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Por Narayani Rivera y Andrés Villalobos * //

Durante el 2024 se llevó a cabo la investigación “Navegando entre riesgos invisibles y oportunidades reales: niñas, niños y adolescentes en el entorno digital, desarrollada por el Instituto de Investigación en Ciencias del Comportamiento de la Universidad Católica Boliviana, en alianza con Save the Children, ChildFund, Fundación InternetBolivia.org, Asociación Aguayo y la ONG Realidades.

Este estudio representa un esfuerzo sistemático en Bolivia por generar evidencia a nivel nacional sobre los usos, experiencias y significados que niñas, niños y adolescentes atribuyen a su vida digital. De esta manera, nuestro país forma parte de la red Global Kids Online, que enmarca investigaciones similares realizadas por países como  Chile, Brasil, Argentina, Uruguay y Costa Rica.

Contar con datos propios es un paso imprescindible para diseñar políticas públicas y estrategias de protección pertinentes, basadas en nuestras realidades.

A lo largo del proceso de investigación, se abordaron diversas dimensiones del uso de internet: las oportunidades que ofrece para el aprendizaje, la socialización y la recreación; las estrategias de mediación a las que madres, padres y cuidadores recurren; así como la presencia, a veces evidente, otras veces casi invisible, de violencias digitales que afectan profundamente a esta población.

Uno de los hallazgos centrales, aunque no sorprendente, es que las tecnologías digitales ya forman parte integral de la vida cotidiana de niñas, niños y adolescentes. Lejos de alimentar discursos tecnofóbicos que condenan su uso, esto debe invitarnos a reconocer que el entorno digital no reemplaza a los espacios físicos tradicionales, sino que coexiste con ellos y se entrelaza. Las niñas y los niños no han dejado de jugar en los parques ni de conversar en las aulas, pero ahora también -y con mucha frecuencia- se entretienen en línea, se informan a través de redes sociales y socializan mediante aplicaciones digitales.

Comprender esta coexistencia es clave para alejarnos de las respuestas basadas en la prohibición y avanzar hacia un enfoque más realista, crítico y protector. Porque si bien el entorno digital ofrece múltiples beneficios, como el acceso a información, el desarrollo de habilidades o la posibilidad de ampliar redes sociales, también puede transformarse en un espacio de riesgo. Muchas de las actividades que niñas, niños y adolescentes reconocen como positivas, como jugar en línea o conocer nuevas personas, pueden derivar en experiencias dañinas: desde el uso excesivo de internet, el consumo de contenido inadecuado o la exposición a violencia y acoso digital.

La dificultad de trazar una línea clara entre los riesgos y las oportunidades obliga a repensar nuestras estrategias de protección. Hoy más que nunca necesitamos un enfoque de corresponsabilidad:

  • Madres, padres y personas cuidadoras deben asumir un rol activo, no desde el control absoluto ni la vigilancia, sino desde el acompañamiento cotidiano, afectivo y el diálogo.
  • La sociedad civil debe generar entornos seguros y promover el uso crítico de la tecnología en espacios como la escuela, donde se puedan fortalecer las habilidades digitales de niñas, niños y adolescentes.
  • Las empresas tecnológicas y plataformas digitales tienen la responsabilidad ética y legal de ofrecer herramientas eficaces contra la violencia digital y replantear sus modelos de negocio que, muchas veces, exponen deliberadamente a públicos vulnerables a contenido nocivo o adictivo.
  • Y, por supuesto, el Estado debe ampliar el alcance del sistema de protección a la niñez y adolescencia para que éste incluya, de forma explícita y efectiva, al entorno digital. Esto implica diseñar políticas públicas, regulaciones y programas preventivos que garanticen derechos en todos los espacios que habita la niñez.

Reconocer que niñas, niños y adolescentes ya habitan el espacio digital es el primer paso. Lo que sigue es garantizar que ese espacio, como cualquier otro en el que se desenvuelven, sea seguro, inclusivo y promotor de su bienestar y desarrollo integral.

*Narayani es integrante del Centro SOS Digital de la Fundación InternetBolivia.org y del equipo de investigación del ICC y Andrés Villalobos es integrante del equipo de investigación del ICC

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