El Tribunal Electoral podría haber firmado su sentencia de muerte. Suspender el conteo del sistema de transmisión rápida TREP destruye la poca credibilidad que ya tenía.
En medio de una elección tan sensible como la presente, la decisión institucional de parar la comunicación sobre los datos llena de incertidumbre la democracia boliviana.
Carlos Mesa hizo lo que debía hacer a las 8:30 de la noche: proclamó la segunda vuelta. Precipitado, pero con una convicción política clara, el candidato opositor decidió poner presiones sobre el organismo electoral.
El Presidente, por su parte, hizo lo que su estrategia también le decía: anunciar victoria en votos y dejar que el conteo siga para confirmar si hay o no segunda vuelta.
Las estrategias políticas, sin embargo, no pueden hacerse al margen de los datos y lo cierto es que hay todavía 17 por ciento del voto que no está contabilizado. Si a esto se agrega el resultado neto del voto del exterior, queda una sola certeza: la elección aún no ha concluido.
En este ámbito, el Tribunal Electoral tiene una responsabilidad gigante: ¿Estará a la altura? Las apuestas no son muy auspiciosas. Hay una larga noche por delante. ¿Llegará la luz?
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