Por Amparo Canedo (Guardiana) y foto portada de Dico Soliz usada en "Días de Furia"
Martes 17 de noviembre de 2020.- Frente a nuestros ojos se levantará este miércoles a las 19.30 vía Zoom la tela que cubre un cuadro hecho de los retazos de los 35 días de furia postelectoral que vivió Bolivia cuando fue empujada hacia el abismo entre el 20 de octubre y el 24 de noviembre del 2019. Periodistas mujeres que trabajan en La Paz, Santa Cruz y Cochabamba pintan en él con letras negras momentos de agresión.
Cuando te acerques un poco más a este cuadro titulado “Días de Furia”, podrás tocar el polvo que mordieron sus zapatos durante la cobertura y si agudizas tu olfato, aún podrás oler su miedo. Pero si luego te alejas unos centímetros para ver cada escena, te darás cuenta de que esas periodistas estarán frente a ti de pie para contarte su historia. Y no es que hayan olvidado los insultos. Los llevan como abrojos colados en la piel porque recibieron doble agresión, una por ser periodistas y otra por ser mujeres.
A partir de una línea de tiempo trazada por la periodista Liliana Aguirre Flores y la hábil mano de la ilustradora Merlina Anunaki, las periodistas toman la palabra para apoderarse de ella, nos llevan de la mano por los lugares donde nació su miedo fruto de la violencia y en un acto de valentía nos muestran hoy el rostro de sus agresores. Ellas son Daniela Romero Linares, María José Mollinedo Landa, Susana López, Juany Reyes Puma, Miriam Telma Jemio Flores, Karen Gil, Nayma Enríquez Torrez, Alejandra Olguin Solis y Wara Vargas Lara. La foto de portada es de Dico Soliz y la Fundación Konrad Adenauer Stiftung apoyó en su producción.
Los hechos de octubre y noviembre fueron por demás complejos y su cobertura significó un reto importante para las periodistas. La lección aprendida es que tenemos que tener mucho más cuidado para precautelar nuestra vida y seguridad en situación de conflicto y no solo las y los reporteros sino también los medios de comunicación, que muchas veces no prevén los riesgos. Pero también considero que esta lección es para la sociedad en su conjunto, que debe entender que es necesario garantizar el trabajo de la prensa, mucho más en momentos cuando se requiere una información responsable, por demás importante en democracia.
Karen Gil, coordinadora y autora del capítulo 6
Son muchas las enseñanzas que me dejaron los días de furia, pero la más significativa es la de valorar el trabajo periodístico. Llegué al punto de autoevaluarme sobre el papel que las periodistas tuvimos durante esos días de terror y paranoia colectiva. ¿Mi vida vale el sacrificio que hago para conseguir la nota, el reportaje, la información para mi medio? Son preguntas con una sola respuesta cruel y concisa. A veces, nuestros medios no valoran nuestro trabajo.
Susana López, coordinadora y autora del capítulo 3
Las periodistas mencionadas pintaron el libro con sus vivencias de violencia bajo la coordinación de Karen Gil y Susana López. Atraparon sus temores en esos momentos oscuros que les tocó vivir para transformarlos, mediante un ritual de catarsis, en letras que alimenten cada historia de “Días de Furia”.
No tengo la menor duda de que esta obra quedará en la historia del periodismo en Bolivia como un importante aporte, porque abre interrogantes sobre el presente y futuro del periodismo en este país. Y, de algún modo, representa la síntesis de las agresiones que 76 periodistas de 14 medios sufrieron entre octubre y noviembre del año pasado (se puede ver la lista de mujeres periodistas agredidas al final del artículo).
Y no es que solo se hable de periodistas en las historias, no. Existen pedazos que atañen a policías, militares, pititas, afines al MAS... Y algunos también tienen que ver con temáticas como el papel de las nuevas tecnologías durante el conflicto; el rol macabro del rumor; y la discriminación…
Hay para todos los tipos de análisis, desde sociológicos, psicológicos hasta políticos. Nosotros tomamos los lentes del periodismo.
¿Qué percepción tienen las y los ciudadanos sobre el trabajo de las y los periodistas en Bolivia?
“¡Prensa vendida!”… Esas fueron las dos palabras comunes que llegaron a oídos de quienes relatan sus historias en este libro. Y no arribaron solas. “Puta”… “perra de Evo”… “masiburra…”, fueron algunos de los insultos escuchados.
Ingenuas quienes pensamos en algún momento que habíamos avanzado lo suficiente desde el periodismo para ser reconocidas como iguales a los hombres. Aún queda camino por andar… ¡Estamos de pie! ¡Ahí vamos…!
La enseñanza que saco de lo que viví esos días críticos para el país es, primero, a no ser ingenua porque, a pesar de los años de experiencia, a veces sigo confiando en las algunas fuentes. Y, segundo, creo que tanto mi trabajo como el de mis colegas ha sido fundamental para nuestra democracia y para la historia de nuestro país, por lo que me ratifico en decir que quiero seguir haciendo periodismo por muchos años más.
Daniela Romero, autora del capítulo 1.
¿En qué momento quienes somos periodistas pasamos de la mal llamada “objetividad” a la actividad político-partidaria con la que ahora se nos identifica?
En los últimos 14 años vivimos en un país en blanco y negro. Estaban los medios “buenos” que, según el discurso político del MAS, apoyaban el cambio y los del “Eje del Mal” o “Cartel de la Mentira”, que tenían una cadena que llegaba hasta el “imperio”. En realidad eran, en muchos casos, quienes no se dejaron domesticar.
Pero el buen periodismo solo podría ponerse en uno de los extremos si tuviera que defender la democracia y desde esa posición tendría que defender, ante todo, los derechos humanos de la ciudadanía como indican, también, sus códigos de ética. De lo contrario, tendría que tratar de ubicarse en el centro para poder escuchar a todas las partes en conflicto con equilibrio. La credibilidad conquistada con transparencia así lo exige.
Por eso, lo que está hoy en juego de cara al presente y futuro del periodismo es su credibilidad. No es detalle menor porque hasta el cansancio se ha dicho que de la credibilidad, la calidad de los contenidos y el cambio de modelo de negocios dependerá la sobrevivencia de los medios de información en Bolivia como también en otros países.
¿Qué tipo de puentes construyen los medios con sus potenciales públicos?
Por el momento, los pocos puentes que existían entre los medios y la población no lucen muy bien. Quienes somos periodistas hablamos durante años a nombre de una población que nunca llegamos a conocer en sus esquinas más recónditas, allá donde faltan maestros, médicos y jueces.
Por ello, tender puentes hacia las y los ciudadanos es una tarea pendiente de los medios en Bolivia.
La violencia contra la prensa en Bolivia siempre queda en la impunidad e incluso la población la justifica. Los culpables jamás son identificados ni castigados. Durante el Gobierno del expresidente Evo Morales se incitó al odio contra los medios de comunicación, periodistas que dicen la verdad que incomoda al poder. Incluso elaboraron un documental llamado: 'El Cartel de la Mentira', difamando el trabajo de los medios independientes que mostraban sus actos ante el país. Nuestro trabajo es informar sobre los hechos. Incomodar al poder tiene consecuencias. Masistas y 'pititas' nos agredieron durante los conflictos del año pasado. Ahora el trato no ha cambiado, nos siguen llamando 'prensa vendida' y hasta nos acusan de generar violencia. A pesar de eso estaremos en las calles, dando la cara a pesar de los reveses de nuestra labor, pero con la satisfacción del deber cumplido con ética y responsabilidad.
Majo Mollinedo, autora del capítulo 2
¿Qué esperan las fuentes de información de quien es periodista?
Otro de los aportes valiosos de “Días de Furia” es presentar el tipo de relación tejida entre las fuentes de información y quienes son periodistas. Se comprueba una vez más que los altos jefes policiales y militares no han cambiado mucho, siguen mintiendo y son, además, cínicos.
Los uniformados se sintieron manoseados por las decisiones de sus jefes claramente a favor del MAS. El malestar que generaron, sobre todo entre filas verde olivo, fue uno de los fósforos que encendió la mecha de los motines policiales.
Hasta el final, el comandante de la Policía, Vladimir Yuri Calderón, negó a los medios cuán cercano era a Morales. Pero sus propios actos y órdenes lo vendieron. Se lo vio el 7 de noviembre en fotografías festejando el cumpleaños del entonces Presidente de Bolivia.
¿Pero qué pasó en el Comando de las Fuerzas Armadas para que Williams Kaliman, conocido por ser un ‘soldado del proceso de cambio’ y fiel amigo de Evo, le diera al final a este la espalda? Les dejo con la duda para que lean “Días de Furia”.
Además de ese tipo de fuentes que pervive en la historia de Bolivia con profundas huellas patriarcales, también están quienes pueden elegir quién puede grabar sus declaraciones o conferencias de prensa, olvidándose de que en Bolivia existe no solo la libertad de expresión, sino también de información y de prensa.
Por ejemplo, el viernes 8 de noviembre, quienes quisieron recoger la versión de los policías amotinados en la UTOP de Cochabamba, debían mostrar su credencial e indicar de qué medio provenían porque reporteros de por lo menos tres medios tenían prohibido el ingreso y para controlar que así sea estaban allá los integrantes de la Resistencia Juvenil Cochala. Y este tipo de “prohibiciones” se replicó prácticamente en todo el país y de ello también dan cuenta las historias que contiene esta obra.
En momentos de violencia, como los de 2019, los periodistas olvidamos aplicar el 'Protocolo de seguridad'. Creo que la mayoría de los medios no tiene uno para coberturas. Parte del protocolo es ubicar al menos una salida en caso de máximo riesgo. La vida es primero, decimos, pero en ese momento lo olvidamos y eso incluso podría costarnos la vida. Debemos concienciarnos en eso los periodistas y también los jefes y jefas que reclaman cuando un periodista no tiene el registro de un hecho que otro colega, “más osado”, lo consiguió.
Miriam Jemio, autora del capítulo 5
¿Cuál es el rol que las y los periodistas jugaremos de cara al futuro en Bolivia?
No podemos seguir pensando que estamos para informar por informar, ya no es suficiente. Bolivia nos necesita porque está fracturada, herida, dividida… Pero no podemos servir a los derechos humanos, la paz y la justicia de su ciudadanía si miramos a otro lado, si nos codeamos con el poder, si no dialogamos, si no recuperamos la credibilidad y actuamos a diario con transparencia.
Hoy tenemos que ocultarle a la gente en las calles que somos periodistas y esconder el logo del medio para el que trabajamos. Eso se cuenta en “Días de Furia”. El haber llegado a ese punto para no ser agredidas nos habla de la imperiosa necesidad de recuperar la credibilidad y construir puentes hacia la ciudadanía, pero a partir de su propia voz, no solo de la nuestra.
Nuestro primer y último deber es informar parándonos con los pies y la voz muy firmes sobre la plataforma de los derechos humanos para, desde ahí, servir vigilando, educando y empujando diálogos que le permitan sanar un día a este país que tanto nos duele.
Por eso, esta obra que un racimo de periodistas nos regala ahora como testimonio de su valentía debe servirnos como un recordatorio vivo en la piel sobre todo aquello que resta por cambiar en este país, donde aún campean la falta de respeto por el “otro” u “otra”, la intolerancia, la discriminación y la desigualdad entre hombres y mujeres.
Y las actuales y futuras generaciones de periodistas debieran leer “Días de Furia” para mirarse luego al espejo y ver en qué aún se debe cambiar si queremos sobrevivir exhibiendo con orgullo el nombre del medio para el que trabajamos.
Mi nombre es Nayma Enriquez Torrez, periodista de la Red Uno de Bolivia. Inicié mi cobertura periodística durante la denominada Guerra del Gas el 2003, días también nefastos para Bolivia; sin embargo, los acontecimientos vividos durante el 2019 y el panorama poselectoral realmente fueron difíciles. Para empezar, nunca había sentido tanto miedo en la cobertura, no solo por mí, sino por mi familia. Me vi amenazada, hostigada, agredida y esto me llevó a cuestionar si realmente vale la pena arriesgar tanto, sobre todo por mis seres queridos. Una turba de gente amenazó con quemar mi casa si no salía la información como ellos querían. También me sentí desprotegida de mis entes colegiados de prensa y comprendí que, en muchas ocasiones, ellos solo están para el discurso y que, en la práctica, estamos echados a nuestra suerte.
Nayma Enriquez, autora del capítulo 7 y coautora del 9
Los conflictos poselectorales registrados el 2019 nos enseñan que la violencia solo trae dolor y sufrimiento. Lo lamentable es que a un año de esa situación que vivió el país, la intolerancia entre bolivianos sigue latente y la prensa sigue siendo estigmatizada. Creo que más allá de las diferencias ideológicas y políticas lo importante es respetar la forma de pensar de cada uno y buscar la unidad. Finalmente debe quedar claro que los periodistas no estamos para complacer a nadie. Tampoco somos los portavoces de ningún partido político, los periodistas estamos para informar con parte y contraparte.
Alejandra Olguin, autora del capítulo 7
Buenas tardes, Por favor indicar en qué lugares estará a la venta este libro. Muchas gracias!
Su distribución es gratuita. Sería bueno que se comunique con la Fundación Konrad para que le den un libro.