Por Rocío Lloret Céspedes de La Región (Bolivia)
Jueves 18 de agosto de 2022.- La Reserva Natural Barba Azul es como una isla de motacusales en medio de inmensas extensiones dedicadas a la ganadería. Ubicada en el municipio de Santa Ana de Yacuma, a 182 kilómetros de Trinidad; tiene en su interior a una de las especies de aves más emblemáticas de la Amazonia boliviana: la Paraba Barba Azul (Ara glaucogularis). La misma se encuentra en riesgo crítico de extinción y únicamente se distribuye en los llanos de Moxos de Beni.
Precisamente con el fin de conservarla porque se detectó su presencia en este lugar, en 2009 la Asociación Civil Armonía comenzó la compra progresiva de estas tierras, catalogadas por el Plan de Uso de Suelo (PLUS) de Beni como “ganaderas”. Para 2012 se había concretado la adquisición de once mil hectáreas que en octubre de 2020 se convertirían en una Reserva Privada de Patrimonio Natural (RPPN).
Fue allí -en la parte norte del predio- donde en marzo de este año, el guardaparque Miguel Martínez detectó la presencia de al menos ocho personas ajenas al lugar. En pocos días, tumbaron árboles, armaron carpas, entraron con 150 cabezas de ganado y a mediados del mismo mes habilitaron una pista de aterrizaje. Se asentaron al borde de un bosque de galería, que es aquel que se encuentra a lo largo de ríos y cumple la función de protegerlos. Una vez “instalados” comenzaron a cazar fauna silvestre como el tatú o lagartos e incluso instalaron un panel solar para proveerse de energía.
Frente al reclamo, porque además se trata de una zona de descanso y alimentación de la Paraba Barba Azul por la cantidad de palmeras de motacú que tiene, los invasores respondieron que necesitaban las tierras.
Un proceso por avasallamiento
Armonía se constituyó en demandante frente a los hechos. La respuesta del líder de las personas que ingresaron era que se trataba de tierras fiscales. El Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA) respondió que no se trataba de terrenos disponibles del Estado, sino que más bien estaban en proceso de titulación. De hecho, una parte ya estaba saneada. “Y aun cuando hubiera tierras fiscales disponibles, que en el caso de Beni ya no hay, es ilegal primero asentarse y luego pedir. El procedimiento correcto es reunirse como comunidad y solicitar al INRA”, asegura el director de la entidad departamental.
Por ello, luego de varios meses en los que hubo inspecciones, denuncias ante la Autoridad de Fiscalización y Control Social de Bosques y Tierras (ABT) por deforestación y otros elementos del proceso, en mayo se emitió una orden de desalojar los predios en los siguientes diez días. El viernes 12 de agosto ante el desacato, el propio director del INRA Beni, Ramiro Ortiz, acudió al lugar.
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“Estamos verificando que se ha emitido una intimación (orden) y una resolución de desalojo, pero no ha habido cambios. Lo que corresponde ahora es aplicar la normativa, corresponde aplicar la fuerza pública, que sería la Policía, para que este desalojo se realice rápidamente”.
Ramiro Ortiz, director del INRA Beni
La Ley 477 “Contra el avasallamiento y tráfico de tierras” establece que los juzgados agroambientales y penales son competentes para resolver las “invasiones u ocupaciones de hecho, así como la ejecución de trabajos o mejoras, con incursión violenta o pacífica, temporal o continua, de una o varias personas que no acrediten derecho de propiedad, posesión legal, derechos o autorizaciones sobre propiedades privadas individuales, colectivas, bienes de patrimonio del Estado, bienes de dominio público o tierras fiscales”. Eso significa que quienes incurran en este tipo de delitos pueden ir a prisión.
Actualmente, en el caso de la Reserva Natural Barba Azul, se espera la intervención de la Policía, ya que los involucrados no acataron la disposición de desalojo pacífico. Hasta el cierre de este reporte (16 de agosto) se esperaba tal acción.
Un lugar de alta importancia ecológica
El estado de conservación de la Paraba Barba Azul, recientemente declarada patrimonio natural del Beni, es crítico. Se estima que en todo el departamento solo quedan 550 ejemplares distribuidos en los llanos de Moxos de Beni. En esta reserva se registraron 228 individuos, con lo cual se trata del sitio con mayor presencia del ave.
Pero más allá de ser el hábitat de esta ave, al estar rodeada de predios ganaderos, la Reserva Natural Barba Azul se ha convertido en el refugio de 340 especies de otras aves y 32 mamíferos grandes y pequeños, sin contar árboles como el tajibo, que brindan una sombra natural en los senderos ecológicos.
En 2015 el lugar fue clasificado como sitio de importancia regional en la Red Hemisférica de Reservas para Aves Playeras (RHRAP) -el primero de Bolivia- porque por aquí pasan especies como el tibibi o playero acanelado o el chorlito dorado americano, que se detienen para alimentarse en esta área a su paso hacia el sur. A su regreso hacia el norte, la zona está en etapa de inundación, porque lo que siguen su viaje hasta los llanos de Colombia y Venezuela.
Una iniciativa para el turismo
Las bondades naturales que ofrece esta reserva la han convertido en un sitio ideal para el aviturismo. Desde 2013, el albergue de Barba Azul ofrece un servicio para observar vida silvestre, mientras los ingresos contribuyen a la sostenibilidad del programa de conservación de la Paraba Barba Azul.
En el área correspondiente, existen cuatro cabañas rústicas que combinan comodidad y un contacto cercano con la naturaleza. Cada una tiene vista del río Omi y senderos para conocer el bosque que acoge a las especies.
La mayoría de los visitantes son turistas extranjeros ambientalistas, quienes organizan sus itinerarios de acuerdo a la actividad de avisturismo que quieren realizar. Aquí también es posible trabajar en investigación. De hecho, estudiantes de distintas universidades del país y del mundo llegan para adentrarse en estos parajes y conocer más a fondo la biología de animales como la Paraba Barba Azul que, por el momento, le ha ganado una batalla a los avasalladores de su hábitat.
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