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El alcohol es una sustancia producida mediante un proceso natural de fermentación de frutas y vegetales o en forma artificial a través de la destilación. El alcohol tiene propiedades psicoactivas, es decir que puede llegar a producir dependencia. Se lo ha utilizado desde hace muchos siglos y en todas las culturas por diferentes razones, desde mágico-religiosas hasta recreativas. A menudo, dicho consumo se asocia a celebraciones o buenos momentos en familia y con los amigos (por lo menos la maliciosa publicidad lo hace ver así) y puede producir efectos agradables para la persona. Pero, no se debe olvidar que puede llegar a ser un riesgo para la salud, especialmente si su consumo es excesivo.

Una bebida estándar contiene aproximadamente 14 gramos o 1,2 cucharadas de alcohol puro. Generalmente, esta cantidad de alcohol puro se encuentra en varias bebidas como en 350 mL de un vaso de cerveza (5% de alcohol), 150 mL de una copa de vino (12% de alcohol y en 45 mL de un licor destilado (ron, whisky y vodka que tienen en promedio 40% de alcohol).

¿Qué consecuencias tiene el consumo de alcohol?

Cada año se producen tres millones de muertes en el mundo debido al consumo nocivo de alcohol, lo que representa un 5,3% de todas las defunciones. Lo grave es que el alcohol provoca defunción y discapacidad a una edad relativamente temprana, es decir, la gente que bebe en exceso puede morir o enfermarse de males crónicos no transmisibles entre los 20 y 39 años. 

Según un informe sobre la salud y el consumo de alcohol en la Región de las Américas de la OPS del año 2020, el alcohol fue la causa de más de 379.000 muertes en el 2016, lo que equivale a aproximadamente una vida perdida cada 100 segundos. Los tipos de muertes atribuibles al alcohol que cobraron el mayor número de vidas fueron el cáncer (83.351), la autoagresión y la violencia interpersonal (65.880) y los trastornos digestivos (62.668). El consumo de alcohol per cápita en las Américas en mayores de 15 años (total de alcohol consumido dividido entre la población) es de 8 litros, que es 25 por ciento más alto que el promedio mundial (6.4 litros).

Bolivia tiene un consumo registrado de 6.8 litros, también mayor al promedio mundial. Pese a que no somos el país de Latinoamérica con mayor consumo de alcohol, preocupa un indicador que se llama consumo excesivo episódico de alcohol, que para Bolivia en hombres mayores de 15 años es de 24.5% y en mujeres de 7.7% (este indicador se define como el consumo de 60 g o 5 o más tragos en al menos una ocasión para detectar a las personas que consumen alcohol en cantidades que son lo bastante grandes para producir intoxicación o daño). Esta cifra es preocupante especialmente en jóvenes de 15 a 19 años. Por otro lado, Bolivia se encuentra en séptimo lugar de los países latinoamericanos con más muertes por cirrosis hepática, con una tasa de 53/100.000 habitantes.

La bebida más consumida en Bolivia es la cerveza (ahora se dará cuenta del gran patrocinio de la industria cervecera en cuanto evento cultural o deportivo exista en nuestro país), después están las bebidas destiladas y hay muy poco consumo de vino.

El consumo excesivo de alcohol se puede asociar a daños para la salud en corto plazo como:

  • Accidentes en general, incluidos el mayor riesgo de accidentes de tránsito (solo vea los noticieros y la cantidad de accidentes que se producen en días festivos o los viernes).
  • Diferentes tipos de violencia (en nuestro medio es seguro que un buen porcentaje de todos los tipos de la violencia doméstica y contra la mujer se producen bajo influjo del alcohol).
  • Comportamientos sexuales de riesgo que puede llevar a un incremento de enfermedades de transmisión sexual y embarazos no deseados.
  • Visitas a servicios de emergencias por gastritis, úlceras gástricas, pancreatitis que pueden poner en peligro la vida de forma aguda.

A largo plazo el consumo de alcohol puede producir lo siguiente:

  • Hipertensión arterial (presión alta), aumento del riesgo de enfermedades cardiacas (infarto), accidentes cerebrovasculares (lo que seguramente usted escuchó como derrame cerebral), enfermedades del hígado (desde hepatitis hasta la cirrosis) y otros problemas digestivos.
  • Puede comprometer el sistema inmunológico (las defensas del organismo), haciéndolo susceptible a infecciones.
  • Trastornos del comportamiento como dependencia y adicción al alcohol (alcoholismo), depresión e incluso demencia.
  • El riesgo para varios tipos de cáncer aumenta, siendo los más frecuentes cánceres de mama, boca, garganta, esófago, hígado y colon.
  • Problemas sociales como pérdida del empleo y desintegración familiar.

¿A qué se define consumo excesivo?

Es aquel consumo definido como 4 tragos o más en una sola ocasión en el caso de mujeres y en varones 5 o más tragos. En esta categoría también se incluye cualquier consumo de alcohol por parte de menores de edad o mujeres embarazadas.

Beber en exceso se define como consumir 8 o más tragos (copas) en una semana en el caso de mujeres y 15 o más en varones, sin considerarse necesariamente dependientes del alcohol.

¿Y qué es beber con moderación?

Algunas definiciones indican que beber con moderación implica el consumo de dos bebidas o menos al día en el caso de un hombre adulto y una bebida o menos si se trata de mujeres. Pero en general si alguien no bebe, mejor que no consuma ni la cantidad de la recomendación moderada, considerando siempre que cualquier consumo de alcohol es dañino para la salud.

Las recomendaciones para NO BEBER ALCOHOL, así sea en cantidades mínimas, son: embarazo, ser menor de edad, la actividad de la conducción u otras que necesitan coordinación, tomar medicamentos (antigripales, antialérgicos, anticonvulsivantes, ansiolíticos), que pueden incrementar sus efectos produciendo somnolencia, padecer de condiciones como epilepsia, diabetes, etc.

¿Qué consumo moderado de alcohol sería beneficioso para la salud?

Seguramente en alguna tertulia con sus amigos usted escuchó que consumir algunas bebidas como el vino tinto y la cerveza de forma moderada pueden reducir enfermedades cardiovasculares. Algunas sustancias contenidas en estas bebidas como el etanol, compuestos fenólicos y polifenoles incrementarían el colesterol bueno (HDL), reducirían la agregación plaquetaria (células que forman los coágulos) y la inflamación. Dentro de estas sustancias destaca el resveratrol contenido sobre todo en el vino tinto. Pero por otro lado se conoce que consumir frutas como la naranja (35g/día) o manzana (41g/día) aportarían polifenoles igual que una copa de 36 mL de vino.

Una revisión de la literatura bien realizada que analiza 26 estudios del consumo de diferentes tipos de bebidas alcohólicas y su efecto sobre la salud (enfermedades cardiometabólicas y cáncer), concluye que la evidencia epidemiológica revisada no permite concluir que el consumo de vino y de cerveza, a pesar de incluir en su composición sustancias potencialmente beneficiosas para la salud, tenga un efecto diferencial en el riesgo cardiometabólico, el cáncer o las enfermedades neurodegenerativas. Por el contrario, hace críticas a las inconsistencias de los estudios que no controlaron otras variables como edad, hacer ejercicio, condición socioeconómica y otros aspectos que pueden incidir en la aparición de enfermedades. Por tanto, los médicos no podemos recomendar el consumo de estas bebidas alcohólicas de ningún tipo, con la finalidad de prevenir enfermedades.

¿Cómo reducir y prevenir el consumo nocivo de alcohol?

Las políticas públicas que son leyes, regulaciones y normas que prescriben quién, qué, dónde y cuándo se puede consumir alcohol son fundamentales en un país. Lamentablemente en casi el 70% de los países de América no se tiene reglamentada la publicidad de las bebidas alcohólicas en la televisión nacional o solo existen códigos reglamentarios elaborados por la propia industria de la bebida (por eso vemos tanta publicidad que incluye imágenes de jóvenes demostrando que “beber cerveza con tus amigos es algo maravilloso”). ¿Algún día esto se regulará en nuestro país? O será que el poder de la industria del alcohol seguirá campeando. ¿Hasta cuándo se pondrán como excusa santos y vírgenes para beber como “cosacos” y decir que es por fe solamente?

El tema de la prohibición de la venta a menores de edad es solo un adorno etiquetado en las botellas. Saben muy bien las autoridades que en Bolivia cualquier menor de edad puede comprar la cantidad de alcohol que desee. Si esta prohibición fuera efectiva, sería una forma importante de limitar el consumo en menores de edad.

Las normas de conducción de motorizados bajo influjo del alcohol deben ser más duras (todos saben que en nuestro país las coimas solucionan todo).

El Ministerio de Salud debería tener políticas claras de prevención, detección oportuna y tratamiento accesible y asequible a las personas que padecen trastornos por abuso del alcohol.

Todas las autoridades a las que les compete esta problemática de salud pública seguramente deberán analizarla con más detenimiento porque el alcohol está dañando a las personas, tanto a las que beben como a las que no. Está destruyendo hogares y terminando la vida de jóvenes.

Dr. Héctor Mejía Salas, M.Sc.

Pediatra Magíster en Epidemiología Clínica

Jefe de Enseñanza e Investigación Hospital del Niño

Profesor Titular de Pediatría UMSA

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