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A riesgo de sonar extremista, me gustaría plantear a quien ose leerme la posibilidad de recuperar nuestro país porque fue secuestrado desde 1982 –o tal vez desde el nacimiento mismo de la República de Bolívar– con la falsa ilusión de democracia y un Estado independiente.

Hemos llegado a lo inadmisible en términos de soberanía alimentaria y productiva. La importación de alimentos básicos (frutas, cereales, vegetales, arroz, aceite, entre otros), además de gasolina, electrodomésticos y productos importados ha llegado al extremo de paralizar el país y someterlo a la escasez de alimentos. Dependemos más de Perú, Chile, Argentina y Brasil como nunca antes. Tanto pregonamos nacionalidad y ahora dependemos para comer y vivir de otros países, hemos perdido la dignidad y honra al no podernos sostener económicamente.

Los apetitos personales de poder desde los diputados que firmaron el acta de nuestra independencia como Estado hasta las más recientes facciones del Movimiento al Socialismo pugnan por el poder político. Los unos y los otros lo hacen en nombre de los y las bolivianas.

En 1825, los diputados se dividieron en dos bandos que debían votar por tres opciones: 1) anexarse las provincias del Alto Perú (hoy Bolivia) al Virreinato del Perú; 2) seguir perteneciendo al virreinato de Río de la Plata cuya sede estaba en Buenos Aires, o 3) formar un Estado independiente.

Un total de 48 diputados que representaban a las provincias de La Paz, Santa Cruz, Chuquisaca, Cochabamba y Potosí tenían sus propios intereses. Los diputados de La Paz y Cochabamba abogaban por la adhesión de nuestros territorios al Perú, luego de años de rechazo a la administración de la élite de Charcas (hoy Chuquisaca) y debido a su vinculación con el sur peruano a nivel cultural y económico. Por otro lado, a la élite chuquisaqueña no le gustaba la idea de verse sometida a las lejanas Lima y Buenos Aires, sino que planeaba tener el poder de gobernar el nuevo Estado.

Mientras se dirimía el futuro de nuestro país, se mostró el egoísmo e interés de aquellos representantes de las élites pertenecientes sólo a los estratos altos y medios de la población (criollos), en el proceso no participaron las masas indígenas y aquellos mestizos que lucharon y murieron por la independencia.

Un ejemplo icónico de ello fue Juan Azurduy de Padilla, quien luchó por la independencia junto a su esposo Manuel Ascencio Padilla y perdió a sus cuatros hijos. Aunque entre el 1809 y 1815 fue ascendida a mariscal del Ejército de Bolivia y general del Ejército Argentino, tuvo que pasar un siglo para que se la reconociera como lo que fue: una heroína de la independencia.

Pero volviendo a los diputados que decidieron formar un nuevo país, prevaleció no tanto un interés patriótico, sino sobre todo lo primero: la ambición de tener acceso al poder político y económico.

Desde entonces hasta hoy varios de nuestros gobernantes –salvo excepciones contadas– han demostrado que siguen el mismo propósito: tener el poder para disponer de las arcas del Estado; con frecuencia se les olvida que el resto de la población depende de las decisiones que tomen. Se habla de soberanía, pero nunca la hicimos respetar debido a que la élite gobernante siempre termina “seducida” o confabulada corruptamente por intereses extranjeros o internos que ven a nuestro país como fuente de recursos: los minerales, el guano, la goma, la madera, ahora el gas.

Poco ha cambiado en la práctica esa lógica de “servirse del país”. Antes se disimulaba tratando de mantener la institucionalidad, ahora el asunto ha empeorado y mucho. Los gobiernos dictan sus leyes a capricho y los líderes políticos pretenden serlo de por vida, aunque la población vote por que no sea así. Se ha dicho hasta el cansancio que el poder judicial está sometido al poder político. Existen algunos jueces probos, mi hermana fue uno de ellos, pero otro gran número de ellos negocia con el poder; por tanto, la aplicación de justicia termina siendo el último de sus objetivos, la aplicación de justicia dejó de ser la misión para convertirse en el medio de acceso al anhelado poder.

El bloqueo de los seguidores de Morales no sólo asfixia económicamente al gobierno de turno, sino a todas las bolivianas y los bolivianos. La falta de gasolina, la escasez y elevado precio de alimentos afectan nuestra calidad de vida. Ciertos grupos políticos han llegado al extremo de justificar cualquier delito, agredir, secuestrar y matar en nombre de una causa que piensan les da la razón para hacer cualquier cosa para apoyar a un líder que nos garantiza privilegios. Las normas básicas de convivencia y respeto se han perdido, eso sólo puede generar caos, desgobierno y más violencia. No estoy de acuerdo, se dieron muchos discursos políticos que hablaban de justicia social y reivindicación, pero nada de ello era cierto. Pruebas de ello son la masacre de los indígenas en la marcha por defender el Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS) y la autorización a compañías mineras, empresas madereras o sectores empresariales que no sólo contaminan los ríos y enferman con mercurio a miles de habitantes, sino que han impulsado la ocupación ilegal de tierras con armas en mano y la quema desmedida de áreas protegidas.

Los incendios iniciados en mayo de 2024 continúan, en 7 meses se han quemado 10 millones de hectáreas (58% de bosques y 42% de tierras de vegetación no boscosa); millones de especies animales y plantas están siendo sido víctimas de biocidio,​ principalmente en las regiones de llanos de Chiquitos y la Amazonía boliviana. Perdemos la riqueza que nos heredaron por tener “mala cabeza”, por pensar en el ahora de forma egoísta e inmoral. Porque es inmoral decidir la muerte de otros, más aún si son inocentes que no pueden defenderse, como disponer del cuerpo de una niña porque se lo considera un objeto con el que distraerse, una” moneda de cambio”.

Nuestros gobernantes son empleados públicos de alto rango que no están cumpliendo su trabajo. ¿Hasta qué punto aguantará la población? ¿Qué líder político o social podría ofrecer una alternativa política más honesta y moralmente creíble en las próximas elecciones el año 2025?

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