Guardiana (Bolivia); fotos de Pedro Laguna
Jueves 2 de diciembre de 2021.- Son tan pequeñas que caben cómodamente en la palma de la mano. Decenas de diminutas tortugas cruzan un corredor de arena que les conducirá hacia las aguas del río Maniqui, donde tendrán su primer contacto con la selva, lejos de la mirada de sus protectores, los guardaparques de la Reserva de la Biósfera Estación Biológica del Beni, en el noreste de Bolivia.
La liberación de las tortugas estaba programada para el 30 de noviembre, pero las lluvias registradas en los últimos días no lo permitieron. Ese día se realizó un acto simbólico y los guardaparques, acompañados por pobladores de comunidades del pueblo indígena chimán o tsimane, liberaron a un centenar de las 300 que debían quedar libres ese día.
Está previsto que en total sean liberadas 2.000 tortugas y se lo hará, en los próximos días, siempre y cuando deje de llover. En estos días se habrá nuevos intentos, informó el jefe de Protección de la Estación Biológica del Beni, Marcos Uzquiano.
El director del área protegida, Rolando Sánchez de la Vega, contó que a principios de los años 90 la Estación Biológica puso en marcha el Proyecto Quelonios con el propósito de impulsar el repoblamiento de las petas de río y ayudar a su conservación.
¿Qué son los quelonios? Son los reptiles de cuatro extremidades cortas mandíbulas córneas, carecen de dientes y su cuerpo, espalda y pecho, está protegido por un caparazón duro.
Con una contribución de 10 bolivianos, cualquier persona puede ser padrino o madrina de una tortuga. El dinero debe ser depositado en la cuenta corriente fiscal 1000003599492 del Banco Unión que está a nombre del Ministerio de Medio Ambiente y el Servicio Nacional de Áreas Protegidas (Sernap) para ayudar a la sostenibilidad económica del proyecto.
El Libro rojo de la fauna silvestre de vertebrados de Bolivia, de 2009, tiene a las tortugas en la categoría de vulnerables. “Es una especie valiosa como fuente de proteínas, huevo y aceite para las comunidades indígenas y habitantes de la Amazonía. La grasa se utiliza para la industria cosmética y medicina tradicional”, se lee en el texto.
Cosecha o colecta de huevos
¿Cómo se trabaja? Sánchez explicó que en julio, agosto y septiembre los guardaparques hacen la cosecha o colecta de huevos que las tortugas dejan sobre la arena. Luego se los traslada hasta el Campamento Los Petos donde se los protege en la playa hasta que, 70 u 80 días después, eclosionan; es decir, son rotos por los pequeños animales que se desarrollaron dentro.
De allí, las crías son trasladas hasta un lugar conocido como la guardería de las tortugas, de 3 por 4 metros, donde son alimentadas y protegidas durante 15 a 30 días, hasta que cicatrice su ombligo y comience a endurecer su caparazón. Cuando esto suceda, habrá llegado el momento de su liberación.
Riesgos en la selva
Las tortugas liberadas son muy vulnerables a los ataques de depredadores de la selva. Por ejemplo, corren el riesgo de ser devoradas por bufeos (delfines blancos), lagartos y aves que sobrevuelan el río. Además, están los peligros causados por el cambio climático y las condiciones propias del entorno.
Las petas de río tienen un ciclo de vida que va de los 70 a 80 años. Cuando cumplen 10, ya pueden ser consideradas adultas, explicó Sánchez. Se calcula que cada año una hembra pone entre 30 y 40 huevos.
Las hembras son más grandes que los machos: llegan a medir 50 centímetros o más; ellos alcanzan 33 centímetros. Pueden pesar entre nueve y 12 kilos.
La peta de río se distribuye en las cuencas hidrográficas del Amazonas y Orinoco, incluyendo Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia, Guyana, Guayana Francesa, Surinam y Brasil. En Bolivia su presencia ha sido reportada en Pando, Beni, Cochabamba, La Paz y Santa Cruz.
"Bases para el manejo de la tortuga de río Podocnemis unifilis en la Reserva de la Biosfera Estación Biológica Beni, Bolivia". UMSA, 2018
La Reserva de la Biósfera Estación Biológica del Beni es un área protegida de cerca de 135.270 hectáreas que se extiende en parte de los municipios de San Borja y Santa Ana de Yacuma, en el departamento del Beni. Está a una altitud promedio de 220 metros sobre el nivel del mar.
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