su primer embarazo.

¿Qué significaba ser una buena ama de casa, esposa y madre? Las mujeres debían permanecer casadas, cuidar la reputación de la familia, ser fieles al esposo, tener hijos dentro del matrimonio y cuidar del esposo y de los niños. Lo que estuviera por fuera de estos mandatos era considerado algo que ni siquiera podía ser objeto de conversación y, por tanto, si sucedía debía ser ocultado o enterrado.

Sin embargo, gracias al apoyo profesional de una psicóloga, el análisis transgeneracional le permitió a Daniela comprender las razones por las que se repiten las situaciones de aborto en su árbol familiar. Al conocer la historia de su abuela pudo cambiar la percepción que tenía de ella… ya no es la loca, la mala. “Vi a mi abuela de otra manera. Eso era necesario. También tener presentes a los bebés que fueron abortados a lo largo del árbol. Fue liberador. Me devolvió una paz que no hallaba durante mucho tiempo”.

LA HISTORIA DE KATERINE

Katerine tiene 43 años y es la segunda de tres hermanas. Creció en un ambiente familiar de peleas y discusiones entre sus padres que terminaron por separarse. Incluso su padre ya tiene otra familia. Y tiene un esposo que proviene de una familia monoparental, es decir, de una relación entre madre e hijo.

La relación de pareja entre Katerine y su esposo fue conflictiva, pero ella dice que ahora hay más armonía. Tienen dos hijos, pero entre uno y otro alumbramiento, hubo dos abortos espontáneos.

Contó lo sucedido en una de sus pérdidas: "Había mucho sangrado. Me sentía muy asustada, aturdida y muy confundida. Entró mi esposo y dijo: '¿Qué pasa?' Y le dije: 'Salió algo de mi vientre'. Cuando él se acercó a ver, me dijo: ‘Es el fetito, es el bebé ‘. Yo estaba gritando, perdí la razón, estaba ofuscada, estaba gritando, estaba llorando, me sentía perdida (baja el volumen). No quería ver eso y él se acercó, acercó el fetito a mí y me costó mucho verlo y (a punto de quebrar en llanto) y vi y grité más, lloré más, y me dijo: ‘¿Qué hago con él?’. Y yo no sabía qué decirle y solamente dije: ‘Deshazte de él, ¡deshazte!’. Yo no sabía por qué, yo no pensé, no pensé en darle un entierro, no, no pensé, yo solamente no quería verlo y estaba perdida y él me insistía: ‘¿Lo boto?, ¿qué hago?’. Y yo lloraba: ‘Deshazte de él ¡no quiero verlo!’. Estaba confundida y me dijo: ‘¿Lo lanzo por el inodoro?’. Y yo: ‘Sí, lánzalo, ¡lánzalo!’. Y lo lanzó mmm... (silencio) lloré muchísimo, me afectó".

La mamá de Katerine también tuvo dos abortos, ambos inducidos. Y otra familiar, una prima, tuvo tres abortos espontáneos, pasó por tratamientos de fertilización, pero no pudo tener hijos.

Katerine tiene dos hermanas. Las tres han tenido problemas en sus familias. La hermana menor vivió de cerca la separación de sus padres, cuando tenía entre seis y nueve años, y la relación actual con ellos no es buena y no puede involucrarse de manera sana con sus hermanas y personas de su edad.

La abuela paterna de Katerine era ama de casa, víctima de violencia de parte de su marido, un sobreviviente de la Guerra del Chaco que regresó con heridas. De pequeña, la abuela fue abandonada por sus padres y trabajó en la venta de verduras. Ella habría experimentado tres pérdidas de hijas en los primeros años de vida  y no pudo llevar duelo por ellas. Pasó un tiempo internada en un centro de atención psiquiátrico.

La abuela materna de Katerine tuvo su primer hijo a los 14 años con un ciudadano chileno, quien le arrebató al niño, al que apenas vio un par de veces en su juventud. No pudo superar esta situación, luego se casó y perdió a uno de sus hijos cuando tenía siete meses. Hubo violencia en su vida matrimonial. Llegó a tener alucinaciones. El abuelo estuvo en la Guerra del Chaco entre sus 20 y 23 años. Perdió su dinero por la devaluación desatada en 1982.

Ambas abuelas guardaron secretos, no hablaron de sus pérdidas y lo mismo le sucedía a Katerine, quien vivió los abortos con dolor y vergüenza. Dice que no habló de su historia y la sepultó. Se identificó con sus abuelas y su madre, y esto llevó a la repetición inconsciente de las experiencias traumáticas no digeridas por las estructuras mentales.

Después de hablar del tema con su esposo y sus hijos, puede decir que esos bebés que perdió son parte de ella y se siente libre porque ya no los tiene ocultos. "Siento que las cosas tenían que ser como sucedieron. Ahora me siento más tranquila, puedo hablar con la verdad y me siento más limpia de alguna culpa que yo había sentido por haberme deshecho del cuerpito en ese momento en que no sabía qué pensar (…) Por mi papá ya dejé de reclamar. Mi lugar es como hija y no debo juzgarle. Los amo tal cual ellos son, pero trato de tomar una distancia saludable con ellos de manera que sus palabras no me lastimen”.

LA HISTORIA DE MONI

A sus 36 años, Moni ya sabe lo que es haber tenido dos abortos inducidos. Hoy tiene con un extranjero de 50 años dos hijas pequeñas, pero dice que no le nace ser maternal con ellas, mientras su pareja se mantiene distante después de una niñez en la que vivió parte del tiempo con su madre y la otra en un hogar de acogida.

Moni llama a su abuela “mamá”, pero es una abuela que siempre despreció a los hombres y le repitió una y otra vez que a los hijos se debe tener dentro del matrimonio. ¿Y el padre y la madre de Moni? Él es abogado de 71 años y sufre de depresión que le llevó a intentar suicidarse, mientras su madre es conocida por violenta con episodios de rabia y depresión. A ella, su madre quiso obligarle a abortar a su única hija que es Moni, con quien tiene una vinculación actual conflictiva.

Sobre su padre, Moni cuenta: “Mi papá intentó suicidarse en su juventud y la iglesia fue su salvación. Él ha pasado por drogas, por muchas circunstancias, era un niño de la calle. Cuando llega Navidad él siempre llora y me dice: ‘Yo nunca tuve juguetes, nunca tuve un autito’. Y recogía juguetes rotos de la calle. Cuando cumplían 8 años, su papá les botaba de la casa a él y a todos sus hermanos a la calle, porque aparte de ser alcohólico y violento, los niños le eran una carga que no quería aceptar y su mamá a escondidas les metía, les daba alimento y... bueno yo le he dejado hablar y hablar porque me he dado cuenta de que cuando escuchamos salen más cosas y entonces él quería hablar y contarme que a su papá lo encontraron a los tres años con la teta de su mamá muerta. Su mamá había muerto en la casa y nadie se enteró y el bebé de tres añitos seguía mamando la teta de la mujer muerta y eso me lo ha contado varias veces ya, es una historia que ya me la sé. El abuelo falleció alcohólico, maltratador, pero mi padre duerme con una chompa suya todas las noches”.

La bisabuela materna falleció al dar a luz y a partir de este suceso se estructuró lo siguiente: los hijos son un peligro porque las mujeres se pueden morir, por lo tanto: “es peligroso ser madre”, según la psicóloga Zabalaga.

A Moni se le pidió comprar una semilla por cada hijo no nacido y ponerle un nombre, escribirle una carta en la que le haga conocer sus sentimientos. Luego ella quemó las cartas y colocó las cenizas dentro de un hueco en la tierra para plantar la semilla y decir una frase como la siguiente: “A través de esta semilla te doy la vida que en su momento no pude darte”. Luego debe cubrir las semillas con tierra y con las manos.

Estas actividades –según Zabalaga– hicieron que Moni “se sienta más ligera, como si se le hubiera quitado el peso de la culpa y como si hubiera integrado a los hijos, dándoles un espacio en su corazón”.

Meses después de haber concluido su participación en la investigación, Moni se comunicó con la psicóloga Zabalaga para comentar lo siguiente en relación a los hombres desvalorizados en la rama materna:

“Pues no desprecio a los hombres, pienso que puede haber mujeres poderosas al lado de un buen hombre, además yo amo a mi esposo y quiero que salgamos adelante juntos […]con mi papá mucho mejor, eso sí, antes de tomar cualquier decisión le llamo para pedir su opinión, él es mi consejero (sonríe).  […] Mi papá vino a mi casa y me dijo todo lo que yo necesitaba oír, todo lo que había soñado que me dijera. Él me dijo: 'Hija pase lo que pase siempre voy a estar a tu lado, eres mi hija y te amo'”.

Conocer la historia de su familia le ha permitido a Moni sentirse más libre para tomar decisiones y vivir su maternidad de manera plena. “(…) me hablo, pienso, les digo a mis hijas: ‘Esperen un rato, mami está pensando’, y prefiero ese tiempo antes de ser torpe o dar una respuesta equivocada. Estoy aprendiendo a escucharme, quiero ser una mamá viva para ellas y que ellas sean vivas para sus hijos”. Su anhelo personal es abrir una ONG para beneficio de niñas y niños vulnerables.

LA HISTORIA DE ELI

Eli tiene 37 años. A sus siete, tuvo que hacerse cargo de sus hermanos menores porque sus padres tenían que trabajar. Recuerda que fue una época de mucho dolor porque un vecino la violó en repetidas ocasiones. Esta experiencia traumática despertó en ella el deseo de quitarse la vida a sus 14 años. A los 18 buscó ayuda en un convento y a los 23 rompió el silencio.

"A los 23 hablé con la pastora católica. Me sentía sucia, me dije a mí misma: 'Nunca me voy a casar'. Me sentía usada. No quería una familia. Estaba mal conmigo misma. A los 14 intenté hacerme daño, dos intentos de suicidio. Me corté en los brazos, me intenté quitar la vida (llorosa) con un cuchillo, con gillette, tenía heridas en los brazos".

Se casó a sus 33 años y a los 36 sufrió un aborto espontáneo cuando tenía ocho meses de embarazo. Ese hecho le afectó, lo vivió con mucha tristeza y culpa, y le ocasionó rechazo a la maternidad.

La madre de Eli es la mayor de cuatro hermanas. Después de la separación de sus padres, a los siete u ocho años, migró del campo a la ciudad de Cochabamba, para vivir con la abuela de Eli y comenzó a trabajar. Precisamente esta abuela empezó una nueva relación de pareja y dejó a sus hijas (de la primera relación) a cargo de familiares.

El padre de Eli también es el primero de cuatro hermanos. Sus progenitores habían establecido reglas rígidas acompañadas de golpes y castigos. Esa misma severidad la aplicó más tarde con sus propios hijos, pero intentó mejorar la comunicación familiar y logró sembrar y cosechar afecto. Él también se había trasladado del campo a la ciudad.

En la historia familiar de Eli, dos mujeres habrían sido víctimas de violación. Una tía abuela materna que sufría de discapacidad auditiva y una tía paterna (fallecida) que padecía de epilepsia.

La tía abuela tuvo un aborto espontáneo de su primer embarazo, y luego dio a luz a tres hijos fruto de violaciones cometidas por parientes. Se conoce que el primero de esos niños es hijo de un cuñado. La tía paterna tuvo una hija, fruto de la violación de un primo que fue obligado a reconocer a la niña y luego se dio a la fuga. Al parecer empezó a sufrir de epilepsia después de haberse enterado de que estaba embarazada. Esa hija se casó, pero tuvo un aborto espontáneo en su primer embarazo, a sus 36 años.

Eli pudo desenterrar los secretos sepultados por las familias, recorrió el duelo y dejó libres las emociones hacia la persona que le agredió, a quien le escribió una carta diciéndole lo que no pudo expresar verbalmente. Se sintió aliviada y quemó la carta.

Dice sentirse con más libertad para seguir con su vida y su deseo de tener otro bebé y reconocer el lugar que la otra niña debe tener: “Al nombrarla (a su bebé) es como si le hubiéramos dado un lugar en nuestro hogar. Ahora con mi esposo estamos buscando tener otro bebé, pero ya no con tanta pena, además, yo sentía rechazo a la maternidad, pero ya me siento mejor y con tranquilidad para tener otro bebé si es que se nos da la posibilidad".

Conflictos con la maternidad y la sexualidad

La investigación de Zabalaga señala que en los casos de Daniela y Eli se observa un conflicto con la sexualidad, en cambio en los casos de Moni y Katerine se advierten problemas con la maternidad. En tres de ellos el origen de los conflictos se puede localizar en las abuelas y en el caso de Moni en la bisabuela que muere al dar a luz.

Estudios realizados en Estados Unidos y Europa dan pautas acerca de la necesidad de que los efectos psicológicos del aborto o interrupción del embarazo sean clasificados como un síndrome ya que cumple los criterios diagnósticos del síndrome de estrés postraumático y los síntomas como depresión, ansiedad, pesadillas, alcoholismo y consumo de drogas y cambios de conducta. A pesar de ello, la psicóloga Zabalaga hace notar que ni la Organización Mundial de la Salud ni otras internacionales consideran que aquello sea necesario como se puede escuchar en el siguiente video.

Causas de la repetición

Entonces, la psicóloga Zabalaga se pregunta: ¿Cuáles son los elementos transgeneracionales que se vinculan con la repetición de abortos en las historias familiares?

Lealtad familiar: uno de los componentes de la respuesta está dado por la lealtad familiar, característica de patrones de comunicación que, repetidos en el tiempo, hacen al estilo familiar, dan un sentido de pertenencia al grupo y de respeto a valores y creencias. Por ejemplo, en el caso de las profesiones, hay familias de médicos, abogados, militares o profesores. Es una lealtad invisible, no consciente.

Zabalaga explicó que en el caso de su investigación, hay repeticiones de aborto en un mismo árbol familiar, hay un patrón de un suceso traumático que tiene origen en los ancestros, que debería atención en el ámbito de la salud.

Lo no comunicado y el fantasma: Según la psicóloga, las familias tratan de ocultar situaciones relacionadas con la muerte y el sexo, como los asesinatos, embarazos tempranos, violaciones, incestos u otras. Si se llega a saber algo de un suceso, ya no es un secreto, puede surgir información que podría conducir a hacer más averiguaciones. Pero si es un hecho que se mantiene secreto, la carga pasa a la siguiente generación.

Síndrome de aniversario: Zabalaga explica que se trata de una repetición de fechas y edades en un árbol familiar. Por ejemplo, puede ser que un ancestro falleció con cáncer a los 40 años y tiempo después aparece un descendiente al que detectaron la misma enfermedad más o menos a la misma edad o que a una bisnieta le encontraron un tumor.

En el caso de Daniela, la abuela Victoria se casó y embarazó a los 17 años. Su esposo era mayor con 16 años. El hermano de Daniela tuvo su primer aborto a los 16 años y el segundo a los 17. Daniela tuvo dos abortos en 2006 y 2016. Su prima Yuly tuvo su primer bebé a los 17.

Transmisión de programas ancestrales: En los cuatro casos –dice la investigación– se detectó la transmisión de sufrimientos, emociones, conflictos recurrentes en el árbol familiar, como también la transmisión del trauma del inconsciente de los padres al de los hijos.

Identificación de ancestros: Las informantes de la investigación están identificadas con un ancestro mujer. En el caso de Moni, ella se identificaba de manera inconsciente con su bisabuela que murió al dar a luz.

Conflictos recurrentes: Zabalaga, apoyada en investigaciones de otros autores, dice que lo que se transmite en las repeticiones son los conflictos no resueltos por los antepasados. En el caso de Moni y Katerine se genera un conflicto con la maternidad, mientras que Daniela y Eli el conflicto es con la sexualidad.

Migrar para escapar: el fenómeno migratorio repetido evidencia un intento de tomar distancia de los hechos dolorosos en la familia, tal es el caso del tío abuelo, padre y tíos paternos de Moni, incluso ella emigró. “En España no he tenido carga de ningún tipo”.

La abuela de Daniela también dejó una ciudad para irse a otra, pero en este caso solamente se llevó con ella al primero de sus hijos y a los otros los dejó abandonados a su suerte.

Otras migraciones se presentan en la historia de Katerine y su hermana mayor, puestos que ambas viajaron con sus familias fuera de Bolivia; pero luego regresaron para ayudar a su madre que enfrentaba su divorcio.

Intentos de reparación

En los casos estudiados hay intentos por la reparación inconsciente del árbol genealógico. Es el caso de la elección de profesiones. En la historia de Daniela hay una psicóloga para sanar la “locura de la abuela”, una auditora para solucionar problemas económicos, una enfermera para velar por la salud, una abogada para buscar justicia y un ingeniero civil para los cimientos de la casa que perdieron cuando la abuela abandonó a sus hijos.

En el caso de Moni,  ella misma eligió estudiar manipulación de alimentos para unir a la familia, hay tres abogados  para proteger al grupo de las injusticias, un ginecólogo para curar a la madre que murió.

Algunos consejos para quien aborte

La psicóloga Paula López da algunos consejos a quienes tengan un aborto espontáneo como a quienes tengan uno provocado. En el primer caso, les dice que no busquen otro embarazo como una forma de borrar lo que sucedió. Hay que reconocer la pérdida y llorarla, y después de eso recién abrirse a otros descendientes si así se desea. Incluso si habían pensado en un hombre para la o el bebé, no ponerle el mismo al siguiente hijo o hija. Escribirle un diario al bebé que murió, hacer una caja con manualidades, ecografías y guardarla como testimonio de su existencia.

Si el aborto fue provocado, probablemente el duelo sea sentido como no autorizado, secreto. Lamentablemente este hecho puede impedir a la mujer expresarlo porque "ella tomó la decisión, hizo su elección" y ella querrá autocastigarse. Sin embargo, debe autorizarse elaborar su duelo porque el secreto silencioso pesa demasiado como pudimos observar en las historias de cuatro casos vistos en este artículo. Bastante difícil ya fue tomar la decisión de abortar y hasta es posible que dicha decisión la tuvo que tomar sola sin el apoyo de nadie. Por eso mismo, el perdón y la aceptación serán fundamentales en este duelo.

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