Por Edwin Pérez Uberhuaga desde Madrid (España)
Lunes 13 de septiembre de 2021.- Era casi la medianoche del viernes, yo estaba a punto de meter a la imprenta la edición 88 de mi revista, cuando mi apreciada colega Amparo Canedo me pidió que escribiera algo sobre mi vida.
No es algo que hago con frecuencia. Salgo mucho en las redes sociales, pero para hacer marketing de mi revista Aquí Latinos o para contar las vidas y milagros de otros y la lucha por los derechos humanos de los migrantes.
No hablo de mí no solamente por modestia, sino porque sé que puedo desatar tormentas mediáticas de personas que ni siquiera me conocen, pero que se dejan llevar por estereotipos. "¿Quién es éste? ¿Por qué viaja tanto? Seguro que le pagan todo las embajadas y consulados", etc. etc.
Casi digo "no" a Amparo, pero también creo que es importante dar un testimonio para que otros imiten lo bueno o "ni siquiera lo intenten en casa".
En tiempos de Olimpiadas, quisiera mencionar algunos récord: Más de cien mil ejemplares mensuales publicados de la revista Raíz Bolivia en España (una empresa española publicó Raíz Ecuador, Colombia y yo hice la de Bolivia). En dos años de pandemia he viajado por Bolivia dos veces, y cada dos meses por España, Suiza, Italia, Francia y Alemania para describir el impacto del Covid (estoy vacunado y mis fosas nasales ya están más grandes por el PCR).
Premio Internacional de Periodismo Científico otorgado por el CSIC de España por la campaña informativa del Eclipse total de Sol, coordinado por la Academia de Ciencias, la UMSA y el Círculo de Periodismo Científico.
A veces soy el único latino en congresos y conferencias donde expreso mi pensamiento en castellano, inglés, francés, italiano y algo de alemán. Hablo mucho de Bolivia, pero también tengo que comentar la realidad de Haití, México o la Patagonia.
La revista Aquí Latinos es una de las más antiguas de Europa y la única con la característica de mis viajes personales.
"El boliviano errante"
Don Pedro Shimose, Premio Nacional de Cultura, hizo un editorial sobre mi vida y lo tituló "El boliviano errante". Don Mariano Baptista en su programa dominical de TV me entrevistó una hora sobre la realidad migratoria. Acabo de ser moderador de un zoom mundial para gestionar que la Fiesta de Urkupiña sea declarada Patrimonio de Fe de la Humanidad por la Unesco.
"Migrante a tiempo completo", Edwin viaja a caballo entre España y Suiza...", "portavoz de los migrantes", "Guionista sobre un filme de la migración: El caminante", "Tres libros publicados que viajan junto con él", son algunos títulos y comentarios de la prensa europea respecto a lo que hago.
Los bolivianos somos muy conocidos por nuestra capacidad de trabajo, bailar nuestro folklore o comer y beber muy bien, pero el hecho de que un boliviano tenga una revista con anunciadores latinos, suizos, españoles, portugueses, libaneses o japoneses, llama un poco la atención.
Entre rosas y espinas
Resido más de 20 años en Europa, pero he viajado por medio, sí, medio mundo desde mis 19 años, cuando comencé a estudiar Comunicación en la UCB de La Paz y trabajar en El Diario.
En mis viajes presidenciales o para asistir a cumbres o congresos periodísticos siempre encontré a migrantes bolivianos, que luego de unas cuantas "chelas" (cervezas) me narraban su historia real, muy diferente a la que ellos contaban a sus familias.
Un joven cruceño en Madrid me dijo que llegó para estudiar y trabajar, pero no pudo. Le dijeron que en un lugar había hombres que buscaban a hombres y así ganó dinero, pero también contrajo el Sida. Le pedí permiso para publicar su historia en mi primer libro. Me dijo que sí, pero que primero le tome una foto en la puerta de la Iglesia, para enviarla a su madre con el mensaje: "Mamá vivo, bien, gano mucho, estoy enamorado y pronto me voy a casar". Creo que ahí inventé la frase "las mentiras de la migración".
Para entender la migración tuve que vivir como los migrantes. No tenía que esforzarme mucho, porque nunca tuve mucho dinero. Lo que había de mis becas se agotaba y nunca los medios de comunicación de los que era "corresponsal internacional" me pagaban lo suficiente.
Tres años en Alemania, cinco en Suiza, viajes temporales a Estados Unidos y otros países me permitieron sentir la mirada de racismo y los controles exagerados en las fronteras. Corea del Sur, la exYugoslavia, la frontera méxico-estadounidense me han dejado huellas.
Ya no era el "señor periodista" cuando tenía que dormir en los aeropuertos, estaciones de tren o buses o en la calle. Solo era un extranjero que usaba su maleta llena de libros y revistas como almohada para esperar un nuevo frio o caluroso día y con el temor de que algún racista me tome como bolsa de entrenamiento de box. Si creen en milagros, yo viví varios.
He vendido y regalado mis libros y revistas, que están en muchos países. Si hay algún mensaje o legado es el de tratar de tener un equilibrio entre la noticia y los anuncios publicitarios. No vale la pena poner media página de un anuncio y otra media página diciendo que el anunciante es el empresario del año, sin que en realidad lo sea.
Tampoco recibo "donaciones" de embajadas, iglesias, ONG o partidos políticos. Cumplo mi sueño de todo periodista: la libertad y la independencia (aunque los bolsillos estén vacíos). En Europa unos dicen que soy "pitita" y otros que soy "masista". Les respondo que soy un simple periodista y que mi única meta es ser testigo de la migración y defender los derechos de los migrantes.
Tengo dos deudas bancarias, las cifras de las revistas siempre están en rojo.
Mi madre paceña, mis dos hijos alemanes y mi actual esposa francesa son la fuente moral y material para no desfallecer.
Viajar en bus de Madrid a Suiza durante 24 horas antes no me afectaba. Hoy me duele la espalda por cargar maletas pesadas y la vida me está cobrando facturas, pero hay que cumplir con los lectores y anunciadores. No sé cuál es el siguiente récord, pero lucharé hasta encontrarlo.
El Covid-19 y yo
Ya no se quién persigue a quién. Esta es la cronología. Hace más de dos años fui a Bolivia cuando en Europa aparecía el virus. Solo uno de los colegas que me entrevistó me preguntó sobre las mascarillas y cómo estornudar. Imagino que muchos de los televidentes se burlaron. Todo era nuevo... Llegué a Madrid y una semana después los aeropuertos se cerraron, dejando varadas a millones de personas en el mundo. Tuve que dar dos informes: la desesperación de los varados en Europa y Bolivia, y el dolor por más de una veintena de bolivianos muertos en España.
Hasta hoy no se sabe cuántos han muerto en realidad porque muchos ya tenían pasaporte europeo. Yo estuve confinado cuatro meses en Madrid dando muchos reportes, pero sin ganar un centavo. Dar malas noticias, decir pocas buenas y tener el bolsillo vacío fue deprimente.
Tras el confinamiento volví a viajar a Suiza, España e Italia para ver el impacto de Covid-19, distribuir mi revista, etc. Me enfermé con Covid y como no tenía tiempo para enfermarme, se fue pronto. Para cada viaje me hago PCR. Es curioso, cuando en Suiza veían que venía de España me miraban mal. Cuando de Zürich sabían que venía de Ginebra, zona roja, me miraban mal. Hace poco fui a Bolivia y luego a España, y me miraron mal...
Que pase el siguiente...
Es curioso, pero en muchas entrevistas que me hacen en Bolivia y otros países siempre invito a los colegas, sobre todo a los jóvenes, a que vengan a reforzar mi trabajo. Les ofrezco todo el apoyo logístico, pero casi nadie me visita o me contacta. Hay casi 250 mil bolivianos en Europa y pocos se acuerdan de ellos a nivel informativo.
Hace 20 años yo no tenía redes sociales, celulares, GPS o internet, pero viajaba y cumplía mis objetivos.
¿Qué pasa con la generación de periodistas de hoy, estimada Amparo?
-----
* Edwin Pérez Uberhuaga
Periodista titulado en U. Católica Boliviana (1997)
Especializado en Periodismo Científico, Migraciones y Derechos Humanos
La Paz-Bolivia
Reside entre Madrid y Ginebra
Este material forma parte de un grupo de artículos que conforman el reportaje "Periodistas en Pandemia":
- Reducción tras reducción, muchos periodistas ganan menos que el año 2000
- Las 4 muertes del periodista Roberto Soliz y el día en que calló la voz de San Ramón
- 67 trabajadores de medios murieron en las primeras 3 olas de la pandemia en Bolivia
- El periodista “errante” que anda por el mundo cargando libros y revistas
Comentarios