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¿Cansado de pensar que su futuro depende de su educación y de esforzarse estudiando para nada? ¿Cansado de no conseguir trabajo? ¿Cansado de ser visto como un apestado por el solo hecho de expresar sus opiniones críticas al gobierno? No se preocupe, nosotros tenemos la solución.

¡Para lograr el éxito en Bolivia deje atrás todo lo aprendido! ¿Pasó años en la escuela? Pues perdió su tiempo. Con nuestro modelo de éxito para el siglo XXI, usted será capaz de escoger las verdaderas carreras del futuro, que le garantizarán una vida si no de enriquecimiento, por lo menos de conformismo con su situación. No aspirará a más, y será feliz.

Puede escoger la carrera de cocalero: no pagará impuestos, podrá deforestar, tendrá un trabajo seguro y protegido por el gobierno, tendrá control de los poderes del Estado, en fin, poder y más poder.

Puede también escoger la carrera de minero cooperativista: no se preocupe de contaminar ríos y lagos, tendrá concesiones mineras sin licitación, facilidades para no pagar impuestos, explotar dinamita en cualquier momento y lugar, podrá formar parte del gobierno y por lo tanto exigir todo tipo de privilegios.

Puede también escoger la carrera de transportista, especialmente de pasajeros, y podrá conducir sin respetar señales ni normas de tránsito, sin usar barbijo, podrá contaminar la ciudad con emisiones de gases tóxicos, y tendrá el control casi absoluto del “gobierno de la ciudad”, si no fuera que tendrá que compartir ese poder omnímodo con la otra gran profesión del futuro:

Podrá ser comerciante confederado, o gremialista, es decir, vivir del mercado y por tanto de la especulación de precios, del contrabando, del consumismo. Pero más allá de su derecho al comercio (ya que vivimos en una sociedad de libre mercado y pleno capitalismo a pesar de los discursos que lo niegan), podrá decidir sobre el uso de áreas verdes, calles, plazas, canchas y avenidas. Podrá imponer sus intereses a cualquier alcalde, a cualquier concejal, a cualquiera que intente siquiera “atentar contra sus derechos”; lamentablemente, sólo tendrá que compartir este poderío con transportistas, la otra profesión del futuro y de la riqueza.

Pero hay más. Si decide ser profesional, no se esfuerce demasiado en buscar la máxima calidad académica, el máximo mérito intelectual, la mayor capacidad reflexiva e incluso, la sabiduría. No hace falta. Comience como estudiante, apoyando a sus dirigentes más astutos, a decanos y rectores que a su vez se ofrecen al mejor postor, es decir, al partido en el poder. Recuerde que estudiar es un gasto, mientras que ser “operador político” es una inversión, y llegará muy rápido a ser diputado, senador, ministro, embajador, y quién sabe, hasta presidente. Nadie le pedirá capacidad, idoneidad para sus cargos. Pero sí deberá demostrar que es “orgánico” y que trabajó en la campaña…

Si es sociólogo, alabe y defienda al poder. Si es médico, no se preocupe por la salud, es más importante recordar que todo es “patria o muerte, venceremos”. La muerte de las personas es secundaria, porque las personas “tienen que aguantar”. Si es abogado, deberá legitimar todo lo que los políticos “le meten nomás”. Es más importante lo político que lo legal, no lo olvide. Y así vivirá feliz en la Bolivia del siglo XXI.

Y así suman y siguen las profesiones del futuro: loteador, colonizador, destructor de bosques, contaminador, traficante de especies protegidas, productor o traficante de “sustancias ilícitas”, etc. Alguien podría objetar, con justa razón, que todo trabajo es noble, y que muchas personas, ya sean cocaleros, transportistas, comerciantes, empleados públicos, salubristas o profesores desempeñan sus oficios con honestidad y con esfuerzo. Y esto es así, y por suerte son muchos.

Alguien podrá objetar que no es justo caricaturizar a los trabajadores bolivianos, porque forman parte del pueblo, y son pobres, explotados y sufridos. Y esto es también es cierto. Bolivia siempre ha sido una sociedad donde el trabajo es sinónimo de sacrificio, de explotación, de enajenación, y muy poco de realización personal, de innovación y ni qué decir, de felicidad.

También podrán decir que criticar a los movimientos sociales es ser “de derecha”, o es “ser vendepatria”, o ser “imperialista”, o términos peores aún. Pero como todo epíteto, esto no tiene nada que ver con la verdad. Es sólo un mecanismo elemental de atacar a la persona, y no a la idea.

¿Y cuál es la verdad? Como resultado de la demagogia, décadas o siglos de demagogia, se ha visto acentuada una lógica política que ahora llamamos “populismo”,  lógica política legitimada en el siglo XXI, y que implica que en Bolivia los méritos personales y grupales realmente no valen: lo que vale es el clientelismo, las prebendas,  el servilismo político a cambio de favores, el control político, la sumisión corporativa.

Y entonces en la Bolivia del futuro no importan, o solo importan en apariencia, la educación, la superación personal, los derechos humanos, el humanismo, el bienestar, la preservación de la naturaleza, la convivencia pacífica, el diálogo, la paz, la tolerancia, el libre pensamiento, la creatividad, la sana competitividad, la seguridad laboral, la libertad. Y así sucesivamente. Prometiendo paraísos se construyen infiernos. Pero, ya que la vida es así, entonces acójase a este manual práctico para tener éxito en esta cruda realidad. Demuestre su sumisión al partido, y aunque las pegas y beneficios no alcanzan para todos, y aunque sólo sea un espejismo, demostrando disciplina sindical y sometimiento al partido, le irá bien. Nadie lo tocará.

¡No lo piense más! ¡No mande a sus hijos a la universidad, no cumpla las reglas de bioseguridad, no respete reglas de tránsito, produzca más basura, considere a la naturaleza como una fuente inagotable de recursos para saquear! Llámenos ya. Nos encontrará en cualquier sede sindical, en cualquier oficina pública, en cualquier central del partido. ¿Ironía? quizás, pero es lo único que nos queda en un país que cada vez se degrada más.

Episodio y epicentro para tejer paz

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