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Como parte del juego democrático, en casi todos los países del mundo se realizan elecciones de las y los representantes ante algunos de los órganos del Estado, generalmente del Legislativo y el Ejecutivo de diferentes niveles de gobierno. Esta actividad se desarrolla a través de agrupaciones políticas denominadas partidos, alianzas, facciones, etc., que se convierten en intermediarias entre el Estado y la sociedad para ejercer la ciudadanía y los derechos políticos.

Como sabemos, Bolivia ha iniciado el proceso eleccionario para renovar a sus representantes de acuerdo a las previsiones constitucionales, que fueron afectadas de alguna manera debido a la pandemia del Covid-19 y la inutilidad del gobierno de Áñez, ya que ahora el periodo constitucional finaliza en noviembre, cuando tradicionalmente esto pasaba en agosto.

Según el calendario electoral, del 14 al 19 de mayo se debe proceder a la inscripción de candidaturas para Presidente, Vicepresidente, senadores y diputados (titulares y suplentes). Suelen ser de dominio público los pormenores sobre las y los candidatos a las primeras magistraturas. Seguramente se escribirá mucho sobre la confirmación de inhabilitación “del que no debe ser nombrado”, con qué partido irá el “hijo indigno del Chapare”, si Arce se va o se queda como se estuvo hablando estos días (N. de R.: este artículo fue escrito y subido a la web antes del anuncio del Presidente de este martes por la noche de declinar su candidatura) y otras cuestiones menores de los candidatos de la oposición, que al final van sin juntucha.

Sin embargo, quienes también deberían preocuparnos un poco más que la telenovela que vivimos las y los bolivianos con respecto a las principales candidaturas, son los que irán para las cámaras de Senadores y Diputados, puesto que las diferentes agrupaciones políticas, con el fin de ganar adeptos y simpatizantes, buscan personas que pueden tener cierto “liderazgo” social o dinero, puesto que se dice que solicitar ser incluido en una de las listas tiene un elevado costo de por lo menos cuatro a cinco ceros en dólares americanos –tan escasos hoy– dependiendo de la franja de seguridad y el partido o alianza.

Escribí “liderazgo” entre comillas porque éste no es tal en muchas personas que pertenecen a gremios, agrupaciones, asociaciones, federaciones u otros sectores y tampoco asegura para nada que sean personas capaces e idóneas para asumir tan relevantes funciones senatoriales o de diputación. Los ejemplos actuales ya nos muestran de manera suficiente esa terrible realidad.

De ahí viene el ruego, aunque quizá tardío que realizamos en esta columna: pedir a los partidos y alianzas que realmente elijan de esas facciones que los apoyan o conforman a los mejores hombres y mujeres para ocupar un curul.

Ya basta de senadores y diputados que busquen solamente una plataforma de negocios para seguir creciendo en sus emprendimientos particulares, como un exPresidente de la Cámara de Diputados que de pronto apareció con una no tan desdeñable fortuna, supuestamente negociando autos chutos y otras gestiones comerciales no tan santas.

Un alto a buscar personas que quieran un lugar en la Asamblea sólo para beneficiarse de su cargo, como denunciaban algunos candidatos y candidatas en las elecciones judiciales, a quienes presuntamente se pedía sumas de dinero –directa o indirectamente– cada vez más altas para pasar las etapas de preselección, incluso algunos pidiendo devoluciones por incumplimiento del legislador. U otros que piden coimas para beneficiarse de contrataciones dentro de las cámaras, como se observó el año pasado.

Deben existir personas en nuestro país que crean en la democracia, el debate de ideas y el pensamiento plural, y no piensen que las cámaras de Senadores y Diputados son centros de pugilato, intolerancia y hasta racismo, como nos mostraron los medios de comunicación en no pocas oportunidades durante esta legislatura, donde la violencia entre facciones llegó a los puños, patadas y jalones realmente vergonzosos.

Seguramente se podrá encontrar ciudadanos que no estén aprovechando su cargo para pedir favores sexuales a su personal femenino, acosándolo o ejerciendo algún tipo de violencia contra la mujer que, de paso, siguen impunes y como víctimas, dizque por venganza política.

Estamos seguros de que se pueden conseguir verdaderos lideres y lideresas con altos valores éticos, que no estén traicionando a sus partidos a la primera “maleta” que les llega o promesas de “cargos para sus amigos o familiares” por parte de otros poderes. O como vemos hoy, donde muchos senadores y diputados de oposición desesperados por mantenerse en la función pública ya desconocen a quienes los llevaron a sus actuales situaciones laborales, quizá esto no sea ilegal (como afirmaban algunos/as sindicados), pero sí es una falta de ética que nos ejemplifica la calidad personal de cada uno/a.

Por favor señores y señoras, busquen candidatos y candidatas a la Asamblea Legislativa que propongan, que realmente legislen y dejen de dedicarse a realizar homenajes camarales o declaraciones inocuas del “Día del Chorizo” o leyes tan irracionales que llegan a ser jocosas y la burla de los demás.

Nadie pide que nuestros legisladores sean lumbreras intelectuales, académicas o empresariales solamente, como algunos sectores conservadores piden, eso no sería muy democrático, pero exigimos que sean personas ejemplares, idóneas, honestas, éticas, solidarias, empáticas, que amen profundamente a este país plural y complejo, y a toda su gente. ¿Será tan difícil que los partidos encuentren ciudadanos/as así? Al parecer sí. Esperemos que durante estos días de inscripción de listas no nos decepcionemos nuevamente y la Asamblea Legislativa Plurinacional siga siendo un “circo” de dos pistas los siguientes cinco años.

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