Analistas, politólogos y periodistas coinciden en señalar que estas elecciones son las más apáticas de las últimas décadas. No solo se extrañan los debates entre candidatas y candidatos sobre la base de sus propuestas electorales, que otrora estimulaban los ánimos de la ciudadanía y los impulsaban a defender y/o a criticar con interés e información apropiada unas y otras posturas políticas, sino que en esta campaña electoral que ya termina, también se ha sentido la ausencia de los temas fundamentales. ¿Cuáles son estos temas?
En principio, son dos grandes temas los que se extrañan y que estuvieron ausentes en las propuestas de los partidos: el tipo de democracia que estamos construyendo o deconstruyendo y las perspectivas del actual modelo de desarrollo que, a todas luces, es insostenible. Respecto al primer tema, señalaré que no basta con afirmar que en Bolivia están en disputa los sentidos de la democracia entre quienes apuestan por restituir la institucionalidad del Estado de Derecho, la separación de poderes y la vigencia de las leyes y derechos fundamentales de los ciudadanos, por un lado, y quienes apuestan por profundizar la justicia social; la participación de las colectividades históricamente excluidas; la igualdad en sentido amplio y que parecen estar pensando en otro tipo de construcción estatal (¿el Estado Plurinacional?). Esta tensión es evidente; sin embargo, lo fundamental es preguntarnos cómo podemos avanzar hacia el justo medio; es decir, cómo se logra que un sentido de la democracia no anule o subordine al otro, como sucedió con los fallos emitidos por el Tribunal Constitucional Plurinacional (TCP) y Tribunal Supremo Electoral (TSE), que obviaron el resultado vinculante del referendo del 21 de febrero de 2016 que impide a los actuales gobernantes del MAS a repostularse por cuarta vez.
Al respecto, en una reciente entrevista con El Deber, el presidente candidato Evo Morales reconoció que el pueblo no aceptó su reelección; pero dijo que decidió hacer valer su derecho humano a ella porque su militancia le dijo que no continuar con el “proceso de cambio” era volver al pasado. En esta afirmación, vemos con claridad la tensión que existe entre los dos sentidos de democracia, tensión que se estaría “resolviendo” del peor modo posible. ¿La opinión de 991.092 militantes del MAS valen más que el voto de 2.682.517 bolivianas y bolivianos?
Por otra parte, por primera vez en las últimas décadas, las organizaciones indígena originario campesinas no lideran el proceso electoral. Asimismo, sus demandas y reivindicaciones históricas, muchas de las cuales siguen sin atención, no han sido un tema prioritario en las propuestas de ningún partido político, en especial del MAS. Los temas centrales que hacen a la construcción y fortalecimiento del Estado Plurinacional, como la interculturalidad, la plurinacionalidad, el derecho a la autodeterminación y autonomía de los pueblos y naciones indígena originario campesinos, la democracia intercultural, el deslinde jurisdiccional, la economía plural y otros más, estuvieron ausentes en la campaña y los partidos los han incluido solo tangencialmente en sus programas de gobierno. En general, se percibe que hay un importante bajón en la participación política de las organizaciones indígena originario campesinas en todas las regiones del país, expresado en su ausencia en las candidaturas a presidente, vicepresidente, diputaciones y senadurías, incluyendo aquellas que corresponden a las Circunscripciones Especiales Indígenas. Esto es más notorio en el caso del MAS, puesto que aún se presenta como el Instrumento Político por la Soberanía de los Pueblos. Esta baja participación de las organizaciones indígenas coincide con lo dispuesto por la cuestionada Ley de Organizaciones Políticas (LOP), que restringe su participación al ámbito subnacional exclusivamente (elección de alcaldes, concejales, gobernadores y asambleístas departamentales).
En relación con el modelo de desarrollo, está claro que ningún partido político tiene propuestas de alternativas concretas y realizables, aunque uno de ellos, Comunidad Ciudadana (CC), sí plantea diversos desafíos para dejar atrás el (agro)extractivismo. El desastre inconmensurable de las quemas que afectaron a nuestros bosques y biodiversidad obliga a todos los actores políticos, económicos y sociales a imaginar nuevas sendas para el desarrollo del país. Por su parte, está claro que el MAS busca fortalecer la “Agenda Patriótica 2025” para dar continuidad al modelo económico que viene implementando y, en esa medida, no se vislumbra que el gobierno nacional impulse la modificación de las bases que han permitido el crecimiento económico en los últimos años, incluyendo la ampliación de la frontera agrícola. Sin embargo, si nos atenemos a los resultados de la Encuesta Mundial de Valores que la Vicepresidencia del Estado y otras instituciones aplicaron recientemente en el país, está claro que los bolivianos priorizan la conservación del medio ambiente por encima del desarrollo económico. ¿Cómo escapamos del péndulo histórico entre liberalismo (libre mercado) y capitalismo de estado (estatismo)? ¿Qué alternativas existen a la ampliación de la frontera agrícola?
Por último, está otro aspecto fundamental que merece una consideración aparte: la igualdad de género. Pese a que los partidos políticos presentaron inicialmente sus listas de candidaturas respetando la paridad entre hombres y mujeres, una vez depuradas dichas listas, actualmente el MAS es el único partido que cumple lo establecido por ley. Más grave aún, los nueve partidos políticos en carrera han esquivado el debate urgente sobre la despenalización y legalización del aborto y, al contrario, algunos de ellos han endurecido sus discursos y propuestas anti-derechos y buscan alcanzar representación en la Asamblea Legislativa Plurinacional sobre esa base. Mientras tanto, la violencia contra las mujeres, el feminicidio y la intolerancia contra las diversidades sexuales siguen creciendo y normalizándose en nuestra sociedad, ante la ineficacia de los mecanismos e instancias que se han ido creando en el Estado con la finalidad de avanzar en la protección de los derechos de las mujeres y de la población LGBT.
¿Tendremos que esperar cinco años más para debatir estos temas tan urgentes y necesarios para el estado y la sociedad? Por ahora, parece que el miedo y el inmovilismo han ganado la partida.
Pablo Antezana Quiroga es politólogo e investigador del Centro de Investigación y Promoción del Campesinado (CIPCA), organización afiliada a la Coordinadora de la Mujer.
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