Por Daniel Rivera, Karina Godoy y Antonio Gaspar para Connectas
Lunes 31 de octubre de 2022.- Pablo se despierta todos los días frente al segundo río del mundo que más sedimentos arrastra: el Pilcomayo. Este hombre habita el último rincón del norte argentino, si cruza ese afluente estará en suelo boliviano y si camina unos kilómetros aguas abajo, en Paraguay. Pero da igual, porque como indígena wichi, junto a los weenhayek, guaraní y nivaclé habitaron el Gran Chaco Americano desde antes que dividieran su territorio con esos vértices fronterizos, que ni siquiera les ha significado salir del olvido. Tampoco se sienten los más desafortunados porque este río les calma el hambre y la sed. Lo que no saben es que está envenenado con metales pesados. Sus gobernantes nunca les han avisado, a pesar de que conocen los datos desde hace varios años; siempre lo han sabido.
Su nombre completo es Pablo Solís, líder de los wichi en la comunidad La Puntana. Es de tez morena, zapatillas empolvadas y de mirada profunda. A sus 54 años de edad, forcejea con un surubí y se zambulle en el turbio río con un garrote en la mano hasta darle un golpe certero en la cabeza al pez, que le permitirá alimentar a su familia. La escena transcurrió en un día de agosto de 2022, pero se repite casi a diario.
De eso viven ahí y en los demás poblados ribereños sin importar la nación, donde el Pilcomayo en ciertas partes entra únicamente a territorio boliviano, en otras solo al argentino y también al paraguayo. No tiene dueño ni fronteras. Ese lugar donde Pablo está parado queda casi en el medio de dos puntos donde se detectó la presencia de cadmio, plomo y níquel por encima del máximo permitido por la Organización Mundial de la Salud (OMS). También se detectaron valores elevados de manganeso, metal que si bien no tiene un parámetro establecido por ese organismo internacional, los valores superan el máximo establecido en los tres países, fijado en 100 microgramos por litro (ug/l).
Pablo Solís tiene incertidumbre sobre lo que pasa en el río que lo vio nacer, el Pilcomayo, el mismo que ha alimentado a sus ancestros. Ahora teme que sea el verdugo de su descendencia.
La contaminación por estos metales pesados fue confirmada mediante un análisis de agua superficial del río Pilcomayo, realizado por especialistas del laboratorio de la Universidad Autónoma Juan Misael Saracho (UAJMS) y del Centro de Estudios Regionales para el Desarrollo de Tarija (CERDET), quienes llegaron hasta la comunidad de Esmeralda (triple frontera), Ibibobo y puente Ustares en mayo del 2022 para la toma de muestras y posterior estudio a pedido de los medios Acceso Investigativo de Bolivia, Última Hora de Paraguay y El Tribuno de Argentina, para esta investigación periodística transnacional.
El equipo de periodistas también analizó una base de datos de más de 760 resultados sobre metales pesados medidos en la cuenca durante 2015, 2016 y 2017 por la Oficina Técnica Nacional de los Ríos Pilcomayo y Bermejo (OTN-PB) en Bolivia, en 2021 por la Secretaría de Recursos Hídricos de la Provincia de Salta-Argentina y el 2022 por el Ministerio de Ambiente de Paraguay. Los documentos, obtenidos para esta investigación, nunca antes habían salido a la luz pública; información como esta ha pasado a ser un privilegio de ejecutivos de la Comisión Trinacional para el Desarrollo de la cuenca del Pilcomayo (CTN) y de las cancillerías de los tres países, mientras que para don Pablo y el resto de los que sobreviven del afluente, está bajo clave.
En la respuesta enviada -vía correo electrónico- por los miembros de la CTN, no dieron precisiones sobre la presencia o no de metales pesados en el río Pilcomayo. La burocracia quedó plasmada al explicar que cualquier persona puede acceder a los resultados de los análisis sobre la calidad del agua previo registro en el portal web de la Comisión, un requisito inviable si se tiene en cuenta que los ribereños que ni siquiera tienen acceso al agua segura, deben tener Internet, una computadora o un celular inteligente y un correo electrónico para crear un usuario y luego esperar que los ejecutivos decidan si les dan o no acceso para saber si el río que los alimenta está envenenado.
En Bolivia los resultados de los niveles que exceden los parámetros máximos permitidos para la salud están destacados en rojo a manera de advertencia. En Paraguay y Argentina sus gobernantes en entrevista para esta investigación dijeron que no hay riesgo, pero tras verificar los documentos bajo ley de acceso a la información, recomiendan en su capítulo conclusivo no beber agua del Pilcomayo. De nuevo, se trata de una información no comunicada a los ribereños.
Metales pesados superan los parámetros de la OMS en el Pilcomayo
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Límite de cuenca río Pilcomayo
Lugares de muestras:
- 1 Tacobamba
- 2 Puente Méndez
- 3 Puente Aruma
- 4 Puente Ustares
- 5 Villa Montes
- 6 Ibibobo
- 7 Esmeralda
- 8 Pozo Hondo-Misión La Paz
- Valor por encima del límite permitido según la OMS
- Valor igual o próximo al límite permitido según la OMS
Los distintos estudios sobre la calidad del agua del Pilcomayo, analizados para esta investigación, muestran los valores de los metales bajo la categoría de "totales" o "disueltos". Este reportaje tomó como referencia los valores totales, que se refieren a todos los elementos presentes en el río, mientras que los disueltos solo muestran los valores en el agua filtrada. Tres especialistas independientes en Bolivia y Paraguay coinciden en que los resultados "totales" son el parámetro más indicado para conocer el nivel de contaminación.
Un mismo patrón: subestimar el daño
El poder de la Comisión Trinacional se ha puesto a prueba durante años y ha llegado a estar incluso bajo el ojo de otras autoridades como la Fiscalía Federal de Salta, en Argentina, cuando les solicitó información en 2018 y no les respondieron. En esa oportunidad, Carlos Martín Amad, titular de ese despacho, debió archivar la causa judicial que buscaba investigar si este río contenía metales pesados o no. La razón estaba más que justificada: una exposición permanente a esos tóxicos repercute negativamente en la salud, según advertencia de médicos especialistas.
Este río, que nace en los andes bolivianos y se pierde por el Chaco argentino y paraguayo, tiene su extenso cuerpo envenenado. Esta contaminación no ocurrió de la noche a la mañana ni después de la última rotura del dique con desechos mineros registrado en julio del 2022 en Potosí, Bolivia. En 2015, 2016 y 2017, en su paso por Villa Montes, el río ya mostraba presencia de plomo, cromo, cadmio, arsénico, níquel y manganeso, con valores de hasta 190 veces por encima de lo aceptado para la salud. En fechas más recientes, en 2021, en Pozo Hondo y Misión La Paz, ubicados en Paraguay y Argentina, respectivamente, los valores de estos metales registraron valores hasta 36 veces por arriba de lo permitido por la OMS.
Si en algo coinciden los tres gobiernos es que por la distancia que hay entre la actividad minera y la zona chaqueña, es casi imposible que este veneno llegue, por ejemplo, hasta donde Pablo se zambulló buscando una presa como alimento para su familia. Así tranquilizan a esta gente, aunque los laboratorios demuestren lo contrario.
En 1999 un estudio de agua en Villa Montes ya revelaba valores de plomo con casi el doble del parámetro máximo aceptado para la salud. Desde entonces se empezó a demostrar con base científica que la distancia podría no ser un impedimento para envenenar a quienes consumiesen de este río.
La Contraloría General del Estado de Bolivia, así como la de Argentina, realizaron auditorías sobre la cuenca del río Pilcomayo en 2016 y 2022, respectivamente. Ambas coinciden en los resultados: hay una deficiente labor de los gobiernos para evitar la degradación de este afluente internacional que puede traer daños irreversibles.
"Los solutos (minerales) no se evaporan", dice con firmeza Ludmila Pizarro, quien es bióloga de profesión y en 2006 investigó la contaminación minera sobre este río. Con esa experiencia explica que los metales pesados no desaparecen del torrente y naturalmente se arrastran aguas abajo, por lo que, en la llanura chaqueña, donde hay menor volumen de agua y mayor sedimento, los valores de estos tóxicos se elevan, como los encontrados por la UAJMS en la triple frontera, y los medidos por la Secretaría de Recursos Hídricos de Salta, Argentina, en Misión La Paz.
La única opción para vivir
Al otro lado, Quino Pereyra no entiende de tecnicismos mineros y tampoco tiene tiempo para eso. Está concentrado en empujar su carretilla destartalada donde lleva lo más codiciado de la comunidad de La Dorada: agua. Apenas minutos antes la recogió del río Pilcomayo. Cuando este hombre haya caminado 100 metros del polvoriento camino estará en su casa y de esa agua cruda beberá él, su esposa Amalia y sus hijos. Es agua del mismo caudal donde, kilómetros arriba, se encontró metales pesados en mayo de 2022, exactamente en la triple frontera, en la localidad de Esmeralda.
Don Quino es parte de los casi un millón de paraguayos que consumen agua sin tratamiento. Vive en La Dorada, una comunidad aislada del departamento de Boquerón, donde bombean agua del río a un tanque para luego llevar a su domicilio.
Meses después, en agosto de 2022, el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de Paraguay (Mades), en la localidad de Pozo Hondo, tras un estudio de laboratorio encontró plomo en el agua del río con un nivel de 11 microgramos por litro (ug/l), cuando el parámetro no debe superar los 10. Los demás metales, según alegaron en el informe, se encontraban dentro de los parámetros normales. Y es que en ese periodo, según registro histórico boliviano, en el Chaco los metales bajan a los rangos permitidos, mientras que los máximos picos de contaminación se dan entre octubre y diciembre.
Ese comportamiento de los metales se demostró también en diciembre del 2021. Frente a Pozo Hondo está Misión La Paz-Argentina, tan solo al cruzar el río por el agua o por el puente internacional. Ahí un laboratorio contratado por la Secretaría de Recursos Hídricos de Salta encontró 367 ug/l de plomo. Además, había presencia de cadmio, cromo, manganeso y níquel, todos por encima de lo aceptado para la salud. Aunque el Gobierno local interpreta que no hay riesgo para la salud, si los resultados son comparados con los parámetros permitidos por la OMS y por la normativa argentina, se evidencia todo lo contrario. Una contradicción que no supieron explicar ante la consulta del equipo periodístico.
Imagen de los resultados del laboratorio cuyos datos demuestran la contradicción de la interpretación de autoridades argentinas (crédito: captura de pantalla de informe del Ministerio de Recursos Hídricos de Salta, Argentina).
Los resultados de estos estudios tampoco se los han presentado a don Pablo Solís, menos a don Quino ni a sus vecinos. No los difundieron ni alertaron. Pero aunque lo supieran, la sed puede más que cualquier otra cosa por estas tierras donde los 40 grados de sol exprimen hasta la última gota de sudor. No tienen opción.
Todos los metales encontrados en el Pilcomayo, en su trayecto por el Chaco, se repiten aguas arriba con niveles aún más elevados en zonas como Tacobamba, Puente Aruma y Puente Méndez, pues están más cercanos al área minera. Pero al margen de la actividad extractiva, los expertos de la universidad de Tarija advierten el riesgo de que haya descargas por alcantarillas de residuos, por acabado de metales, manufactura por pigmentos, pinturas, agentes colorantes y también por residuos de baterías para el caso del cadmio y níquel.
El Pilcomayo tiene la amenaza diaria de más de 28 mil toneladas de desechos mineros que llegan a 45 diques de colas ubicados en la cuenca alta. Estas se predisponen a viajar por el afluente internacional, unas tendrán el boleto a través de filtraciones, otras vía subterránea, también rebalses o por la rotura de alguna de ellas. Nadie controla si tienen o no licencia ambiental, como sucedió con el dique de Agua Dulce que, luego de derramar más de 13.000 metros cúbicos de tóxicos recién se conoció que operaba de manera ilegal y precaria. El Ministerio de Medio Ambiente de Bolivia y la Secretaria de Madre Tierra de la Gobernación de Potosí, competentes en el área, no respondieron a las solicitudes de información enviadas para esta investigación, sobre los controles a las empresas en cuestión.
Diques mineros en la cuenta alta del río Pilcomayo
- Advertencia de riesgo de colapso
- Diques con colapso registrado.
- Bajo riesgo de colapso.
Fuente: Elaboración propia con datos de la actualización de estudio de funcionamiento de presas mineras en la alta cuenca del río Pilcomayo DECTN.
En la incertidumbre
"Lo primero que se tiene aquí es duda. ¿Será que ese mineral es dañino, será que ya está en la zona, de qué forma nos puede afectar?", son las preguntas que se repite cada día don Wilfredo Arias, quien minutos antes había tenido su rostro apoyado en la palma de su mano y el codo sobre la mesa de plástico, mientras que bajo su silla un lechón plantaba el hocico sobre la tierra como si buscase comida, porque agua ya había bebido del Pilcomayo.
Si don Wilfredo quiere, puede jugar al fútbol en una cancha del extranjero que está a la vuelta de su casa y si camina unos tres kilómetros encontrará a don Pablo, el wichi argentino del surubí. Pero como son las tres de la tarde prefiere cruzar la arenosa calle de su pueblo boliviano para ver si el médico de turno ya está atendiendo a la gente. Como dirigente de D`Orbigny reniega porque no hay un profesional fijo que haga seguimiento a los pacientes, pues, a inicios de año fallecieron dos niños por diarrea y vómitos. Esa escena la ve todos los años, pero esas vidas perdidas solo mueven una anotación numérica en el papel del registro de salud.
Don Wilfredo Arias relata la situación de salud en su pueblo D´Orbigny. La médica del lugar confirmó el fallecimiento de los dos niños. Recuerda que tenía que llegar el Ministerio de Salud, pero no está segura si lo hizo o no, porque ella no es un personal fijo del lugar; escuchó rumores que podría haber sido Covid-19.
Laura Flores es médica especialista en evaluación de riesgos ocupacionales y ambientales que afectan a la salud humana. Explica que una exposición al plomo, en términos hematológicos, puede ocasionar una anemia inexplicable porque no es por deficiencia de hierro, así como también genera retraso cognitivo en los niños, alteración en la audición y baja estatura.
En Crevaux, un pueblo indígena weenhayek, cinco niños con desnutrición acuden cada mes al centro de salud según el médico responsable de ese servicio, Renán Ríos, quien resalta que la seguridad alimentaria en ese lugar está limitada a los peces del río.
"La alimentación de origen animal, como la proveniente de peces, vaca, cabra u otros que crecen consumiendo agua de un río contaminado con metales pesados, es una forma indirecta de introducir sustancias tóxicas al organismo", detalla la doctora Flores. La afección dependerá de cada sustancia, ya que algunas son fáciles de liberar pero otras pueden bioacumularse como el caso del mercurio y el plomo. Este último mineral fue encontrado en el Pilcomayo.
Don Quino no tuvo la oportunidad de llegar a Crevaux ni a D´Orbigny, como paraguayo que es le toca asistir al centro de referencia ubicado en Mariscal Estigarribia, para una atención más compleja, donde la anemia, asma y tumores benignos fueron los motivos más frecuentes de consulta entre 2017 y 2020. Las malformaciones congénitas también aparecen en la lista de patologías detectadas en este centro, según datos del Ministerio de Salud Pública entregados para esta investigación.
Álvaro Peñaloza es médico especialista en genética. Al ver los valores de metales encontrados en el Pilcomayo, centra su mirada en el nivel del manganeso porque un hombre expuesto al consumo de este mineral puede tener como consecuencia la deformación de espermatozoides, como dos cabezas, dos colas o alguna otra anormalidad. Si este fecunda, puede derivar en un aborto espontáneo, y si el feto se desarrolla y nace, será con alguna malformación. Si bien la OMS no fija un límite para este mineral, la organización advierte que en concentraciones excesivas puede afectar a la salud. Los tres países coinciden en que el parámetro máximo es 100 ug/l.
Sus nueve años de trabajo como único especialista de Tarija, en Bolivia, le permiten indicar que un niño del Chaco tiene tres veces más riesgo de nacer con alguna malformación que cualquier otro que nazca en un lugar diferente. Su colega Marco Oliva, también único cirujano pediatra de la misma región, tiene un registro de 25 años que se ha dedicado a analizar y pudo detectar que el 66% de las cirugías por malformaciones anorrectales son de comunidades que, de manera directa o indirecta, se relacionan con el río Pilcomayo tanto en el Chaco tarijeño como en Chuquisaca y Potosí. Por eso los especialistas consideran que el Ministerio de Salud debe hacer una investigación para determinar cuál o cuáles son las causas de esa incidencia.
El cáncer también es otra de las enfermedades que se pueden presentar por exposición a metales pesados, específicamente por el cromo y el arsénico, según la médica especialista Flores. Su colega Omar Almazán, único oncólogo pediatra, ha visto en sus dos años de trabajo en el hospital público de Tarija que más del 50% de los niños diagnosticados con cáncer también provienen del Chaco. Pero como los demás médicos, advierte que por falta de estudios e investigaciones no se puede señalar solo al río como posible causante de esas desgracias, porque también puede haber exposición a pesticidas o agroquímicos.
"Hace unos 15 días falleció un joven en Tarija, era de Capirendita. Tenía leucemia. Antes no sufríamos de esas cosas (...). Si hablamos de la contaminación, puede que las consecuencias no sean en el mismo momento que se consume el agua contaminada o el pescado, es a largo plazo", comenta el capitán grande del pueblo Weenhayek, Pablo Rivero, quien ha buscado información al respecto y por eso es capaz de enumerar con los dedos de su mano otras enfermedades nunca antes vista por ellos. Reclama que nadie se preocupa por investigar sus causas.
La preocupación no solo es de los weenhayek, pues el líder de los wichí de la misión Santa Victoria II, Abel Mendoza, un hombre vigoroso de bigotes ralos, se ha cansado de denunciar sobre la cantidad de indígenas que padecen de enfermedades en la piel, hígado y riñones, además de cáncer, pero nadie le hace caso.
En la Comunidad de Pozo Hondo si bien consumen agua de pozo profundo, esta no pasa por un proceso de desinfección. Mientras que los animales para consumo se alimentan del río, que según especialistas, es una forma de contaminación indirecta (crédito: Karina Godoy).
La necesidad de Don Quino, el de la carretilla destartalada, también la padecen los wichi, los nivaclé y los weenhayek. De hecho, don Pablo Rivero participó en septiembre en una reunión con cinco capitanes comunales indígenas. Este dirigente no estaba en su natal Capirendita sino en la ciudad, haciendo gestiones por el agua, para que llegue a sus comunidades aunque no sea potable. Los pozos perforados hace 20 años se arruinaron y nadie los arregla, mientras que otras comunidades dependen siempre de la distribución por camiones cisterna. Rubén Vaca, alcalde de Villa Montes, confirmó que en ese momento eran 50 capitanes comunales los que necesitaban el recurso hídrico.
No importa si es en Bolivia, Paraguay o Argentina, los problemas son similares por estas tierras, también los miedos. Desde donde está parado el weenhayek Pablo, por donde entra el Pilcomayo al Gran Chaco Americano, y hasta 180 kilómetros aguas abajo donde está el indígena nivaclé Tomas Diego, en la comunidad de San Agustín, la necesidad puede más que la incertidumbre o cualquier otra cosa. A este hombre paraguayo, que junto a su gente vive de la pesca como el resto de comunidades ribereñas, nadie ha ido a decirle si el río está o no contaminado, solo sabe lo que ha salido en las noticias recientes, que se rompió un dique minero. Pero no puede detener su actividad aunque el temor lo inunde. El hambre puede más, aunque por sus aguas fluyan metales pesados que con el tiempo pueden acumularse en sus organismos como si se tratase de pequeñas dosis. Un lento envenenamiento.
El material es la primera parte de un extenso reportaje de Connectas que, por su importancia para tres países y el medio ambiente, es reproducido en parte por Guardiana.
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