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Guardiana (Bolivia)

Jueves 4 de junio de 2020.- El 12 de marzo se suspendieron las clases presenciales en colegios y universidades en Bolivia. Después, los centros educativos privados se dieron modos para reiniciarlas virtualmente. Entonces se supo que no todas ni todos los profesores estaban preparados para el reto: ¿Lo estaré haciendo bien?, ¿cómo planteo la didáctica específica que mi materia requiere?, ¿qué hago para que mis estudiantes aprendan tomando como base fundamental de la enseñanza las TIC (Zoom, Classroom, TEAMS, Moodle, WhatsApp…)?

Para responder a esas dudas, Ángel Vásquez, licenciado en Ciencias de la Educación, con maestría en Gestión Institucional e Innovación de la Formación Docente por la Universidad de Barcelona, propone el uso del Personal Learning Environments (PLE) como una forma de concretar la didáctica que una materia requiere a partir de las tecnologías informáticas.

La realización de un PLE toma en cuenta tres dimensiones importantes: las fuentes de información, las herramientas y la red de contactos que posibilitan aprender y, en el caso de los docentes, enseñar.

Fuentes de información en el PLE

Vásquez, quien también es docente de la Universidad Católica Boliviana y de la Universidad Salesiana de Bolivia en Cochabamba, explica que si un docente identifica con claridad las fuentes de información podrá reconocer cosas como que no es él la única fuente de información a la hora de dar clases. Es más, reconocerá que además de autores, expertos y otros, hay videos, audios, animaciones, páginas web, bibliotecas virtuales y demás que pueden ayudar a quien enseña a presentar la nueva información de forma más completa, actual, ordenada y didáctica.

Bien podría organizar esas fuentes y diseñar webquest , miniquest o cazatesoro, todas estas estrategias didácticas en las que se usan recursos disponibles en la red, seleccionados con anticipación para contribuir a la administración del tiempo que los estudiantes dedican al desarrollo de cada tarea.

A continuación, material preparado por Ángel Vásquez, en el que presenta algunas estrategias didácticas basadas en recursos de la red (haga click en cada uno de los puntos):

Las herramientas en el PLE

En cuanto a las herramientas, la o el profesor podrá percatarse de que diseñar un sitio web y convertirlo en portafolio de enseñanza o de asignatura no es difícil. Se recomienda su uso porque concentra recursos de enseñanza, actividades, consignas y otros.  

O incluso podrá usar herramientas expresamente diseñados para el trabajo educativo como Classroom, Edmodo o Canvas, que permiten organizar la enseñanza, registros y evaluar, entre otras funciones.

Quien enseña también puede crear presentaciones didácticas en línea, producir videos animados, generar videoclases, podcast y un largo etcétera para abordar una multiplicidad de situaciones didácticas soportadas en TIC.

Red de contactos en PLE

En lo referido a la red de contactos, con quienes se comparte el conocimiento se puede ir más allá de conversaciones en plataformas, hacer videollamadas o publicar en redes sociales porque es posible crear equipos de estudio y trabajo interdisciplinares. Esto puede ayudar mucho a crear comunidades de aprendizaje y plataformas de trabajo colaborativo.

Paso a paso

“El PLE -explica Vásquez- es un concepto que circula en la práctica conectivista desde 2010. En sentido estricto, todos tenemos un PLE; aunque no estemos vinculados de forma directa con las tecnologías informáticas. Esto quiere decir que tenemos un contexto específico que hace referencia a cómo aprendemos y de qué disponemos cuando aprendemos”.

Un PLE para un estudiante hace referencia al conjunto de herramientas, fuentes de información, conexiones y actividades que cada persona utiliza para aprender.

En el caso del docente, el significado se extiende al reconocimiento de aquel entorno que tiene para enseñar.

Algunos docentes se habrán sentido tranquilos y confiados porque tuvieron la posibilidad de tener experiencias de aprendizaje con diversidad de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC).

Es más, durante su trabajo presencial es probable que hayan utilizado ciertos recursos. Este grupo de personas creerá que posee un aceptable capital cognitivo y procedimental para poder llevar adelante las clases virtuales.

Pero también está el otro grupo de personas que no usaba antes de la cuarentena las herramientas que ofrece la tecnología. Probablemente ni siquiera usaba WhatsApp, ni compartía documentos por correo electrónico o redes sociales y se movía en clases solo con marcador y pizarra. Estas personas son las que más han tenido que sufrir en este tiempo por el hecho de tener que dar sus clases virtualmente.

El ejercicio de reconocer cómo es el propio PLE es metacognitivo. Lo ideal es que una persona sea consciente de ciertos procesos y recursos que le llevan a aprender y posibilitar la autorregulación de aquello que sea insuficiente para encarar una tarea, conduciéndole de esta manera a buscar formas de manejo de mayores y mejores TIC.

El PLE actual

Una o un docente que debe impartir de forma virtual su materia debería, por un lado, plantear su PLE actual que le permita reconocer su realidad y, en segundo lugar, plasmar su PLE inmediato.

Para el PLE actual, Vásquez nos propone un conjunto de consideraciones sobre la aplicación de tecnologías en las clases virtuales:

  • Reconozca la realidad actual y sea franco con relación a lo que efectivamente pueden trabajar el docente y sus estudiantes en estas circunstancias.
  • Caracterice a sus estudiantes (emociones, actitudes, tensiones, habilidades, conocimientos, posibilidades tecnológicas, necesidades de subsistencia…).
  • Lea y redefina el alcance de su competencia conforme a esta realidad.
  • Revise y si corresponde reescriba sus elementos de competencia o intenciones formativas de sus unidades de aprendizaje. Observe bien el verbo que pretende que guíe su trabajo docente.
  • Defina con mucha claridad qué criterios de desempeño puedan dar cuenta del alcance de sus intenciones formativas en sus unidades de aprendizaje.
  • Revise y si corresponde ajuste las evidencias o pruebas en las que se podrán manifestar aquellos criterios de desempeño.
  • Plantee los saberes, “saberes hacer” y “saberes ser” necesarios para llevar adelante el proceso educativo que esté en correspondencia con los puntos anteriores.
  • Converse con su coordinador o director sobre estas reflexiones y ajustes. Pídale su aprobación y registro de los ajustes, para que más adelante esa instancia, cuando se den las condiciones necesarias, pueda llevar adelante acciones correctivas.

A la hora de formularse el PLE inmediato, este debe estar vinculado con el plan de asignatura ajustado y debe explicitar todas las herramientas, recursos, habilidades que posibiliten responder pedagógica y tecnológicamente a los propósitos formativos planteados.

Como se dijo líneas arriba, las tres dimensiones del PLE son las  fuentes de información, las herramientas y la red de contactos que posibilitan aprender y en el caso de los docentes enseñar.

Encuentros sincrónicos
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En las circunstancias actuales, Vásquez aconseja optimizar los encuentros sincrónicos con los estudiantes. ¿Qué significa esto? Son los encuentros que permiten tener una comunicación en tiempo real con las y los estudiantes mediante herramientas como plataformas virtuales, chat, Skype, WhatsApp, ya sea haciendo uso de texto, voz y/o video.

“Si asumimos que pueden haber diseños didácticos que planteen una revisión de contenidos por parte del estudiante e incluso esos recursos pueden ser revisados varias veces, las clases virtuales podrían posibilitar conversaciones más técnicas, ciertos debates, profundización de ideas y búsqueda de utilidad práctica a lo que se ha visto en teoría”.

Ángel Vásquez

Las y los estudiantes suelen valorar mucho que el docente ejemplifique, comparta sus experiencias, explique casos, comente sobre dilemas técnicos, plantee conflictos cognitivos, plantee incidentes críticos.

Ellas y ellos desean aproximarse al escenario laboral y si estos espacios posibilitan esto no solo desarrollan el pensamiento crítico, sino también motivan el estudio.

Sin embargo, no se debe descuidar el vínculo humano. Siempre deje abierta la posibilidad de que el estudiante se comunique de forma interna y directa con usted si es docente, para compartir alguna dificultad con relación a la consigna o manifestarle alguna situación personal. Para tal efecto, se suele usar mucho el WhatsApp.

Recuerde que los estudiantes de pregrado que tienen alrededor de 18 años están dentro de una especie de adolescencia extendida y como tal tienen dudas, temores y preocupaciones incluso existenciales, más en tiempos como el de Covid-19 donde ven cómo sus propios padres están preocupados.

Los que se movieron y los que no hicieron nada

Según el diagnóstico de Vásquez, a partir de la cuarentena, los docentes partieron, como es natural, de sus comprensiones e intuiciones y, aunque esperanzados en que este periodo fuera corto, se pusieron en mangas de camisa y empezaron transponiendo su experiencia del aula presencial al aula virtual. Alguno dirá qué error, sin embargo, aquel comportamiento era previsible y fue bueno en su momento.

Unos acondicionaron un ambiente, adquirieron una cámara, iluminaron y aislaron de sonidos el área, colocaron una pizarra y se filmaron una y otra vez explicando, ejemplificando, fundamentando, describiendo… y de esta forma emulando su trabajo en el aula física.

Varios de estos docentes abrieron un canal en Youtube o guardaron sus videos en el Drive, Onedrive o Dropbox y desde ahí compartieron y comparten sus producciones. Muchos de estos materiales sin edición, pero con mucha dedicación.

Otros se pusieron delante de la computadora y empezaron a realizar screencast  (grabación digital de la salida por pantalla de la computadora), con la ayuda de programas como Camtasia, ActivePresenter o Ezvid y realizaron tutoriales o explicaciones orales de presentaciones hechas en PowerPoint, que les generaba de igual manera videoclases listas para los estudiantes.

En paralelo se abrieron grupos de WhatsApp, Facebook o Telegram desde donde se establecía comunicación síncrona y asíncrona con los estudiantes y hacia los cuales iban los enlaces o una gran variedad de archivos y comunicaciones.

Probablemente, como nunca los docentes estuvieron cerca y a disposición de sus estudiantes. Tenían un buen feedback sobre sus producciones.

Falta de proactividad

También hubo docentes que quedaron paralizados por las circunstancias y que justificaron su pasividad con la espera de las instrucciones administrativas y de gestión que anunciaban los criterios y procedimientos “oficiales de trabajo”.

Al parecer, en la mayoría de las instituciones de educación superior esos criterios se atrasaron y cuando salieron, en lugar que centrarse en aspectos pedagógicos y metodológicos, insistían en formalidades administrativas tales como plataforma virtual oficial de trabajo, número de horas de conexión a Zoom, detalle de estudiantes conectados, respaldos de tareas dadas, características de las pruebas objetivas y cuestionarios para la evaluación, recursos tecnológicos utilizados y otros.

Para Vásquez, estas directrices generan una serie de problemas como:

  • No permiten reflexionar a los docentes sobre la eficacia y eficiencia de su entusiasmo inicial por adaptarse.
  • No abren canales de trabajo colaborativo.
  • Refuerzan la mera trasposición de las prácticas presenciales a los entornos virtuales.
  • Homogenizan el trabajo y la metodología didáctica.
  • Legitiman la noción de que el docente es la única fuente del conocimiento.
  • Limitan un adecuado desarrollo del currículo por competencias.
  • Y, lo más delicado, mantienen un currículo formal muy alejado del currículo real, forzando una paz burocrática que impide ver la necesidad de aplicar ajustes curriculares no significativos como significativos.

Entonces, existen muchos docentes que han respondido con creces a las circunstancias de la emergencia sanitaria; utilizando y reciclando materiales ajenos y creando los suyos, pero condicionados por el chaleco de fuerza administrativo.

“Ojalá las y los docentes tuvieran chance de poder interactuar con sus pares para reforzar y mejorar su práctica. Estos docentes son la expresión tangible de la anhelada intención de integrar las TIC a la práctica docente y que, de esta manera, se pueda dar la innovación y la transformación educativas”.

Ángel Vásquez

También están los docentes que se han acomodado a aquellas directrices y que no se hacen problema por la alta carga administrativa y que viven esperanzados en que todo esto termine para probablemente no querer saber nada más de la virtualidad.

Con ellos solo queda realizar profundas reflexiones sobre sus resistencias y actitudes, porque si bien son funcionales al sistema, son poco proactivas al cambio.

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