Texto y fotos de Mónica Pamela Arteaga Arancibia y Paola Andrea Buitrago Alípaz*, Guardiana (Bolivia)
Viernes 20 de septiembre de 2024.- Un espacio seguro y un mundo de desorden comienzan a ir juntos de la mano. Paola Lozada, de 21 años de edad, es amable, divertida y confiable, pero a veces desamorosa; su comportamiento es el reflejo del apego evitativo. Rodrigo Viladegut, de 22 años de edad, es respetuoso, responsable y cariñoso, pero busca la atención constante de su novia a causa del apego ansioso. Son una pareja con altos y bajos, mirándose a los ojos y, a la vez, soltándose las manos. Un año y un mes de relación les genera cercanía e independencia, pero la línea es delgada entre dependencia e indiferencia.
Desde la infancia, la relación que se tiene con los padres es muy importante, porque el estilo de crianza puede definir la elección de pareja y la forma en que se construyen las relaciones amorosas en la vida adulta.
Lo mencionado en el anterior párrafo hace referencia a lo que es el apego. Éste puede ser definido como un vínculo tanto emocional como físico hacia otra persona, pues da un sentido de estabilidad y seguridad necesario para tomar riesgos, crecer y desarrollar la personalidad.
Las formas de apego que se generan durante la crianza juegan un rol muy importante cuando se inicia un noviazgo. Si dentro de la crianza no se aseguró el cuidado, el desarrollo psicológico ni la formación de la personalidad, los individuos crecen con inseguridad emocional, lo que puede dar como resultado un vínculo tóxico capaz de afectar a la relación de pareja en la edad adulta.
Tipos de apego
“Los distintos tipos de apego nos demuestran un hecho que a menudo es observable: el modo en que nos criaron influye en la forma en que nos relacionamos con nuestro entorno e incluso en cómo construimos nuestras relaciones afectivas”, hace notar la psicóloga Valeria Sabater. En concreto, son cuatro las formas de apego que los seres humanos desarrollan a lo largo de su crecimiento y que se evidencian durante el noviazgo: seguro, evitativo, ansioso y desequilibrado.
También menciona que “los niños nacen con una predisposición natural al bienestar, la alegría y el optimismo; sin embargo, en algún momento (de) su primera infancia puede suceder algo que nuestros genes no esperan: aparece el miedo, la inseguridad, la sensación de desamparo y entonces, la vida se ensucia”, es decir que durante el crecimiento y desarrollo humano, es necesario “limpiar” lo que una infancia deficiente dejó en la persona.
Alejandra Suárez y Rodrigo Melgar, ambos de 21 años de edad, son una pareja con una relación de 12 meses. Durante ese tiempo, la confianza y la compañía que crearon, tanto en momentos de felicidad como en los malos, han logrado generar un vínculo seguro, donde la tranquilidad en cada individuo se ve reflejada en los momentos caóticos.
“Me conoce más que otras personas, siempre que estoy triste o enojada él ya sabe”, menciona Alejandra mientras ve a Rodrigo con una sonrisa y una mirada tranquila. La seguridad es clara, ya que en momentos de caos la solución nunca es un conflicto, y en los momentos de risas el ambiente es ameno. “Yo no hablo mucho de mis problemas, pero con ella sí me he abierto a hablarle todo lo que me hacía sentir incómodo, lo que me hacía sentir mal. Yo creo que ella, igual, ha hecho lo mismo, y eso es algo que ha fortalecido la relación y ha hecho que nos entendamos mutuamente”, dice Rodrigo, como resultado de una construcción estable en la relación de pareja.
La relación entre Alejandra y Rodrigo es un ejemplo del apego seguro, estudiado por el psicólogo John Bowlby. Esto significa que al momento de estar en una relación de pareja no se requiere esfuerzo o pesadez para unirse íntimamente, lo que da lugar a que no exista el miedo a ser abandonados por la otra persona. Es decir que, al estar seguros de sí mismos, pueden llevar una vida adulta independiente sin prescindir de sus relaciones interpersonales ni de los vínculos afectivos.
En cambio, la forma en la que Rodrigo Villadegut se relaciona con su pareja (contada al inicio de este reportaje) es el reflejo de un apego múltiple, que lo convierte en un individuo seguro de sí mismo y del equilibrio que existe en la relación, pero a la vez ansioso por la actitud distante de Paola hacia él. “Siento que, si no la tuviera, tendría que aprender nuevas cosas. Se abriría un mundo de desorden, […] si bien me traería nuevas inseguridades, tendría que comenzar de nuevo para trabajar en mí”, señala.
La ansiedad se presenta de varias formas, ya que se activan temores e incertidumbres que pueden afectar a la persona y en el noviazgo. Preguntarse si hizo algo mal porque ella no demuestra a su pareja suficiente afecto es un claro ejemplo de apego ansioso. Inconscientemente se generan inseguridades de que la pareja “está” y otras veces no, razón por la que él llega a sentir miedo y angustia de una posible pérdida tanto de la relación como de su compañera.
Paola tiene una manera distinta de demostrar cariño, pero eso no significa que sea así porque no siente de la misma manera o porque no quiere a su pareja: “Me gusta también mi espacio y cuando tengo que dar cariño, doy cariño”. Su comportamiento es típico de una persona con apego evitativo, que se refleja en conductas de distanciamiento, la autosuficiencia y la preferencia por la distancia emocional. Eso no quiere decir que no le preocupe su relación o su novio, porque al igual que una persona con apego seguro o ansioso, como ella menciona, “yo creo que si (él) no estuviera, sí sentiría un vacío de inseguridad”.
En una relación de pareja, la confianza, la comprensión, la comunicación y el respeto son elementos importantes que deben existir en cada individuo. Por el contrario, la violencia, las prohibiciones y la desconfianza pueden causar que, a la larga, el noviazgo sea tóxico y nada favorable para ninguna de las personas. Entonces, si los elementos mencionados se juntan, surge el apego desorganizado, que a su vez es una mezcla entre el apego ansioso y el apego evitativo.
Rodrigo y Alejandra son una pareja que se identifica por tener confianza y comunicación, pero cuando uno necesita del otro en un momento difícil y la otra persona no le corresponde como suele hacerlo siempre (al instante), ello puede llegar a generarles tristeza y angustia. Así, se demuestra que se puede tener un apego ansioso en momentos de dificultad dentro de la relación amorosa.
Eso sí, aunque su noviazgo tenga conflictos, permanentemente están dispuestos a resolverlos, pero siempre y cuando ambos pongan de su parte: “Por mi parte siempre voy a dar lo mejor de mí para que esa relación funcione”, dice Alejandra sobre su relación con Rodrigo.
Por otra parte, Paola y Rodrigo son el reflejo de algo más evitativo: el respeto que tiene cada uno por su espacio es muy importante para ellos. Cuando tienen algún problema de pareja, analizan la situación de una forma más “realista” porque puede existir un desentendimiento, pero siempre encuentran la forma de complementarse y de hacer que su relación funcione.
Problemas del apego
En muchos casos, durante los noviazgos se entremezcla el concepto de amor y el tipo de apego entre las partes, lo cual puede generar dificultades al momento de relacionarse. Marta Cadraso, psicóloga y psicoterapeuta española, menciona que el amor se basa en la libertad de ser y de dejar ser, y de hacer feliz al otro, mientras que el apego se sustenta en la creencia de que esa vinculación con la pareja dará felicidad, seguridad y sentido a la vida.
Cadraso también señala que con el apego se limita el crecimiento del otro, pues se siente un deseo insaciable por la otra persona en el que predominan la ansiedad y el miedo a perderla: “Las relaciones (de personas) que piensan que se van a sentir completas a través de la relación con el otro están destinadas a ser tóxicas”.
Las relaciones emocionales son complejas, y las heridas del pasado generan problemas en un vínculo sentimental. Sin embargo, Heydi Torrico, psicóloga clínica de 50 años de edad, menciona que los adultos pueden recobrar la autoestima y hacerse cargo de su cuidado y seguridad con una terapia psicológica adecuada, ya que opina que es necesario trabajar en las experiencias del pasado y, con las debidas herramientas, madurar emocionalmente, y “ser con nosotros mismos las figuras cariñosas y cuidadoras del niño que fuimos”. Al conocer las características de los tipos de apego y estar en constante búsqueda de desarrollo personal, se abre la puerta para reflexionar sobre diferentes actitudes, y paralelamente disminuye la posibilidad de introducir cambios perjudiciales y tóxicos en estas. Solo así se podrá disfrutar de un apego sano y se podrá construir una relación gratificante y adulta con una pareja adecuada.
*Estudiantes que hicieron este reportaje en la materia de Periodismo Impreso de la Carrera de Comunicación Social de la Universidad Católica Boliviana San Pablo, unidad La Paz.
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