Por Roxana Tabakman*
"El objetivo de nuestro proyecto no es lograr una hazaña, sino establecer un programa sostenible de donantes cardiacos en las Antillas francesas", escribieron desde París, en una carta a The Lancet, los doctores Guillaume Lebreton y Pascal Leprince a fines de febrero. Relataron allí el primer caso de un corazón trasplantado con éxito en Europa, tras haber sido donado en el Caribe y haber atravesado el Atlántico a bordo de un vuelo comercial.
El hito francés fue el evento inaugural de un estudio clínico que investiga la viabilidad de preservar los corazones para trasplante mediante perfusión oxigenada hipotérmica durante tiempos de transporte prolongados. Más allá de la prueba de concepto de la preservación prolongada del injerto cardiaco, el equipo de investigadores quería que esta operación fuera reproducible y con costos de transporte no muy altos. En el artículo destacan que, a diferencia de las prácticas convencionales de transporte que implican costosos jets privados, el órgano fue transportado en la clase turista de un avión comercial de Air France.
"Este avance plantea varias posibilidades", respondió en entrevista por la plataforma Zoom desde España, la Dra. Beatriz Domínguez-Gil, directora de la Organización Nacional de Trasplantes. Ella ve futuro en evitar que se pierdan órganos en países que no tienen programa de trasplante. Considera que a partir de este avance tecnológico podrían plantearse intercambios a mucha mayor distancia, y se rescatarían algunos órganos que, al día de hoy, no se rescatan porque no hay receptores adecuados cerca.
España es líder mundial en donación y trasplante de órganos, y tiene varios convenios internacionales de transferencia de órganos con países cercanos. "Se podría plantear -dijo Domínguez-Gil- un intercambio de órganos a mucha mayor distancia y con mucho mayor tiempo al que ahora recurrimos".
Medscape en español preguntó entonces si en un futuro los convenios podrían incluir a Latinoamérica. La Dra. Domínguez-Gil considera que así podría ser. Explicó, en tanto, que el intercambio de órganos con otros países sigue los requisitos de la norma europea: "Habría que hacer una evaluación muy exquisita del cumplimiento de todos esos requisitos de calidad y seguridad por parte del país correspondiente".
El Dr. Omar Sánchez-Ramírez, profesor en el Departamento de Cirugía de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), considera que el desarrollo de esta tecnología de preservación de órganos con fines de trasplante podría beneficiar a países geográficamente extensos, como México, Brasil y Argentina, entre otros, "pero, si la pregunta se refiere a si esta experiencia tecnológica del traslado de un órgano la podemos extender a la colaboración entre países, habría que considerar otros factores, y en particular a la legislación de cada país en esta materia. Idealmente, el grado de desarrollo y fortaleza de los sistemas de donación y trasplante de los países que pretendan colaborar debieran ser similares. En un hipotético sistema de colaboración entre naciones, el beneficio de recibir un órgano debiera ser bidireccional y no que uno se convierta en el proveedor predominante del otro".
El Dr. Rubén Argüero-Sánchez, quien en 1988 realizó el primer trasplante de corazón en México, respondió a la pregunta de Medscape en español sobre la posibilidad de intercambio de corazones entre países distantes: "Si tienen manera de conservarlo, si la calidad del órgano es útil y no hay problema donador-receptor, yo no veo ningún inconveniente, siempre y cuando no represente un problema legal".
El médico argentino Dr. Ginés González García fue más lejos: "Todos sabemos que tanto argentinos como uruguayos nos llevamos en el corazón… Que pueda haber argentinos que tengan algún órgano uruguayo y uruguayos que tenga algún órgano argentino a partir de esto", declaró a la prensa. Era el año 2005, y como ministro de Salud de Argentina, el Dr. González García acababa de firmar con la representante del Ministerio de Salud Pública de la República Oriental del Uruguay un acuerdo de reciprocidad en materia de procuración y trasplante de órganos y tejidos en beneficio de los pacientes de ambas naciones que hoy no existe.
"El trasplante internacional de órganos es una iniciativa plausible en la cual se debiera avanzar por el bien común de toda la Región de las Américas, y tiene el potencial de aumentar los números de donantes efectivos, en especial en receptores con características especiales", escribió un grupo de médicos chilenos en la Revista Panamericana de Salud Pública.
Pero si la distancia, el tiempo y los costos de transporte podrían ser factores cada vez menos limitantes, Latinoamérica podría no estar preparado para un panorama de trasplante de órganos sólidos con un área geográfica expandida.
Trasplantes transfronterizos
"La posibilidad de que se haga un trasplante transfronterizo existe, pero es un tema muy delicado, tiene que quedar muy claro legalmente… Teóricamente es muy bonito, pero en la práctica es casi imposible", sintetizó el presidente de la Sociedad de Trasplante de América Latina y el Caribe (STALYC), el nefrólogo de trasplante brasileño Dr. Mario Abbud.
El director del Centro de Trasplantes de Órganos del Hospital de Base de São José do Rio Preto, Brasil, agregó:
El tema es muy complejo y no se limita al número de donantes y receptores.
De forma general, se espera que los países sean autosuficientes. También se alerta que pueden surgir problemas de justicia si algunos países miembros se convierten en exportadores netos de órganos y otros en importadores netos. Esto puede, con el tiempo, socavar el apoyo al sistema.
Existen programas de donación internacional de órganos que países como España activan cuando un determinado órgano no tiene receptores adecuados en su país. Algunos sistemas han implementado reglas de intercambio como el plan para hígados en Scandiatransplant, donde si se cumplen ciertos criterios, el órgano se exporta, pero se garantiza una recuperación posterior con el primer hígado AB0 idéntico disponible de una calidad similar y especificada.
A diferencia de la mayoría de los otros tratamientos médicos, un trasplante debe considerar y equilibrar no sólo los intereses y derechos de pacientes y médicos, sino también los de donantes, sus familiares y el sistema de salud de un país. Además, tiene importantes consideraciones éticas, complejidad dentro y fuera de las fronteras y al final de la línea, las decisiones de asignación de un órgano a veces son trágicas, porque determinan quién tiene la oportunidad de vivir y quién debe morir.
Intercambio de órganos entre países europeos
En España, cuando los órganos, por cualquier motivo, no tienen receptor adecuado dentro del país, antes de ser desestimados, se ofrecen a otros países para que consideren la posibilidad de utilizarlos para un trasplante en pacientes que estén en sus listas de espera.
"España es un país muy grande, con una lista de espera muy voluminosa. Pero si, por ejemplo, en algún momento tenemos un donante infantil, y no tenemos un receptor adecuado en lista de espera, situación que se puede dar, dentro de lo infrecuente, más a menudo, se le ofrece ese órgano a países de nuestro entorno, para que ellos consideren la posibilidad de trasplantarlo a uno de sus pacientes en lista de espera. Habitualmente lo que hacemos es trabajar con países cercanos", respondió a Medscape en español la Dra. Domínguez-Gil.
En estas situaciones, explicó, existe una secuencia de contactos. España primero respeta el acuerdo de colaboración bilateral que tiene con Portugal. Si Portugal no lo va a trasplantar, se ofrece a la Alianza de Trasplantes del Sur (de Europa), donde además de España y Portugal, están Italia, Francia, Suiza, República Checa y Grecia. Y es del país que primero responda, porque lo que se trata es de no prolongar excesivamente.
De acuerdo con la Dra. Domínguez-Gil, posteriormente la oferta puede llegar a países europeos o no europeos que estén a mayor distancia, pero habitualmente el intercambio de órganos se hace muy entre países del sur de Europa.
"Estamos hablando de órganos que por su rareza o tamaño no encuentran un receptor adecuado cerca de nuestras fronteras. Son pocos órganos, porque en general encontramos a pacientes en nuestras listas de espera".
Resalta que no se trata de intercambio, en el sentido que se exige una compensación del tipo "devolución" de un órgano de similar calidad como hacen otros sistemas. "Nosotros trabajamos con órganos que no vamos a utilizar, por lo tanto, el órgano se cede, se transfiere al otro país y se acabó".
La directora de la Organización Nacional de Trasplantes asegura que, en España, la tasa de descarte de órganos es muy reducida.
Con el vecino principado de Andorra la situación es diferente. Como ese pequeño país europeo no tiene programa de trasplantes, tiene un acuerdo de colaboración en materia sanitaria con España, donde se hacen los trasplantes de los pacientes andorranos.
Según la experta, aunque los órganos que hoy se pierden por cuestión de distancia son pocos, en un futuro las nuevas tecnologías de manutención permitirían plantearse asignaciones a pacientes de países mucho más distantes. Añadió que otros aspectos por abordar en una transferencia internacional son la logística y los aspectos económicos del costo del procedimiento y de los traslados.
"Evidentemente este avance [perfusión oxigenada hipotérmica] abre la puerta a que la colaboración entre países para el intercambio de órganos se establezca a través de distancias que al día de hoy no nos planteamos". Ella no descarta que en un futuro se cambien las reglas del juego. "Yo creo que van a cambiar las normas de funcionamiento, o puede ayudar a mejorar u optimizar el programa tal y como lo conocemos".
Pero la tecnología del traslado es apenas un aspecto por considerar. El intercambio de órganos con otros países está vinculado a una norma del año 2010 que establece cómo debe ser el intercambio de países de la Unión Europea con terceros países. Debe hacerse un análisis muy pormenorizado de que efectivamente ese proceso de donación y trasplante en el otro país se va a llevar a cabo de acuerdo con los estándares europeos, desde el punto de vista normativo, de equivalencia de requisitos y de adherencia a los requisitos exigidos de trazabilidad, de evaluación del donante y de cualificación de profesionales implicados, entre otros.
Turismo de trasplante en España
A las y los profesionales sanitarios se les consulta con frecuencia sobre la posibilidad de que un paciente que reside en el extranjero acceda a la lista de espera en España. Además, las o los pacientes pueden participar en el llamado "turismo de trasplante" por iniciativa propia o con el apoyo de terceros (ej. organizaciones no gubernamentales, asociaciones de pacientes, profesionales). Estos actores pueden actuar movidos por la compasión e ignorando las consecuencias éticas, legales y sanitarias de esta práctica, o guiados por otras motivaciones.
De manera reiterada, España tiene casos de desplazamiento de pacientes desde otros países con el propósito de acceder a la lista de espera para trasplante.
Pero eso no es posible. Cuando una persona no residente accede a la lista de espera para trasplante en otro país, se incurre en una práctica compatible con el turismo de trasplante, que plantea importantes problemas desde una perspectiva ética y médica. Por este motivo, el acceso al trasplante fue eliminado específicamente de los derechos de pacientes en la asistencia sanitaria transfronteriza.
Esta práctica no sólo reduce la probabilidad de trasplante de pacientes residentes en el país de destino, sino que favorece únicamente a quienes son capaces de solventar los obstáculos administrativos, legales y económicos que dificultan el establecerse en otro país para poder acceder a esta terapia. También elimina parcialmente la presión sobre los países de origen para que sus gobiernos adopten las medidas necesarias para progresar hacia la autosuficiencia en trasplante.
El turismo de trasplante puede comprometer la salud del paciente que viaja y que al regresar a su país de origen puede no tener acceso a la terapia inmunosupresora y el tratamiento altamente especializado requerido, lo que implicaría la asignación fútil de un órgano. Además, se vulnera la trazabilidad y se impide la biovigilancia transnacional.
En su último boletín, la Red-Consejo Iberoamericano de Donación y Trasplante (RCIDT) destacó que se han adoptado medidas para evitar el tráfico de órganos y el turismo de trasplante. La RCIDT recomienda a sus Estados miembros permitir el acceso de pacientes no residentes a la lista de espera para trasplante de órganos de personas fallecidas, en situaciones en las que se hayan establecido acuerdos oficiales de colaboración basándose en el principio de solidaridad e, idealmente, en el de reciprocidad, e incluyendo la posibilidad de capacitación del país de origen para desarrollar u optimizar su propio programa de trasplante.
Fuera de los acuerdos de colaboración especificados, sugiere contemplar el acceso a la lista de espera para trasplante de órganos de pacientes no residentes en situación de urgencia vital con riesgo inminente de fallecimiento, así como de personas refugiadas, siempre que cumplan los requisitos clínicos y legales para dicho acceso que establezca cada país.
El desarrollo heterogéneo en América Latina
La región de las Américas presenta un desarrollo heterogéneo en la actividad de donación y trasplante. Según los avances en 20 indicadores definidos por la Organización Panamericana de la Salud (OPS), los países se pueden clasificar en tres grupos: mayor desarrollo (Canadá, Estados Unidos, Argentina, Brasil y Uruguay), desarrollo medio (Chile, Colombia y Ecuador, Costa Rica, México y Paraguay), y en desarrollo (países del Caribe y de Centroamérica).
La heterogeneidad abarca, entre otros aspectos, las capacidades para realizar trasplantes, la oferta y disponibilidad de órganos, la existencia de programas nacionales consolidados y de recursos humanos competentes.
La cantidad de instituciones generadoras de trasplantes no es proporcional a su población. Argentina registra 251, Uruguay 60, Chile 31, Bolivia 13, Guatemala 4 y México 355. Pero si México es el segundo país con el mayor número de centros de trasplante, sólo por debajo de Estados Unidos, sólo uno de los 57 centros autorizados (periodo evaluado de 2006 a 2019) realizó más de 10 trasplantes cardiacos por año. Esto enciende otra alerta, ya que existe una clara relación entre el número de procedimientos y el resultado esperado.
Los países de la región muestran un desarrollo desigual, ya que un número pequeño de países acumula la mayoría de los eventos, algunos países poseen legislaciones completas y actualizadas, mientras que otros no cuentan con un marco normativo específico ni completo que contemple tanto la donación como el trasplante.
A modo de ejemplo, tres de cada cuatro trasplantes de corazón se hacen en Brasil (48%) o Argentina (27%), y en el periodo 2014-2022 se hicieron 53 trasplantes de intestino en Argentina, 11 en Colombia y 1 en México.
Argentina, a través del Instituto Nacional Central Único Coordinador de Ablación e Implante (INCUCAI), es uno de los tres centros colaboradores en materia de donación y trasplantes designados por la Organización Mundial de la Salud en el mundo, junto con España e Italia. Los centros colaboradores son instituciones clave con conocimientos especializados pertinentes. Al mismo tiempo, hay países como Cuba, Guatemala, Bolivia y Nicaragua que carecen de un organismo nacional responsable para donación y trasplante. Algunos como Cuba, Honduras y Nicaragua no tienen ley que regule la actividad.
"Nadie está en contra de un pool internacional de órganos si es entre países autosuficientes y con leyes de trasplante homogéneas. Pero sería muy excepcional, teórico. Porque todos los países tienen listas de espera largas y se puede generar sospecha si un órgano es trasplantado en otro país, porque no existe un receptor compatible. Aún si la compatibilidad del donante con el receptor de otro país es mucho mejor, se preferiría una incompatibilidad menor con el paciente del propio país, porque las listas de espera son muy importantes", refirió uno de los fundadores de la Sociedad Argentina de Trasplantes y su actual presidente del Comité de Ética, el especialista argentino en bioética y trasplantes Dr. Eduardo Tanus.
De forma general, los documentos nacionales o internacionales que recomiendan las medidas necesarias para mejorar la situación en Latinoamérica no sugieren la internacionalización, sino el fortalecimiento de programas nacionales.
Un ejemplo es el boletín de DONASUR, inicialmente creado como registro oficial de la actividad de donación y trasplante de los países del Mercosur, que hoy integra la información de 16 países latinoamericanos. Este registro permite la trazabilidad donante-receptor de cada uno de los trasplantes que los países informan cada año, discriminando datos de donantes y trasplantes por región o establecimiento. En su último documento incluso agrega: Latinoamérica evidencia un alto grado de desigualdad y en ella existen importantes flujos migratorios que impactan en los sistemas de salud y de donación y trasplante.
El lado oscuro de los convenios transfronterizos
Los convenios transfronterizos, cuando existen, sirven también para mostrar cómo los problemas de un país pueden afectar a otro.
Argentina cuenta con convenios de cooperación en materia de donación y trasplante de órganos centrados en la cooperación y la asistencia técnica con Paraguay, República Dominicana, Chile, Perú y Venezuela.
Con Uruguay tiene un convenio específico suscrito en 2018 por el cual pacientes uruguayos que necesiten un trasplante de pulmón, de intestino o hepático pediátrico podrán ser intervenidos en la Argentina con órganos procurados en su país. Sólo en trasplante hepático pediátrico, si reúne criterios de emergencia, ingresa a lista de espera en Argentina y se da de baja de la uruguaya, debiendo este último país devolver un órgano similar en el primer proceso que desarrolle con posterioridad al implante. Este convenio no compromete recursos financieros de Argentina.
La prensa uruguaya informó recientemente que los trasplantes de pulmón que se suelen hacer en Argentina, financiados por el Fondo Nacional de Recursos (FNR) de Uruguay, enfrentan problemas porque la crisis de ese país redujo al mínimo las intervenciones.
Según un artículo publicado en el semanario Búsqueda, "en la prepandemia se habían conseguido hacer seis trasplantes al año, en 2023 apenas uno. La crisis económica [de Argentina] afectó a profesionales y hay quejas de sus trabajadores por sueldos cobrados en cuotas, agravado por la emigración de médicos especializados hacia otros países, por la crisis en instituciones".
El caso de Chile, geografía y cuestiones sociales por enfrentar
El médico chileno Pablo Pérez Castro tuvo su primer contacto con el intercambio de órganos cuando vivía en Canadá. Se estaba formando en trasplante pulmonar en la Universidad de Toronto y supo que, en Estados Unidos, cuando algún donante es rechazado, sus órganos se ofrecen a otro país que puede decidir si quiere tomarlos.
"Nosotros íbamos a buscar los pulmones, los evaluábamos para asegurar que funcionaran bien y después lo trasplantábamos. ¡Con bastante buen resultado para un órgano que fue rechazado por todo un país!". Explicó que las razones por las cuales se rechazan donantes son muchas e incluye si los programas en un país o de un centro son más agresivos o conservadores que otro.
De regreso a Chile, donde hay más de 2.000 personas en lista de espera y una de las tasas más bajas de donación de órganos de Latinoamérica, este cirujano de tórax, y master en Salud Pública de la Universidad Johns Hopkins, piensa que habría que aprovechar todas las instancias para aumentar el pool de donantes de órganos.
El Dr. Pérez Castro es uno de los autores de una carta a la Revista Panamericana de Salud Pública en la que, junto a otros colegas de la Clínica Alemana-Universidad del Desarrollo de Santiago de Chile, propone: "Una de las formas de maximizar el uso de órganos disponibles es propiciar un sistema internacional de donación de órganos con países vecinos. Existe evidencia de que un sistema de donación internacional de órganos otorga a receptores una mayor posibilidad de encontrar un donante y evitar la pérdida innecesaria de un órgano útil.
"Todos me dicen 'es lógico, debiéramos hacerlo, avanzar, sería superbueno'… y después quedamos ahí. Yo creo que hay un tema de prioridades. Hay cosas que son a veces más urgentes y discusiones como estas pueden requerir mucho tiempo y esfuerzo", relató a Medscape en español a dos años de la publicación de la carta. Pero el Dr. Pérez Castro sabe también que establecer acuerdos internacionales no lo es todo. "Desde el año 2012, Chile y Argentina cuentan con un convenio vigente para el trasplante hepático pediátrico. No obstante, hasta la fecha no ha habido un solo caso realizado".
"Tiene todo el sentido en Latinoamérica", insistió, agregando que en la región, por un tema logístico, se desperdician muchos órganos. "Por ejemplo, Mendoza está a 20 minutos en avión de Santiago. Puede haber un donante multiorgánico en Mendoza, pero si no hay ningún receptor adecuado en Argentina, el órgano se pierde, aunque el paciente que lo podría aprovechar esté a apenas 20 minutos".
El Dr. Pérez Castro agregó que un país largo como Chile es particularmente desafiante, y que [el acceso a órganos con] proximidad geográfica, aunque sea en otro país, podría hacer diferencia. Porque Chile tiene otro problema, que a su juicio favorecerían un enfoque regional.
Un artículo que firmó el mismo grupo chileno en Transplantation llamó la atención a las disparidades geográficas en las tasas de donación de órganos en el país. El artículo muestra, con posibles explicaciones que incluyen variaciones en la infraestructura de atención médica, financiamiento y desafíos en la logística de transporte, que la tasa anual de donación de órganos es 82% mayor en Santiago que en otras zonas del país.[]
Ese artículo aborda también uno de los temas más controvertidos en Chile, las bajas tasas de donación de órganos en los hospitales del sector privado (6 dpm en entidades públicas versus 0.91 dpm en privadas). El promedio estimado de diez años para la donación de órganos fue 6.5 veces mayor en instituciones públicas en comparación con privadas.
El caso de México, un sistema ineficaz e ineficiente
Al 31 de abril de 2024, más de veinte mil mexicanos estaban registrados a la espera de un trasplante. En comparación con otros países, la eficacia del sistema de donación y trasplante en México es cuestionable, afirmó a más tres décadas del primer trasplante cardiaco su ejecutor, el Dr. Rubén Argüero-Sánchez.
El sistema de procuración y trasplante mexicano sufrió mucho con la pandemia, pero la deficiencia es muy anterior. El trasplante de riñón no alcanza hoy los valores históricos máximos de 2017-2018. El trasplante de corazón tuvo su ápice en 2014 (52 trasplantes por año), pero hubo apenas 38 procedimientos en 2023.
Un artículo firmado por el profesor Argüero-Sánchez, junto a los Dres. Enrique M. Olivares-Durán, del Hospital de Especialidades 1 del Centro Médico Nacional del Bajío, Instituto Mexicano del Seguro Social, en León, y el Dr. Omar Sánchez-Ramírez, profesor en el Departamento de Cirugía de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), ofrece un panorama de la situación del trasplante cardiaco mexicano en el contexto iberoamericano.
En 2019, de 13 países de América y España, México ocupó el 12.o lugar en cuanto a la tasa de trasplante cardiaco y el 11.o en cuanto a la tasa del número de pacientes registrados por primera vez en la lista de espera para un corazón. Uruguay, Portugal, Argentina, Chile, Brasil y Colombia presentaban mejores indicadores. México se situó en el mismo grupo que Paraguay, Perú y Cuba. Curiosamente, México es el segundo país con el mayor número de centros de trasplante de corazón, solo por debajo de Estados Unidos. Pero la productividad es muy baja y de los cuatro centros más productivos, todos del sector público, solo uno de ellos está localizado fuera de la Ciudad de México.
"Aunque este artículo es del 2019, en mi opinión el panorama nacional para dicho análisis se mantiene hasta la fecha", afirmó el Dr. Omar Sánchez Ramírez "Existen países con mayor desarrollo de los programas de donación que poseen una estructura y organización más eficiente y con mayores recursos. No se puede comparar la actividad y fortaleza de donación y trasplante de los programas de donación y trasplante de nuestro vecino Estados Unidos con los de México".
Los mismos autores atribuyeron la escasez creciente de órganos para trasplante en México a un sistema nacional de donación y trasplante de órganos que consideran "ineficaz e ineficiente". Sugieren "antes de seguir señalando a la negativa familiar como la causa fundamental del bajo número de donaciones y trasplantes", [realizar] mejoras en varias áreas. Los expertos hacen siete propuestas estratégicas, pero ninguna es de internacionalización.
Por la Ley General de Salud, los órganos no pueden ser sacados del territorio nacional para trasplantes en el exterior. El Dr. Omar Sánchez Ramírez alertó también de que en el hipotético caso de órganos que se donen en México y terminen en otros países, se corre el riesgo de que la población reaccione incrementando la oposición a donar.
De acuerdo con los autores, los caminos de mejora son básicamente mayor presupuesto, mejor manera de invertirlo y aumento de la eficiencia en el área médica y hospitalaria, así como enfrentar las fallas derivadas de un sistema de salud fraccionado.
Problemas comunes
El Presidente de la Sociedad de Trasplante de América Latina y el Caribe cree que el intercambio de órganos entre países de Latinoamérica no va a ser realidad por mucho tiempo. Los obstáculos son muchos y en su gestión al frente de esta sociedad, el Dr. Mario Abbud pretende aumentar el número de países que hagan trasplantes.
A la crítica de que las fronteras rígidas contribuyen a desperdiciar órganos de donantes fallecidos, respondió: "Tenemos que mejorar nuestros programas nacionales y disminuir nuestra tasa de descarte. Un tercio de los órganos pueden ser descartados por cuestiones tal vez no tan correctas".
Esto ocurre, de acuerdo con él, por diversas decisiones puntuales, porque el centro piensa que el órgano no es apropiado para ese receptor y se descarta, otras porque no coinciden los criterios: "Un órgano puede estar refrigerado por 36 horas y hay centros que los aceptan y otros exigen hasta 30 horas". Refiere que en Brasil, por ejemplo, no está permitido el sistema older for old, y como no se puede saltar el orden de la lista para ofrecerle determinados órganos directamente a receptores de más edad, algunos órganos son rechazados repetidamente hasta que ya no hay posibilidades de implantarlos y aumentan las tasas de eliminación. "A veces, si el donante tuvo hepatitis o Covid-19, el médico termina decidiendo por el paciente, lo cual no es ético".
Sabe que los problemas enfrentados por los distintos países son diversos. Respecto a Brasil, señaló algunas peculiaridades de los registros que podrían ser un obstáculo. "El Estado de São Paulo tiene dificultades para 'hablar' con el resto del país, porque su sistema de registro se ha mejorado más que el Sistema Nacional de Trasplantes. Entonces, ¿qué sucede? La mayor actividad termina siendo en el Estado de São Paulo".
En otro orden, comentó que Colombia había llegado a convertirse, según la Sociedad Internacional de Trasplantes, "en el punto caliente para el comercio de órganos dentro de Latinoamérica". Aclaró que se refiere fundamentalmente a órganos de donantes vivos no relacionados y añadió que la situación mejoró en los últimos años, pero remató: "No voy a jurar que no hay comercio [de órganos] en Latinoamérica. Tengo una duda, digamos que mejoró 99,9%".
Complejidad actual y futura
Desde que el trasplante de órganos se efectuó por primera vez como una opción de tratamiento para la insuficiencia orgánica, hay en todo el mundo un desajuste entre el número de pacientes que necesitan órganos y el número de órganos disponibles.
Este desajuste persiste en todos los sistemas de trasplante de órganos, independientemente de su modelo de consentimiento (opt-in, opt-out o elección obligatoria) y de si el sistema permite o no una compensación monetaria a los donantes de órganos o a las familias de los donantes fallecidos, y es probable que el problema aumente a medida que se amplían las indicaciones para los trasplantes de órganos y los avances permitan mantener a las y los pacientes muy enfermos mientras esperan un trasplante.
Para las bioeticistas Solveig Lena Hansen y Silke Schicktanz, compiladoras de un libro reciente acerca de los debates actuales sobre los desafíos éticos y perspectivas internacionales del trasplante de órganos (Ethical Challenges of Organ Transplantation Current Debates and International Perspectives), desde un punto de vista cosmopolita, la residencia no debería importar y probablemente deberíamos, en principio, introducir un sistema global de donación y trasplante. Pero estiman que es poco probable que esto suceda pronto. "Esta cuestión sigue sin resolverse y está sujeta a desacuerdos fundamentales".
Las decisiones que toman las personas para convertirse en donantes, o para permitir la extracción de órganos de sus familiares muertos, no dependen apenas de su deseo de ayudar a otras personas, sino también de su percepción del sistema de salud y equidad, que pueden diferir entre los diferentes países y sistemas de atención. Las personas pueden convertirse en donantes de órganos en un sistema de atención de la salud bien administrado, pero si perciben el sistema como injusto o corrupto, quizá tenga menos probabilidades de convertirse o seguir siendo donante. La disposición a donar órganos parece estar relacionada con la percepción pública de transparencia.
Asignación de órganos en el futuro
El uso de órganos animales "humanizados" (xenotrasplante) y el cultivo de órganos a partir de células madre humanas posiblemente aumentarán el número de órganos disponibles. Allí se espera que el problema de la escasez material (falta de órganos) se transforme en otro problema mucho más común de la atención médica, la escasez financiera.
"El xenotrasplante nos trae una novedad completamente diferente. Queda muchísimo camino por recorrer, pero evidentemente si demuestra la eficacia y la seguridad a corto medio y largo plazo, y con resultados similares a los que obtenemos hoy en día con humanos, nos traerá otro reto que será el de determinar qué pacientes se benefician de esta terapia y qué pacientes mantenemos con trasplante de humanos", señaló la Dra. Domínguez-Gil.
Es probable que esos órganos tengan un precio de acuerdo con el modelo actual de la industria farmacéutica de precios basados en el valor, y que sean (muy) caros. Su asignación seguirá las prioridades para tratamientos costosos y que pueden salvar vidas, que varía de un país a otro.
"Va a ser un tratamiento muy costoso", coincidió la Dra. Domínguez-Gil. Ella especula que, por el costo elevado, "se tendrá que determinar a qué pacientes o en qué circunstancias se procede a la indicación de órganos disponibles de cerdos modificados genéticamente, y no otra indicación que pueda ser menos costosa".
Se espera que las y los pacientes que se encuentren dentro de los grupos predefinidos de elegibilidad tendrán un derecho directo a recibir un trasplante. Para quienes se encuentran fuera del grupo de pacientes elegibles, definidos por el sistema de salud, su situación será más ambigua. Si pueden permitírselo, podrán comprar un trasplante en un hospital privado, pero si no pueden, se les puede negar cualquier posibilidad de un trasplante.
Por lo tanto, según los bioeticistas, es perfectamente comprensible que haya una presión continua en el debate público y en el trabajo académico para una solución basada en principios que proporcione de una vez por todas un sistema justo de asignación de órganos.
*Para Medscape
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