Miércoles 11 de septiembre de 2019
Por Carlos Tellería (Bolivia)
Violaciones grupales en Bolivia. Dos casos recientes fueron divulgados por la Policía. El primero, el 14 de septiembre de 2019, una niña de 12 años habría sido violada por tres hombres, en el municipio cruceño de Montero. El segundo, tres internos del penal de San Sebastián, en Cochabamba, abusaron de una adolescente de 17 años, entre el 22 y 23 de agosto.
Ambos sucesos se suman al historial boliviano de agresiones sexuales colectivas registradas en los medios de información. ¿Por qué hay violadores que no actúan solos?
El caso con mayor repercusión mediática se registró hace nueve meses, en la ciudad de Santa Cruz. El viernes 14 de diciembre de 2018 anocheció con consumo de drogas, alcohol, agresiones y violación en grupo. Los protagonistas: cinco jóvenes y una muchacha de 18 años. Ella despertó tres días después en un hospital. Su cuerpo tenía lesiones. Se confirmó que fue víctima de agresiones sexuales. Los supuestos agresores, cuatro de los cinco, están acusados de violación agravada y lesiones graves y gravísimas.
¿Qué llevó a esos hombres a proceder de esa manera contra una joven que, además, los consideraba sus amigos? Profesionales e investigadores en sociología, antropología, psiquiatría y abogacía tejen sus hipótesis y todas apuntan a una suerte de mandato de la masculinidad.
Lo sucedido en la capital cruceña hizo que los ojos se volcaran hacia España para tratar de hallar explicaciones. Es que allá, en las fiestas de San Fermín, en Pamplona, en 2016, hubo un caso similar: una joven violada por cinco hombres. Justo cuando el caso de Santa Cruz había desatado movilizaciones contra la violación, en España se preparaba la sentencia: 15 años de prisión para los miembros de La Manada, nombre que ellos mismos habían puesto a un grupo de Whatsaap.
Recuentos realizados por medios de información, como Página Siete, dan cuenta de al menos una decena de casos de violaciones grupales en Bolivia, desde 2016.
En España, el proyecto geoviolencia sexual del portal feminicidio.net realiza un seguimiento a los casos de violaciones múltiples en ese país: entre 2006 y el 2 de agosto de 2019 tenía registrados 134.
¿Qué pasa por esas cabezas varoniles? El sociólogo boliviano Mauricio Sánchez Patzy opina que cada uno de los miembros del grupo de alguna manera se ve obligado a imitar lo que el resto hace para no ser sujeto de burlas de sus amigos.
Los violadores que han consumido alcohol y otras sustancias creen tener licencia para hacer lo que quieran. Y, para colmo, agrega Sánchez, si la víctima está indefensa porque también está ebria y drogada, abusar de ella es algo “profundamente cobarde”, un exceso en la demostración del poder físico.
“El problema de ser hombre –dice el sociólogo– es que se siente amenazado, que su vida está puesta en cuestión y tiene que demostrar que es hombre”.
Coincide con la antropóloga argentina Rita Segato, quien en una entrevista difundida en 2017 por el diario argentino La Voz, define a la “ideología del macho” como aquello que hace pensar al hombre que su deber es hacer gala de su virilidad y que solo será digno de respeto si posee alguna cualidad que refleje potencia no solo sexual, sino también económica, intelectual, política, física…
A juicio de Sagato, los hombres no se imaginan en el papel de víctimas; caso contrario, sería su “muerte viril”. Existe un mandato de masculinidad que les lleva a tratar de demostrar que efectivamente son hombres, pero no siempre pueden hacerlo por carencia de recursos. La antropóloga considera que esto se refleja en una ausencia de poder y autoridad de los hombres.
Mauricio Sánchez comenta que los estudios en temas sociales mencionan la existencia histórica de los diferenciales de poder en las relaciones entre los grupos establecidos y los llamados marginales: padres e hijos, patrón-sirvientes, amo-esclavo, hombre-mujer, etc.
En su opinión, en la época actual las diferencias se han reducido. Hasta antes de 1956, recuerda Sánchez, las mujeres en Bolivia no podían votar. No podían firmar un contrato. No podían hacer muchas cosas si no contaban con el aval del "varón".
Aunque muchas cosas han cambiado, se mantienen vivos los rasgos machistas, patriarcales en la sociedad. En su criterio, el problema es que el patriarcado está en crisis, pero no termina de irse y quizás no se vaya. Y se pregunta, cómo es posible que una autoridad condene la violencia de género en la mañana y en la tarde haga un chiste machista o que alguien elogie el servicio militar obligatorio.
El psiquiatra español Sergio Oliveros Calvo comparte en su página web sus opiniones sobre las violaciones grupales. Considera que la principal motivación es el machismo, misoginia; es decir, odio, desprecio, repulsión hacia la mujer, que es el objetivo central de la agresión.
En su experiencia, la mayoría de integrantes de un grupo de agresores sexuales no violaría solo, individualmente. Se pregunta: “¿Qué energía extraña transforma a esos sujetos cuando están en grupo?”.
El psiquiatra lanza la hipótesis de la edad. Los violadores grupales son por lo general adolescentes y jóvenes adultos que consideran importante su pertenencia al grupo, su reputación y la obediencia al líder. Los efectos de las drogas que consumen aumenta el descontrol de sus acciones.
“Uno de cada 1.000 hombres –indica Oliveros– comete una violación en su vida en occidente, pero un estudio canadiense, de 2016, encontró que 30 de cada 100 hombres violaría y emplearía drogas para disminuir la resistencia de una mujer si su conducta no tuviera consecuencias penales”.
La historiadora y socióloga argentina Dora Barrancos decía en enero de 2019 al medio informativo Perfil que una agresión sexual en grupo es una conducta primitiva de hombres que se muestran valientes y desafiantes, y que imitan o repiten lo que hacen los otros. Está segura de que es un comportamiento de “enorme brutalidad” de aquellos varones que ven a la mujer como un objeto al que le pueden hacer cualquier cosa y este es un patrimonio reservado para ellos.
La abogada Lorena Iglesias le dijo al mismo medio de información que los violadores grupales pueden actuar como lo hacen porque creen tener un poder legitimado por el patriarcado. “Tiene que ver con algo atávico, cuando están en manada, es la fuerza de la jauría".
Guardando las distancias y diferencias, Mauricio Sánchez compara una violación en grupo con los linchamientos. Los linchadores actúan con mucha violencia, incluso a veces con saldos fatales, porque se sienten, de alguna manera, autorizados por el grupo que “santifica” lo que una persona, en solitario, no se atrevería a hacer.
NO SON NOVEDOSOS
Oliveros hace referencia al caso de La Manada en España. Cree que este suceso tuvo amplia repercusión porque al parecer era algo inusual, pero aclara que ese tipo de agresiones grupales ocurren “desde el origen de los tiempos”.
Recordó dos casos acaecidos en España. El de Sandra Palo, una joven de 22 años con discapacidad intelectual leve que, en 2003, fue violada por un grupo de jóvenes de entre 14 y 18 años, y asesinada por uno de ellos, cerca de la localidad madrileña de Leganés. También se le vino a la memoria el asesinato y violación de tres adolescentes de Alcasser, de 14 y 15 años, en manos de dos hombres. Las muchachas desparecieron en noviembre de 1992 y sus cuerpos fueron hallados en enero de 1993, a unos 50 kilómetros de la ciudad de Valencia.
Investigadores como el francés Georges Vigarello, citado por Sánchez Patzy, aseguran que las violaciones siempre han existido en la historia. A las mujeres se las podía conseguir mediante el rapto o incluso la compra, porque eran objeto de transacción en los siglos XVII y XVIII en Europa.
El sociólogo lamenta que en el país no se hubieran hecho investigaciones sobre las agresiones a las mujeres, pero sí advierte que hay cambios en la sensibilidad de las personas. Alguna situación que hace un centenar de años hubiera parecido tolerable, hoy puede ser considerada aberrante. A pesar de aquello, señala Sánchez, hoy todavía es posible escuchar a mujeres decir que si sus parejas les golpean es porque las quieren.
POSIBLES RESPUESTAS
Sánchez está convencido de que aumentar la represión o aprobar más leyes no van a solucionar el problema. Sugiere que los medios de información ayuden a generar conciencia sobre la violencia; que los investigadores hagan lo suyo en busca de explicaciones y que las autoridades analicen la situación con mayor inteligencia para hallar respuestas adecuadas.
Desde el punto de vista de la psiquiatría, un tratamiento a los agresores debe ser realizado en prisión o cuando cumplan la condena para evitar posible casos de reincidencia. Sergio Oliveros recomienda trabajar desde la escuela y con apoyo de los medios para educar a las personas para enfrentar un problema que se debe prevenir desde la infancia.
Crédito de foto principal: pxhere.com
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