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Con la muerte de Carla Callaú Vaca (19 años) el jueves 5 de septiembre , unas 86 mujeres ya han perdido este año la vida en Bolivia. Entrevistas, artículos y libros señalan a la estructura del patriarcado como el gran culpable. No cabe duda. Sin embargo, a estas alturas saber eso ya no es suficiente.

En el caso de Callaú, el hombre que dijo haberle apretado el cuello, casi le duplicaba la edad. Mintió para llevarla de su hogar hasta Sacaba en Cochabamba. Supuestamente debía vivir "bien". La hermana de la víctima Anahí Callaú contó que él les dijo que tenía un bufet de abogados en Cochabamba, que le iba bien. "A mí me prometió que no le iba a faltar nada, que estaría muy bien y que ella vendría a visitarnos una vez al mes”.

No era cierto. El cuerpo de Carla fue encontrado sobre un colchón que yacía sobre el suelo. Todo indicaba en el lugar demasiada precariedad. Además de mentiroso, el hombre ejercía violencia psicológica sobre ella. La dejó sin poder comunicarse por teléfono con su familia ni ingresar a redes sociales. Cuando ella logró volver a su hogar gracias a un boleto que sus hermanas le habían enviado, él se presentó casi inmediatamente allá. Le rogó que volviera y le prometió que cambiaría. No fue así. Tras una discusión en la que supuestamente ella había manifestado la intención de volver con su familia, él la asfixió.

No es la primera vez que esta historia se escucha en Bolivia u otros países. En los perfiles de los feminicidas, la mentira, la violencia psicológica, el control excesivo por supuestos celos, las restricciones y una espiral de violencia en el llamado ciclo de violencia son muy comunes.

Sin embargo, en este como en otros casos se evidencia la falta de mayor información trabajada desde diferentes disciplinas como la psicología, la sociología y otras que permita arrojar información más específica sobre los perfiles de los agresores en cada región e incluso cultura de Bolivia.

¿Qué piensan los feminicidas sobre sí mismos y la pareja que mataron?, ¿cuál es el rol que él cumplía en la relación y cuál el que creía que ella debía cumplir?, ¿el rol de ella fue cambiando con el tiempo?, ¿cuál fue la reacción de él si fue así?, ¿el feminicida tenía algún proyecto de vida más allá de una relación con una mujer?

Y se podría seguir preguntando: ¿Cuántos de los feminicidas fueron golpeados de niños?, ¿cuántos sufrieron de violencia psicológica?, ¿cómo interiorizaron la violencia de la que fueron objeto?, ¿existió alguno que no sufrió tipo alguno de violencia y si es así, por qué se volvió violento?, ¿cómo era su relación con su familia, su barrio, su colegio, su comunidad?, ¿cuáles fueron sus modelos de padre y familia?, ¿cuán naturalizada estaba la violencia en su familia, en su barrio, en su comunidad?, ¿la sociedad en la que vivieron los feminicidas es violenta?, ¿qué tipos de violencia predominan en dicha sociedad?

En varios países, entre ellos México, Brasil y España, se han analizado los perfiles de los feminicidas, incluso desde la academia. No todos con el mismo éxito, sobre todo porque la información de base registrada en los casos es incompleta, un problema que en Bolivia se tendrá el momento en que se quiera hacer una investigación más a fondo.

Uno de los aspectos que arrojó más de una investigación desde la academia tiene que ver con el cambio de roles por parte de la mujer. Cuando ella sale del hogar hacia espacios públicos educativos, laborales y/o políticos, esto no es aceptado por la pareja. Los accesos a espacios públicos o ascensos de las mujeres son aún en pleno siglo XXI mal vistos por los hombres. Son cambios que, entre otras cosas, producen "celos" porque los varones temen que los cuerpos de "sus" mujeres puedan dejar de ser suyos.

La doctora Ana Jetzi Flores Juárez dice al respecto: “Desde la sociología, el feminicidio se aprecia como una resistencia al cambio, es decir, notamos que incrementa esta violencia justamente como un mensaje porque hay de fondo un tema cultural, estructural. Estela Serret menciona que el género como un ordenador primario de la cultura está presente, entonces cuando las mujeres salen al espacio público y además tienen protagonismo donde tradicionalmente no lo tenían, lo que opera es lo que Bourdieu denomina 'un llamado al orden', para que las mujeres regresen al lugar que tradicionalmente les corresponde. Eso opera de manera simbólica, no de forma directa, pero al final es un mensaje social”.

Mientras no se hagan estudios más profundos se corre el riesgo de que las políticas públicas orientadas a la prevención no sean del todo eficaces y ese es un serio problema. Por ello, desde esta columna se insiste, una vez más, en la necesidad de levantar los perfiles de los feminicidas en Bolivia, pedido que ya han realizado activistas con anterioridad e, incluso, a nivel formal ante el Estado. ¿Qué se está esperando?

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2 Comentarios

  1. Al fin un periodico serio digno y responsable en nuestro pais. La responsabilidad lo profesional de los articulos de los invitados y la noricia presentada por la editora nos llevan a buscarlos y seguirlos.

    1. Muchas gracias Cecilia.

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