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Existe en el mundo andino una tradición, la de las víctimas sacrificiales. El caso mejor documentado es el de tres momias incas encontradas en la cima del volcán Llullaillaco, en Argentina. Se trata de una adolescente de 13 años, llamada la “Doncella de Llullaillaco” y otros dos niños, que, guiados por una comitiva, ascendieron hasta lo alto del volcán, fueron sedados y se quedaron dormidos hasta la eternidad, suavemente, sin violencia, en ofrenda a los dioses. Las familias, se dice, se elevaban a una situación de prestigio por entregar a su criatura para víctima sacrificial, sea que lo hayan hecho coaccionadas o voluntariamente.

Esta tradición, al parecer, persiste. Todo indica que otra forma de ofrendar niñas en la actualidad ha sido entregarlas (vivas) para adquirir acceso a privilegios o esquivar las sanciones de la comunidad. Desde ya, nos referimos a la confesión de Evo Morales, medio en broma, medio en serio, antes de asumir el poder el 2006.

En una filmación realizada el 2005, se ve a un Evo exultante, ganador indiscutible de las elecciones, en el que ya les advierte a sus bases que dejará de ser uno de ellos: “También tienen que respetar ustedes a su capitán general de las Fuerzas Armadas, ¿no es así?”. En dicha filmación, cuenta el modo clientelar de ganarse a las bases: mediante comida, alcohol, fiesta. Dice que el aguinaldo percibido de su curul como diputado era demasiado para él solo, que dividía el elevado monto en dos partes: una para él (no menciona para nada a su familia) y otra para las seis federaciones, su gran familia: “Hice cocinar para 700, 800 dirigentes, con conjuntos (musicales)”. Ya apuntando maneras autoritarias, relata que hizo que todas las autoridades masistas, alcaldes, concejales, dividan su aguinaldo del mismo modo, una para sí y otra para las seis federaciones. “Sobra plata para comida, bebida, fiesta”.

Ya más embriagado, empieza a bromear. Dice que a esas fiestas debían asistir los cocaleros “obligatoriamente con sus esposas”. En referencia a los invitados, señalando a su entonces casi lugarteniente Álex Contreras, dice que estos asisten no con la “titular, sino con la segundina”, es decir, con sus amantes. Todos celebran las bromas en clave de bullying hacia sus seguidores que rodean la mesa.

Uno de ellos pregunta: ¿Y usted a quién lleva, don Evo?, en referencia a esas fiestas. Su respuesta es reveladora: “A mí, me traen una de cada sindicato”. Se escucha un estallido unánime de risas. Puede ser probable que, en esas fechas, esa declaración de que los sindicatos le entregaban mujeres no haya pasado de eso, de ser un deseo (o no). Pero, luego, se hizo tan persistente el rumor, tan frecuentes los relatos de quienes iban en calidad de personal asistente a sus “concentraciones”, que ya casi se dio por sentado que Evo Morales se elegía una doncella sacrificial, ofrendada entre otras por las comunidades campesinas. ¿Alucinaba la gente, fabulaba con relación a niñas entregadas para el goce del caudillo? Si son exageraciones de la gente, Evo Morales dio pie a esos rumores.

Con relación a la ahora mujer de 19 años, se observa en las fotografías diversidad de escenarios, de vestuario, de tiempos. Hay una proxémica de tanta intimidad, una cercanía tal que no se construye en un corto tiempo. El periodista John Lee Anderson que entrevistó a Morales en México, en marzo de este año para The New Yorker, describe: “Una joven nos escuchaba a unos metros. Llevaba coletas y una camiseta con la palabra ‘love’. Ella y Evo intercambiaban miradas y sonrisas…Más tarde, cuando Morales posaba, (ella) me pidió que le hiciera una foto con su móvil. Se colocó de espaldas a la pared del jardín, y desde allí jugueteaba con Morales”. Claramente, el periodista asistía a un ritual de cortejo entre la joven y el expresidente. Obviamente, tenían que estar al tanto de esa entrevista (y de quién acompañaba a Morales a esa entrevista) todos los que huyeron en ese avión mexicano, como ser Álvaro García Linera,  Gabriela Montaño y otros.  

Este grado de intimidad se confirma luego a vistas de sus correligionarios, del actual candidato al MAS, Luis Arce Catacora. En su asilo en Argentina, Morales juega un partido de fútbol y están presentes los de su núcleo duro, sus más estrechos allegados. Están los selectos, del elegido del Olimpo. Tan selecto es el grupo que ni están, desde luego, Eva Copa o Efraín Chambi.

Entre ese grupo de felices mortales está la joven, asistiendo a Morales con la provisión de agua. No se acepta, en las condiciones de Morales, alimentos o líquidos de cualquier advenediza, de una extraña asomada por casualidad. Por tanto, que Arce Catacora diga que “no la conoce”, con referencia a una foto que se toma junto a Morales y la joven, es del todo imposible de creerle. Se añade a eso el viaje en comitiva a algún lugar turístico en Argentina, video en el que se observa que todo el tiempo Morales y la joven están pendientes de cada uno, con contacto visual por entre la muchedumbre.

Lo que es imposible de asimilar, eso sí, es cómo nuestra cultura boliviana ha llegado a internalizar el hecho de la existencia de víctimas sacrificiales para el disfrute de poderosos. Una pareja de esposos de humilde procedencia tenían a la hija a bordo de aviones del Estado Plurinacional de Bolivia; montada en una motocicleta que seguro vale miles de dólares, viajando como nada a México (país al que es tan difícil lograr visa), a Buenos Aires, con una movilidad de pertenencia a la Gobernación de Cochabamba, con chofer incluido.

¿Cómo llegó la joven hasta tan altas instancias?, ¿cómo accedió una adolescente al entonces Primer Mandatario? Necesariamente, hubo una estructura sindical, una jerarquía de poder que allanó a la joven el camino hacia la figura del mesías, a exigencias de este. A cambio, recibían recursos de “Evo cumple”, cheques aquí; cheques allá; impunidad para delitos ordinarios, etc.

Cuando de aquí a un tiempo se escriba la historia de Bolivia, esta joven que en abril cumplió 19 años ocupará un sitial de estigma, no de prestigio; un sitial estigmatizado que se guarda para amantes del poderoso, cuando este cae del poder, mucho más cruel cuanto más jóvenes. Ha sido y será una víctima sacrificial. Y los que conducían a estas jóvenes estarán libres e impunes.

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