Este domingo 15 de diciembre nuevamente iremos a las urnas, como tantas veces lo hemos hechos los bolivianos y bolivianas, hasta parecería que somos un país completamente democrático, ilusos ¿no?
Pero bueno, por tercera vez vamos a elegir a magistrados y magistradas para los máximos cargos del Órgano Judicial y el Tribunal Constitucional Plurinacional, luego de un proceso de preselección que estuvo lleno de piedras en el camino. No queda duda que el partido de gobierno le puso y le sigue poniendo todas las zancadillas que pudo y puede por todos los mecanismos que encontró y sigue practicando.
Ahora que el panorama está claro, todo el plan para evitar las elecciones en 2023 y 2024 por parte del arcismo fue para poder gobernar a través de los autoprorrogados, dado que ya veían que perderían la Asamblea Legislativa Plurinacional, por lo que requerían un contrapeso enorme y lo obtuvieron en el Tribunal Constitucional Plurinacional, donde nueve transgresores (por decir lo menos) de la Constitución y la ley, están haciendo lo que quieren con el Estado Constitucional de Derecho y la democracia. O en realidad están haciendo lo que el gobierno desea.
La mayoría de la población se debe preguntar: ¿Qué reciben a cambio? ¿Qué beneficios limpios o sucios les traerá aferrarse a sus cargos? ¿Sabrán lo que es la ética y la moral, para hacer lo que hacen? o ¿El poder y los beneficios económicos les pondrán la venda de la Diosa Themis en sus rostros? ¿Tanto puede corromper el poder? ¿Tendrán un mínimo de conciencia y principios? ¿Cómo explican a sus familias, hijos e hijas su conducta? ¿Les importará? ¿Podrán mirar de frente a la gente en la calle? ¿Lograrán quedarse en el país cuando acabe su malhadado automandato por todos los procesos que les llegará? Y así podríamos continuar con una y mil preguntas, sin embargo, lo único cierto es que el daño ya está hecho y en realidad todos y todas tenemos una parte de responsabilidad en lo que estamos viviendo.
¿Por qué? Se preguntará estimada o estimado lector. En primer lugar, porque no nos interesa ejercer nuestra ciudadanía de manera responsable y eso es aprovechado por el sistema político partidario para hacer lo que quiere con nuestras vidas.
Recordemos que en las elecciones judiciales anteriores de 2011 y 2017, el partido azul que dominaba la Asamblea Legislativa Plurinacional torció (como es su costumbre) todo el diseño constitucional de 2009, puesto que si bien se entendía que las elecciones judiciales no eran algo común en el mundo entero, el espíritu trazado por el constituyente es bastante democrático y participativo; pero ellos dijeron "no, se hace como nosotros decimos, le metemos nomás” y pusieron sus reglas, requisitos pobres, méritos mediocres, proceso amañado, y los ahijados y ahijadas del masismo se convirtieron en los mandamases del Órgano Judicial y Tribunal Constitucional Plurinacional, y salvo algunas honrosas excepciones advirtieron de este peligro y lanzaron protestas por lo hecho, pero la mayoría no dijo casi nada.
La respuesta de la ciudadanía fue votar nulo o blanco, más como un plebiscito contra el masismo, que por un voto razonado; fue un error. Si se hubiese observado con mayor detenimiento la trayectoria y hojas de vida de algunos de los postulantes de entonces, quizá se habría encontrado a gente con la suficiente ética para frenar lo que pasó entonces y lo que está aconteciendo hoy.
Los resultados ya los conocemos, si pensamos por un momento, casi todo el entuerto político que vive el país es por culpa del Tribunal Constitucional Plurinacional, ya que habilitó a Morales en dos oportunidades para seguir postulando a la presidencia rompiendo la alternancia y los principios básicos de la democracia, y hoy con su autoprórroga dictada a finales de 2023, volvemos a estar en caos y desorden por una continuidad de fallos y decisiones que ya rozan la esquizofrenia.
Todos los padres históricos del control de constitucionalidad bajo el modelo alemán que seguimos nosotros, deben estar revolcándose en su tumba ante tanto daño que se viene haciendo.
En consecuencia, en primer lugar ciudadano y ciudadana, no vote nulo o blanco, es el primer error que podría cometer, preocúpese un poco ahora (quizá, no todo está perdido), busque las hojas de vida, los méritos, haga seguimiento a las redes sociales, vea las presentaciones públicas de las candidatas y candidatos, existen –le aseguro– personas con la suficiente idoneidad entre ellos, académicos, profesionales del derecho que no han tenido contacto con el poder, mantienen su independencia, le tienen amor al derecho y no a la plata o al poder.
Hubiera sido interesante contar con más datos sobre los méritos no sólo profesionales, sino personales de cada uno.
En segundo lugar, tocará averiguar quiénes son buenas personas, ciudadanos y ciudadanas ejemplares, porque lo que vivimos ahora con las actuales autoridades judiciales no es un problema netamente técnico, sino ético, y eso –como sabemos– no lo otorga la educación básica, media y superior, sino el hogar, la familia, la comunidad que nos transmiten los principios que aprendemos y vamos a ejercitar a lo largo de nuestra vida.
Todavía tenemos algunos días para preocuparnos porque estamos en riesgo de que se elijan candidatos y candidatas que continúen destruyendo el Estado de Derecho. En nuestras manos está buscar tiempos mejores para no arrepentirnos después.
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