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Guardiana (Bolivia)

Martes 27 de octubre de 2020.- Al 26 de octubre de 2020, el Ministerio Público registró 1.160 casos de violencia sexual contra infantes, niñas, niños y adolescentes, de los cuales el 90% de las víctimas son niñas y adolescentes mujeres y un 10% corresponde a niños y adolescentes varones, explicó la abogada del Centro una Brisa de Esperanza (CUBE), María Leonor Oviedo.

Virginia Pérez, jefa de Protección a la Niñez de Unicef, añadió que lo que más existe en Bolivia es la violencia sexual contra niñas, “es la punta del iceberg, pero es importante saber que también pasa a los niños y como papás y mamás no estamos atentos, no reconocemos esos síntomas, no les preguntamos”.

Fuente: Fiscalía General del Estado/ Elaboración propia

Pese a la alarmante cantidad de casos de violencia sexual registrada por la Fiscalía, se prevé que estas cifras son mucho más altas porque en el periodo de la cuarentena rígida por la pandemia de la Covid-19 —entre marzo y junio— las víctimas no pudieron realizar denuncias contra sus agresores, porque no podían salir de casa, las Defensorías estaban cerradas y la Policía cumplía tareas derivadas de la cuarentena.

Bolivia es uno de los países de la región que registra el mayor índice de violencia contra mujeres, de género y sexual, “lo que nos hace pensar que los casos se hayan incrementado; es probable que se hayan dado menos denuncias”, sostuvo Pérez.

La representante de Unicef expresó su preocupación porque los niños, niñas y adolescentes ingresaron en una situación de mayor vulnerabilidad a raíz de la cuarentena, porque donde más se da la violencia contra la mujer y la niñez es en el hogar, en el ámbito familiar.

Oviedo informó que, en los casos de violencia sexual, el 99% de los agresores son cercanos a la familia, la familia extendida o a la comunidad. “Puede ser el papá, el abuelo, el tío, el primo, el profesor”.

Ximena Fajardo, Delegada Adjunta para la Vigencia y Ejercicio de los Derechos Humanos de la Defensoría del Pueblo, también expresó su preocupación por la vulnerabilidad de los infantes, niñas, niños y adolescentes.

Es en este contexto que Guardiana recoge las recomendaciones de las tres expertas para prevenir la violencia sexual conta los niños, niñas y adolescentes.

Lo que más existe en Bolivia es la violencia sexual contra niñas, “es la punta del iceberg, pero es importante saber que también pasa a los niños y como papás y mamás no estamos atentos, no reconocemos esos síntomas, no les preguntamos”.

Virginia Pérez, Unicef
Medidas de prevención
  • Enseñar a las niñas, niños y adolescentes cuáles son las partes íntimas de su cuerpo.
  • Hablar con claridad acerca de los riesgos que los rodean.
  • Conversar con las y los hijos, y brindarles confianza.
  • Enseñar a las y los hijos a no aceptar regalos a cambio de favores.
  • Educar a los hijos varones en una cultura que no sea machista.
  • No obligar a las y los hijos a dar muestras de afecto.
  • No dejar a las y los hijos con una sola persona, el agresor es siempre alguien cercano a la familia.
 ¿Cómo detectar si fue víctima de abuso?
  • Observar la conducta de las y los hijos:
    • Si hay un cambio brusco, si la niña o el niño, que antes era muy sociable, ahora es muy retraído.
    • Si tiene ciertos miedos, pesadillas.
    • Si comienza a comportarse como una o un niño menor a su edad, por ejemplo se orine nuevamente en la cama, no quiere comer sola o solo, no quiere estar solo.
    • Si la o el niño es muy tranquilo y  de repente se comporta de manera muy violenta.
  • NO juzgar a la niña, niño o adolescente por lo que le ha pasado.
    • Cuando nos acerquemos a la niña o niño a preguntar si ha pasado algo, es importante hacerlo desde la empatía, desde el no juicio, no se puede culpar nunca a un niño o niña o adolescente de que haya sido víctima de violencia sexual.
    • Tampoco se les debe acusar, ni culpabilizar de no haber reportado, de no haberlo dicho antes.
    • Es muy difícil para las víctimas denunciar, contar lo que les pasa, precisamente porque es una persona muy cercana a la familia, a la mamá o al papá quien le puede haber hecho daño.
  • NO se debe obligar al niño, niña o adolescente a contar lo que pasó o amenazar con castigos.
    • Se sugiere crear un espacio de confianza en la casa donde el niño, niña o adolescente pueda poco a poco contar lo que le está pasando.
  • CREER a los niños cuando cuenten sobre lo que les pasó.
  • NO hacer responsables a las niñas sobre lo que les pasó, nunca culpabilizar a la niña, ella no es agresora.
La ruta de la denuncia
  • Si la niña, niño o adolescente muestra signos de violencia sexual se lo debe llevar al médico.
  • También se puede acudir a la Defensoría de la Niñez y Adolescencia
  • A los Servicios Legales Integrales Municipales (SLIM)
  • A la Policía
  • A la Fiscalía
  • Autoridades comunales
  • Obtener el certificado médico forense.

A partir de este documento se hace todo el abordaje multidisciplinario, se elaboran informes,  deberán testificar la madre o la persona con la que el menor de edad ha roto el silencio.

Luego viene el mandamiento de aprehensión para el agresor. Se lo lleva ante juez cautelar y se solicita su permanencia en la cárcel.

Si está en Cochabamba, CUBE le apoya en todo el proceso, para ello solo debe otorgar un poder. Puede contactarse a los números de teléfono 4527505 y 4527506.

A nivel nacional, puede llamar a la línea gratuita de Unicef: 800 11 30 40, Familia Segura.

Los procesos

De acuerdo con los datos proporcionados por la abogada Oviedo, el 98,7% de los casos queda en la impunidad porque los padres denunciantes dejan el proceso una vez que se detiene al agresor, pero también pesa la lentitud del sistema penal.

“Se debe disminuir la impunidad y juzgar a los culpables, pero en Bolivia no existen políticas de captura y recaptura, con la Ley 1173 (de Abreviación Penal) los agresores salen fácilmente de las cárceles y se deja en la indefensión a las víctimas”, explicó la abogada del Centro una Brisa de Esperanza 

Para la representante de CUBE, el sistema judicial no está preparado para manejar los delitos de violencia sexual, los procesos son largos, “se pierde entre cinco y ocho años”, entre la sentencia, apelación hasta llegar al recurso de casación. La pena máxima en estos casos es de entre 25 a 30 años.

Oviedo recordó que el delito de violencia sexual contra niña, niño, adolescente no prescribe hasta que la víctima tiene 30 años. “Les insto a que denuncien, porque el agresor sexual no agrede a solo una persona, agrede por lo medio a diez personas, entonces, si nosotros metemos al agresor sexual a la cárcel y lo desenmascaramos, estamos evitando la reproducción de la violencia sexual”.

Machismo y adultocentrismo

Las expertas coindicen en que para terminar con la violencia sexual y de género contra mujeres y niñas, niños y adolescentes se debe realizar un trabajo de largo aliento porque se tiene que minar a las raíces del problema como la cultura machista que normaliza la violencia y la cultura adultocentrista que no reconoce los derechos de la niñez y solo los ve como objetos.

El adultocentrismo como práctica violenta contra niños, niñas y adolescentes, debido a que la diferencia de edad y la noción de “minoridad” es empleado para deslegitimizar.

El patriarcado y el machismo como interacción dominante, muchas veces se manifiesta a través de la “violencia naturalizada”.

El androcentrismo, donde el hombre es el centro de todo, construye y elabora todo en la sociedad.

Visión Mundial y María Oviedo

Oviedo explica que el androcentrismo, en el caso de Bolivia, es evidente en las leyes. Por ejemplo el Código de Procedimiento Penal se ha hecho “desde una visión de macho, de hombre”, aunque algo está cambiando con la Ley 348 (Ley Integral para Garantizar a las Mujeres una Vida Libre de Violencia) y la Ley 548 (Código Niña, Niño, Adolescente)

“Estamos peleando para que las mujeres y los niños sean considerados también sujetos sociales y de derecho. Por eso a veces la ley también tiene sexo, es varón porque ha sido concebida desde una visión de un varón en lo que es la violación, el estupro, abuso sexual, (la ley está escrita) desde la perspectiva de varón”, dijo la abogada.

Fajardo consideró que también existen otras causas para las agresiones: el ciclo de la violencia que se ejerce en una familia y luego se reproduce en la siguiente generación; se suman factores socieconómicos y discriminación hacia mujeres y las niñas, niños y adolescentes.

Como detonante de la violencia intrafamiliar está, asimismo, el alcoholismo y la discriminación hacia la mujer, “donde hay violencia contra la mujer, la misma deriva también en violencia contra los niños. Lo más grave es que puede terminar con violencia sexual”, advirtió.

Entre los factores socioeconómicos, Fajardo explicó que en las familias con limitaciones económicas, cuando un niño nace ya está en situación de vulnerabilidad, porque los  papás están en situación de calle, o las mamás fueron víctimas de abuso sexual, trata y tráfico, víctimas de proxenetismo.

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