Texto de Hanna Callejas y fotos de Raúl Pérez Albrecht de la FAO para Guardiana (Bolivia)
Lunes 5 de diciembre de 2022.- Seca, desértica y sin agua, ni siquiera de unas gotas de lluvia, así luce la zona del Chaco boliviano desde enero porque no llueve. Cerca de la frontera con el Paraguay, los municipios de Charagua y Cabezas se declaran zonas de desastre por la muerte de ganado, la falta de agua y forraje. Cada minuto que pasa, el agua va disminuyendo y el ganado restante corre riesgo de sufrir la misma suerte.
A unos 100 kilómetros de Charagua yace el Pueblo Benemérito de Boyuibe fundado en 1991. Allá habitan unas 4.698 almas según el Censo de 2012, muchas en casas de una planta con un par de divisiones internas y con un patio grande de tierra. En una de ellas vive la jefa de familia de 41 años Margarita Jiménez Oña con sus cuatro hijos.
Al igual que en otros municipios de El Chaco, la tierra en Boyuibe es seca y árida. Solo tiene un ciclo de producción en época de lluvias, de octubre a diciembre. Por ello existe escasez de alimentos y agua, situación que obliga a Margarita a comprar hortalizas traídas desde Villa Montes para alimentar a sus cuatro hijos y a su padre que es un adulto ya otoñal. ¨Cuando quiero comprar una lechuga, debo dividir bien sus hojitas para que alcance a toda mi familia y puedan comer la variedad de alimentos que nos recomiendan¨, dice Margarita, a quien las adversidades no pudieron apagarle la sonrisa contagiosa.
Margarita es una líder innata. Se da tiempo para trabajar en cargos dirigenciales desde hace más de 12 años y desde 2021 es la Presidenta de la Organización Territorial de Base (OTB) 13 de Mayo. En marzo de este año, Margarita conformó el Club de Madres en Boyuibe para buscar proyectos productivos que las puedan apoyar. Ellas saben que hoy, las mujeres tienen que fortalecer sus conocimientos para mejorar la calidad de vida de su familia y de su comunidad.
Por Boyuibe han pasado varias instituciones para capacitar a los habitantes y, según Margarita, muchas de las capacitaciones recibidas no han dado los resultados esperados. En su opinión, no ha habido continuidad desde las personas para implementar lo aprendido, lo que hace pensar a Margarita: ¨Si yo no actúo, nada va a suceder¨.
Al ver esas dificultades y la falta de oportunidades para las mujeres en su región, Margarita decide enfocarse en mejorar su seguridad alimentaria, a través de la implementación de los Centros Demostrativos de Capacitación (CDC) y los huertos familiares para sembrar hortalizas, en un lugar donde creían que no se iba a poder.
¨Al principio nos sentíamos escépticas, decíamos que no se iba a poder sembrar hortalizas porque la tierra aquí es difícil de trabajar¨, comenta Margarita. El Club de Madres decidió organizarse para aprender a producir hortalizas; entonces se pusieron manos a la obra para encontrar un espacio suficientemente amplio como para hacer sus prácticas.
Entender la importancia de la seguridad alimentaria fue fundamental para que Margarita y el Club de Madres decidieran empezar a trabajar para mejorar su alimentación. ¨Nos hemos enfocado en mejorar nuestra seguridad alimentaria porque no tenemos acceso a verduras. Existe muy bajo consumo y es algo que no encontramos en nuestro municipio¨, asegura Margarita.
En Boyuibe se siembran porotos, maíz y zapallo. El proceso de producción de estos alimentos no es tan complicado, a comparación de las hortalizas. Sonriendo, Margarita comenta que, al principio, la siembra de hortalizas fue un proceso complicado para ellas. No imaginaban que costara tanto trabajo. Pensaban que solo era poner la semilla, regar y obtener el producto. "Después de la primera capacitación, nos dimos cuenta de que es un trabajo muy duro. Nos ha tocado traer tierra, abono, deshierbar, entre otras cosas, para que tengamos hortalizas".
Luego de varias sesiones y cosechas de sus primeras hortalizas, cinco mujeres decidieron replicar la experiencia en sus casas, a través de huertos familiares. Una de ellas es Victoria Nicanor, quien vive en Boyuibe hace 62 años y decidió realizar un huerto familiar para que sus hijos y nietos puedan comer las hortalizas cosechadas.
¨Todos pensábamos que no podíamos producir¨, comenta Victoria, sabiendo que la tierra en Boyuibe es dura. Sin embargo, después de las prácticas en el CDC, se dio cuenta de que sí es posible sembrar hortalizas en su municipio e, incluso, en su propio jardín. ¨No hay mucho trabajo para las personas de la tercera edad, pero ahora puedo ayudar a mi familia con mi huerto¨.
Antes de que Victoria tenga su huerto familiar debía ir al pueblo vecino conocido como ¨La Estación¨, para comprar hortalizas. Debido al precio elevado de algunos productos y el presupuesto limitado de Victoria, debía racionar sus ingredientes, como la acelga y el perejil, cuando preparaba sopa de verduras.
Ahora, Victoria hace esta sopa con sus propias verduras, todas de su huerto. ¨Hoy siento que mi alimentación ha mejorado y que mi cuerpo puede defenderse de diferentes enfermedades¨.
Producción de alimentos en medio de escasez de agua
Leydi Maritza Viveros, secretaria Municipal Administrativa del Gobierno Autónomo Municipal de Boyuibe, comenta que la población se declara cada año en zona de desastre, debido a que no hay agua para consumo animal y en las comunidades solo se tienen de dos a tres reservorios que ya están secos. ¨Lamentablemente, el GAM no puede dar auxilio a las familias afectadas por la sequía, debido a que no tiene la capacidad técnica y económica para llegar a todos los lugares afectados¨.
Por ese motivo, Boyuibe acude a la ayuda inmediata del Viceministerio de Defensa Civil (VIDECI) y del Gobierno Autónomo Departamental de Santa Cruz para auxiliar a las comunidades indígenas y campesinas que sustraen agua de pozos perforados. ¨Incluso en las zonas urbanas estamos afectados. Por las mañanas el nivel de agua de los pozos perforados es muy bajo¨, explica la Secretaria Municipal.
Esta escasez de agua afecta a la calidad de vida de las personas en Boyuibe. Ante esta situación, la implementación de los CDC y los huertos familiares, acompañados con kits de riego, son una alternativa para que las familias del municipio puedan adquirir alimentos frescos en un contexto de sequía. Adicionalmente, se trata de una opción para las familias para adquirir recursos económicos.
Al ver los resultados que están teniendo los huertos familiares, el GAM Boyuibe destinó recursos dentro del Plan Operativo Anual para el incentivo de huertos familiares.
¨Como GAM queremos preservar estos conocimientos, por eso estamos creando la Unidad de Desarrollo Productivo, que antes no teníamos, con la contratación de un técnico que apoye las iniciativas como el Club de Madres¨.
Leydi Maritza Viveros, secretaria Municipal Administrativa del Gobierno Autónomo Municipal de Boyuibe
El impacto de los resultados de los huertos familiares también llegó hasta el Concejo Municipal de Boyuibe, por lo que pretenden apoyar estas iniciativas, a través de la Ley de Productividad Sostenible. Cristina Aguirre, vicepresidenta del Concejo Municipal, comenta que el fin de la Ley es incentivar la réplica de los huertos entre las familias de la comunidad.
¨Queremos que esta práctica se quede en Boyuibe, porque cuando traían lechugas de otros municipios llegaban cocidas por las altas temperaturas. La gente ya no consumía verduras y esto nos trae una nueva oportunidad¨.
Cristina Aguirre, vicepresidenta del Concejo Municipal
Todo trabajo tiene su recompensa
Margarita cuenta que cuando llegó el momento de cosechar las hortalizas de los CDC, sintió la satisfacción más grande de su vida. Cosechó zanahorias, remolachas, lechugas y acelgas. ¨Cuando vi el resultado me sentí alegre por mí y por mis compañeras. Nos costó mucho trabajo obtener esos alimentos¨.
La cantidad de hortalizas que cosecharon alcanzó para consumo personal como también para la venta, por lo que las mujeres pertenecientes al Club de Madres instalaron puestos de expendio de verduras en Boyuibe. ¨Nos ha costado vender porque a veces las personas no cuentan con los recursos económicos suficientes como para comprar en gran cantidad, pero estamos adaptándonos al bolsillo de nuestra comunidad¨, especifica Margarita.
El Club de Madres es beneficiario del proyecto Resiliencia Indígena y Campesina con Enfoque de Género y Generacional, implementado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en Bolivia, con financiamiento de la Cooperación Canadiense. El proyecto pretende mejorar la seguridad alimentaria y fortalecer la resiliencia de los medios de vida de más de 10.000 familias pertenecientes a pueblos indígenas guaraníes y quechuas, a través de la entrega de semillas ancestrales como la cumanda y asistencia técnica para el rescate y preservación de las mismas.
Ahora, el Club de Madres está a la espera de la segunda cosecha que traerá tomate, pimentón y repollo. Las mujeres comentan que quieren seguir capacitándose, pero esta vez utilizando la tecnología para aprender desde sus casas. ¨Queremos ser un punto de referencia para otros barrios en Boyuibe¨, concluye Margarita, siempre con una sonrisa.
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