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El español Javier del Rey Morató, experto en comunicación política, escribió un libro titulado  “Los juegos de los políticos: Teoría general de la información y comunicación política”, publicado el año 1997. A pesar del tiempo transcurrido, ese libro no pierde actualidad, sino que se hace rabiosamente vigente, principalmente en lides electorales. Nada de lo que dicen los políticos, nos advierte el autor,  es verdad objetiva, fáctica, sujeta a hechos reales, sino que todo es retórica, todo son juegos de palabras.

Entre esos juegos del lenguaje están lo que llama “los juegos de la paradoja o el rostro de Jano”, en alusión al dios latino de doble rostro. Entre los varios juegos, cobra relevancia el que está desarrollando el MAS, que Del Rey Morató denomina “La verdad con fecha de caducidad incorporada”. Se hace referencia a que lo que un día fue negro, otro día —a conveniencia de los políticos— es blanco. Lo que un día suma 2+2=4, otro día suma ¡cinco!

En su día y en procura de hacerse el poder una vez más en octubre de 2019, el MAS desacreditó la encuesta realizada por la Fundación Jubileo e incluso quiso que se sancione su publicación. La fundación Jubileo es una institución católica —se lee en su portal— que trabaja en ámbitos políticos, sociales y económicos. El 11 de septiembre de 2019, la Televisión Universitaria de la Universidad Mayor de San Andrés difundió la intención de voto de la población que realizó Jubileo, desatando la furia de Evo Morales y su entorno. Claramente, se daba a conocer que habría una segunda vuelta y que en esa segunda vuelta, saldría ganador Carlos Mesa. Esa encuesta no tenía ningún valor para el MAS, que anunciaba que Morales se alzaría con la victoria en primera vuelta. El resto ya lo sabemos.

La Fundación Jubileo, respaldada por varias prestigiosas instituciones y carreras universitarias, se ganó la confianza y respeto de la población. Por lo tanto, cuando el 16 de septiembre de 2020 se  publicó la intención de votos rumbo a las nuevas elecciones, todos asumieron que había hablado “el oráculo de Delfos”, que así llama Del Rey a las encuestas sobre la intención del voto del electorado. Tanto, que incluso, teniendo ante los ojos esa encuestas, Añez y su entorno tomaron la decisión de retirar la candidatura del partido de Juntos.

En cuanto al MAS, como la verdad tiene fecha de caducidad, esta vez no  descalificó a Jubileo. Antes sí. Ahora no, porque ahora habló el oráculo dando el primer lugar a la dupla masista. Por lo tanto, ante el hecho de que pueda hacerse realidad volver a la silla presidencial, el MAS asume ese vaticinio de la encuesta y ensaya buenos modales, en procura de “seducir” a la clase media, llegar más allá de su núcleo duro.   

En su día, Luis Arce y David Choquehuanca estuvieron firmemente alineados con la tesis del “derecho humano” de gobernar indefinidamente. Jamás se les escuchó decir que aquello era totalmente arbitrario. Hoy, deslizan que tal vez no fue del todo conveniente irrespetar el resultado del 21F. La verdad con fecha de vencimiento.

Mientras el caudillismo de Evo Morales estaba en su auge, la palabra “renovación” era inimaginable. Todo debía permanecer estático, inamovible. Era casi Dios y los ministros su corte celestial. Hoy, Choquehuanca empieza a decir que la renovación, que ahora descubrieron como muy buena, será la brújula del partido. Se aventura a señalar que algunos ex ministros (sin precisar quiénes) no podrán volver si ganan ellos las elecciones. Habla de abrir espacios a jóvenes. Dijo: “Nosotros vamos a gobernar escuchando al pueblo, y el pueblo nos pide en las reuniones que el entorno (de Evo Morales) ya no tiene que volver (…). El entorno no va a volver, vamos a ser un gobierno de jóvenes, tenemos que darnos oportunidad con nueva gente”. Puesto que todo es verdad con caducidad, no sería descabellado que esa promesa de renovación luego sea desechada por fecha de vencimiento.

Evo Morales anunció que al día siguiente de la victoria de sus candidatos, retornará a Bolivia. Sus palabras retumbaron: “Ganamos las elecciones, al día siguiente estoy entrando por Yacuiba a Bolivia, retornando". Arce defendió esa posibilidad: “Yo creo que él tiene todo el derecho de venir a defenderse de todas las acusaciones que le están haciendo". Puede luego darse el hecho de que tenga que anunciar que Morales no retornará al poder, que no será beneficiado con ningún cargo, de cara a ganar el favor perdido de la población principalmente urbana. Luego, como es verdad con fecha de caducidad, quién sabe.

En esos juegos de los políticos, Del Rey Morató nos recuerda la existencia de paradojas. El MAS plantea que, si gana, es porque el electorado añora los días del régimen y quiere volver a disfrutar de esa suerte de paraíso terrenal que se traducía, a decir de ellos, en “vivir bien”. Si gana, por tanto, el Tribunal Supremo Electoral habrá sido ecuánime, probo, transparente. En cambio, si pierde, no es por no contar con el favor del electorado, sino porque ese tribunal se prestó a hacer un megafraude. Arce declaró:  "Tiene que haber transparencia y tiene que estar garantizado que no habrá ningún tipo de fraude, nosotros estamos muy temerosos por lo que estamos viendo, por el actuar del Tribunal Supremo Electoral”. Es decir, que por angas o por mangas, el MAS se alzaría con la victoria.

Javier del Rey Morató lanzó otra reedición de su libro, en 2007, añadiendo otra categoría a los juegos del lenguaje, que es “los juegos del populismo”. Sobresale el “enemigo declarado”, que serían la oligarquía, el imperialismo; en nuestro caso, los vendepatrias, los pititas, etc. También hay el “juego del personaje salvador”, es decir, aplicado al MAS, el superministro eficiente, buen administrador, como fue Arce en el gobierno de Morales. Solo él y nada más que él nos salvará del desastre económico, nos repiten. Otro juego populista es “la redención de la víctima”, el pueblo sufriente espera a su salvador; si no, se anuncian mayores padecimientos para la víctima. Este juego es el que mayor impacto tiene en el núcleo duro.

Cualquiera sea el desenlace, no hay que olvidar que lo que dicen los políticos, de cualquier tienda política, no resultará en una  verdad objetiva, sino que se trata de retórica, de juegos de palabras. Teniendo eso muy en claro, los electores tendremos que votar por la opción menos mala para el país. Las promesas maravillosas son para otra dimensión del universo.

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