Por Carlos Tellería para Guardiana (Bolivia) y foto de portada de Jaime Vargas Justiniano
Jueves 24 de junio de 2021.- En la mañana del jueves 27 de mayo, las abejas de las colmenas instaladas en terrenos próximos a Río Grande, en el departamento de Santa Cruz, empezaron a comportarse de forma extraña. Estaban alborotadas y daban la impresión de que peleaban entre ellas porque unas no dejaban entrar a las otras a las colmenas. En realidad, estaban muriendo. Una a una cayeron miles, al parecer envenenadas por químicos utilizados en la fumigación de campos de trigo y maíz. Este problema afecta a por lo menos 12 apicultores que perdieron unas 400 colmenas y, por tanto, su producción en una región al sureste del municipio de San Julián, en la provincia Ñuflo de Chávez, cerca de Puente Banegas. ¿Qué pasará con estos apicultores?
Las pérdidas pueden ser cubiertas mediante el pago por resarcimiento de daños, posibilidad abierta por un equipo de la estatal Empresa Boliviana de Alimentos y Derivados (EBA), que este miércoles se reunió con productores de ambas orillas de Río Grande y miembros de la Asociación Departamental de Apicultores de Santa Cruz (Adapicruz), entre ellos el gerente Osvaldo Soruco Aponte.
Soruco Aponte dijo a Guardiana que los productores afectados —que ya se aproximan a la docena— perdieron cerca de 400 colmenas productivas. Este dato preliminar debe ser complementado con la visita a otros apiarios. Siendo así, podrían ser más las personas afectadas.
CÁLCULO APROXIMADO DE DAÑOS
Cada una de esas colmenas representa una pérdida de entre 400 y 500 dólares. En los cálculos deben tomarse en cuenta el trabajo realizado, la producción de miel, cera o jalea, y las propias abejas muertas (unas 70.000 por colmena en producción), agrega el dirigente. Entonces, los daños tendrían un costo que va de 160.000 a 200.000 dólares.
Esta es una estimación todavía extraoficial porque tiene que realizarse un estudio con el Ministerio de Desarrollo Rural y Tierras y el Servicio Nacional de Sanidad Agropecuaria e Inocuidad Alimentaria (Senasag).
En dicha reunión también se abordó el tema de la otorgación de créditos al sector apícola, no solo a los que perdieron sus colmenas, para reactivar la producción. Los préstamos serán canalizados a través de programas del Banco de Desarrollo Productivo y del Banco Unión.
PLAN NACIONAL APÍCOLA
Para este jueves se anunció que en Villamontes, departamento de Tarija, será presentado un plan nacional de apoyo a la apicultura que incluye la puesta en marcha de acciones de fomento y apoyo a los productores de miel, con la finalidad de garantizar que la actividad productiva ayude a la economía nacional.
¿HUBO FUMIGACIÓN PELIGROSA?
Desde que se conoció la noticia de la masiva muerte de abejas en Río Grande, una de las primeras hipótesis apuntaba al uso de agroquímicos que envenenaron la flora y con ello causaron también la muerte de los insectos que recogen el polen.
En los terrenos colindantes a los apiarios existen cultivos de maíz y trigo. Soruco tiene la sospecha de que se fumigó con productos tóxicos como compuestos organofosforados u organoclorados que se utilizan para combatir cierto tipo de gusanos.
El video tomado por el apicultor Jaime Vargas muestra la magnitud del problema:
LAS ABEJAS PREFIEREN EL PARAJOBOBO
El apicultor Jaime Vargas Justiniano, quien perdió 140 colmenas, dijo a Guardiana que sospecha del uso de algún químico más fuerte del que habitualmente utilizan los productores agrícolas de la región.
Tiene la hipótesis de que probablemente el viento se encargó de propagar el veneno incluso hasta las orillas del río, donde suelen estar la abejas para recoger el polen de las flores del parajobobo, una planta que contiene ciertos colorantes con los que se produce miel negra.
Según Vargas, las abejas no se dirigen hacia los cultivos de trigo porque en ellos no encuentran alimento ni polen.
¿POR QUÉ DEBEMOS PREOCUPARNOS POR LAS ABEJAS?
Las abejas, junto con otros polinizadores como las mariposas, aves, escarabajos, incluso murciélagos, son consideradas responsables de gran parte de la polinización del 75 por ciento de los cultivos de alimentos en el mundo y ayudan a la reproducción de las plantas, según la FAO.
Las abejas no solo proporcionan miel, sino también propóleo y jalea real que tienen un alto contenido de nutrientes que pueden ser utilizados para prevenir algunas enfermedades respiratorias y fortalecer el sistema inmune.
El 20 de mayo de este año, Guardiana publicó que la existencia de las abejas está amenazada por seis factores, algunos de ellos causados por los seres humanos como el cambio en el uso de suelos y la fumigación con químicos tóxicos, explicó entonces la presidenta de la Asociación Boliviana de Entomología, María Rene Vacaflores Argandoña. Estas son las seis amenazas:
- El cambio de uso de suelos provocado por los humanos que deforestan un área para convertirla en tierra de uso agrícola provoca el desplazamiento de los insectos hacia otros lugares, pero además se pierde la diversidad forestal por los monocultivos.
- El uso de insecticidas u otro tipo de tóxicos porque los químicos reducen la población de insectos por mortalidad.
- La competencia con especies introducidas, como la apis mellifera, que desplazan a las abejas nativas. Son más grandes y se adaptaron al nuevo hábitat.
- El cambio climático y los fenómenos naturales como El Niño, La Niña, lluvias torrenciales, sequías prolongadas y otros eventos que provocan que la vegetación no llegue a florecer o que se pierdan las fuentes de alimento para las abejas y otros polinizadores.
- Enfermedades. Por ejemplo, la aparición de hongos y bacterias no beneficiosos pueden causar que las larvas no puedan desarrollarse ni alimentarse de manera óptima.
- Manejo y traslado de insectos polinizadores que son sacados de sus lugares de origen y trasladados a otros sitios.
¿LEJOS DE LOS CULTIVOS AGRÍCOLAS?
Para evitar el riesgo de que las abejas entren en contacto con productos utilizados en la fumigación, expertos como Nabor Mendizábal recomiendan tener los apiarios por lo menos a tres kilómetros de distancia de las tierras agrícolas.
Jaime Vargas, con 17 años de experiencia, dice que en la zona en la que en mayo murieron las abejas y en la que él trabaja está aproximadamente a un kilómetro y medio de los cultivos y que siempre estaban ahí, y eran fumigados y que en alguna ocasión hubo problemas con las abejas, pero no de la magnitud que le tocó vivir este año.
Otro apicultor afectado es Nilo Padilla Osinaga. Sus colmenas están más o menos a 4,5 kilómetros de los cultivos agrícolas, una distancia superior a la recomendada, pero igual sus abejas murieron.
INVESTIGACIÓN EN EL LUGAR
Para este viernes se anunció el inicio investigaciones de una comisión interinstitucional que se dirigirá al lugar de los hechos para evaluar la situación. Participarían delegados del Gobierno, de la empresa EBA, Senasag y del Instituto Nacional de Laboratorios de Salud (Inlasa) de La Paz.
Los expertos de este laboratorio recogerán muestras para analizarlas, a fin de establecer el tipo de químicos que envenenó a las abejas.
¿CÓMO SALIR DEL PROBLEMA?
El negocio del agricultor Nilo Padilla Osinaga es familiar. A sus 60 años trabaja con un reducido número de personas contratadas para tareas específicas en los apiarios. Él explica a Guardiana que a su edad no puede buscar otro trabajo y lo único que le queda es ver la forma de reponer las colmenas perdidas, quizás con un financiamiento. No solo estaba dedicado a la miel, sino que también estaba empeñado en ensayos para mejorar la producción de propóleo.
Explica que alguien que desee empezar en la apicultura con la idea de sustentarse tiene dos caminos: comprar unas 100 colmenas (con 70 mil abejas cada una), instalarlas en el monte y trabajar con las abejas, alimentarlas y cuidarlas hasta que produzcan miel. Calcula que para esa vía se necesitarían 30.000 dólares, incluidos los gastos en transporte y demás logística. El otro camino es comprar núcleos, que son colmenas menores con una reina y 10.000 abejas. Se debe esperar cerca a un año para que se conviertan en colmenas maduras o de producción. Según Padilla, cada núcleo cuesta entre 500 y 600 bolivianos.
VENTA DE PRODUCTOS
Para sobrellevar por el momento la pérdida, Jaime Vargas puso a la venta una chata, bateas y otros materiales o insumos de uso en la apicultura que él mismo produce para solventar algunos gastos. Y de momento, está a la espera de las decisiones que se vayan a asumir entre los apicultores y las autoridades. Además, tiene una tienda en la que vende miel y otros productos. Trabaja con una persona de forma permanente y, en ocasiones, cuando llega la época de cosecha, contrata a cuatro ayudantes.
La apicultura es su principal actividad económica. Comenta que es difícil calcular la producción en kilos por colmena y que depende mucho del clima y en la zona donde estén instalados los apiarios y cuál es el método de trabajo.
En términos generales, si una colmena funciona en un solo lugar puede producir entre 40 a 45 kilos en tres cosechas. En cambio, si el trabajo es migrante, es decir si los productores las trasladan de un lugar a otro en cada tiempo de cosecha, la producción de esa colmena puede incluso duplicar esa cantidad de miel. ¿Cuánto cuesta un kilo de miel para el público? El producto envasado tiene un precio de 50 bolivianos. En cambio si la acopiadora EBA es la compradora, el precio baja hasta 32 bolivianos.
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