Recordando que la Casa de los Niños (3 a 6 años) es una escuela a la imagen del hogar, es absolutamente natural encontrar material similar al de una casa. Primeramente, se permite a niñas y niños sentirse en confianza al desenvolverse en un ambiente conocido, parecido al lugar donde viven y a su escala. En segundo lugar, cada actividad que realicen les permitirá perfeccionarse gracias a la repetición. Una Casa de los Niños está estructurada en diferentes áreas totalmente integradas como son la vida práctica, la vida sensorial, el lenguaje y las matemáticas. En el área de la Vida Práctica aprenden a ocuparse de un quehacer que les permite alcanzar paso a paso la independencia a través de un ambiente predispuesto y organizado. En tercer lugar, cada actividad que las niñas y niños realicen permite ejercitarse físicamente, respondiendo así al periodo sensitivo del movimiento. Hay un trabajo de fortalecimiento de músculos para lograr exactitud en los movimientos. Finalmente, el hecho de poder hacer las cosas por sí misma/o, brinda satisfacción al alma porque es un pilar para la autoestima.
Serie de actividades
La Vida Práctica incluye todas las actividades útiles en la vida cotidiana. Hay actividades preliminares como cucharear granos, exprimir una esponja, un trapo, abrir y cerrar botellas/cajas, verter en jarra/vaso, de jarra a diferentes recipientes marcados o no. Otras permitirán el cuidado del ambiente, como por ejemplo: doblar telas, preparar alimentos, poner la mesa, barrer, sacudir una alfombrita/mesa/repisa/ropa, limpiar cristal, encerar madera/plata/cobre, encender una vela, regar y arreglar una planta, lavar una mesa y secar derrames sobre ella o el piso.
Por otra parte, existen otras actividades para el cuidado de la persona como lavarse las manos y uñas, sonarse la nariz y peinarse, lustrar zapatos, lavar ropa, coser y descoser botones, doblar ropa, trenzar, planchar, marcos de vestir (abotonar, subir el cierre, abrochar y anudar).
Por último, existen otras actividades con respecto a cortar papel, recortar y picar, pegar, modelar con arcilla, caminar en la línea y por supuesto servir el té. Cuando se va de visita a una escuela para observar, siempre habrá un niño o niña que nos proponga un té. Esto forma parte de las lecciones de gracia y cortesía. Me gustaría comentar una anécdota de un padre de familia preocupado porque su pequeño estuvo durante varias semanas cuchareando y vertiendo agua en la escuela. Lo que sucede es que todas las actividades de la Vida Práctica contribuyen enormemente al desarrollo de la motricidad fina y a un trabajo con un fin específico. Podría decirse que manos y deditos (índices y pulgares) trabajan con un objetivo preciso para efectuar tareas que necesitan para vivir. De esta forma, niñas y niños logran la autonomía sirviéndose una taza de leche por ejemplo, aunque sean muy pequeñas/os. Entonces, estas actividades permiten desarrollar un control refinado del movimiento y la concentración para realizar el ejercicio.
Materiales con sentido
En una escuela Montessori, el área de Vida Práctica está enriquecida con el material que está presente en la cultura de las niñas y niños. Es decir, un batán podrá presentarse en un estante de esta área, en una determinada región del país, otras veces será un mortero.
Cabe destacar que el material de las actividades mencionadas tiene un objetivo real y útil. Es decir, que cada bandeja con su respectivo material, siempre adaptado en tamaño, tiene un fin que permite encontrar el sentido en la vida real. Resumiendo, los materiales tienen las características de ser naturales, rompibles, reales, funcionales, únicos, proporcionados al niño, completos, codificados y secuenciados. A modo de ejemplificar, para la actividad de lustrar se recomienda utilizar sus propios zapatos o de algún compañero…cada actividad tiene sentido de ser.
¿Escuchar o ver?
Cuando la o el guía (educador/a) hace la presentación de un material, lo hará mostrando los diferentes movimientos lentamente y sin hablar, de una forma tranquila. Personalmente, y por lo general hemos vivido explicaciones que exigen de forma paralela nuestra capacidad auditiva y visual, algo así como solicitar una doble atención. Sin embargo, atender viendo y escuchando al mismo tiempo puede confundir. Por ese motivo, el trabajo de la Dra. Montessori da los lineamientos de “mostrar” sin hablar.
Error
Una vez que las y los niños están practicando las actividades presentadas, como el verbo lo indica “están practicando”, entonces puede que no las logren a la primera. El error va a estar presente y es necesario asimilar que el error es natural dentro del aprendizaje. Esta idea nos encamina a pensar en un cambio de mentalidad. Sucede que, como adultos, por un lado, tenemos la tendencia a corregir todo. Por otro lado, el error suele no estar bien visto. Considerarlo como algo natural hará que el niño absorba que el error es una pauta que le indica que todavía hay trabajo por hacer y que hay que perfeccionarse. Corregirles inmediatamente interrumpe el trabajo que están realizando y los vuelve inconstantes. Más bien, las niñas y niños necesitan repetir sus actividades libremente para así desarrollar la constancia y la persistencia. Aparte de la corrección inmediata que interrumpe, se corre el riesgo de desestabilizar los fundamentos de su autoestima. Viene a ser así un tema delicado que nos llama a tener mucho cuidado. Dejar en evidencia a un ser tan pequeño que se está formando, aparte de inhibirlo puede afectarle y mucho. Algo también interesante para recordar es que el material del que se dispone en el área de la Vida Práctica tiene un control de error que reside en el material y no así en el educador.
Aprendiendo tareas en el hogar
En casa, podemos mostrar a los niños y niñas cómo hacer las tareas. Seguramente, manifestarán un interés y son ejercicios que estarán respondiendo al periodo sensitivo del movimiento por el que están atravesando. Aun teniendo dos años, ya pueden lavar tomates y sentirse útiles cuando estamos preparando una ensalada. Vestirse también es un logro, es otro paso hacia la independencia. En la formación nos decían que, si se ponen los zapatos al revés, van a cambiárselos cuando les incomode. Lo mismo puede pasar con la camiseta, seguramente se darán cuenta luego al ver la etiqueta o la costura. Es un proceso. Están aprendiendo y lo lograrán. Puede pasar también que se peinen y decidan que ya han acabado, aunque las coletas, por ejemplo, estén desiguales, su voluntad les dirá que ya han terminado.
Manos a la obra
Recapitulando, podríamos concluir con que “la mano es el instrumento de la inteligencia” (M. Montessori) y que realizar estas tareas es más que un trabajo muscular porque implica el control del movimiento, la coordinación de ojos y manos, la repetición, la búsqueda de la exactitud, una respuesta a una necesidad y un estado de concentración. Cada actividad representa un reto en sus vidas y, aunque al principio haya errores, son en realidad consecuencias que deben aceptar y reparar. Si rompen un vaso, sabrán que hay que tener más cuidado, pero habrán sentido el peso real de un vaso de vidrio; habrán calculado el peso para la próxima vez. Sabrán que deben sostenerlo más fuerte, lo que no sucede con un vaso de plástico, con el que además no se ejercita la fuerza motora. Vemos en este ejemplo, el ejercicio de la motricidad fina y que todas las actividades contribuyen al desarrollo de la pinza para poder escribir. ¡Cómo le ayudará al agarre del lápiz!, abriéndoseles las puertas a la escritura… será una verdadera conquista. Por ello, “necesitamos darle a la mano, muchas actividades”. (M. Montessori) Estamos invitados a pronunciar frases como: “Hoy, te voy a mostrar cómo se lava una mesa”.
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