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Corría el invierno de 2007 cuando defendí la tesis de mi primera especialidad. Quienes han estado en Cartagena de Indias, por esa época, saben que el termómetro no cambia de los 40 grados y la única señal que avisa el cambio de estación es una lluvia finita por un par de días.

En ese tiempo no tenía muy claro sobre qué debatir con mi tribunal y entonces una amiga ecuatoriana me compartió un artículo escrito por Arnaldo Pérez Guerra acerca del economista catalán Joan Martínez Alier. Martínez había visitado Chile para participar en el Congreso Latinoamericano de Ecología Política organizado por la Universidad de Chile. En aquella oportunidad, el economista presentaba la edición chilena de su libro “El ecologismo de los pobres”. Su discurso fue brillante, decía: “Soy un economista arrepentido. Ya hace muchos años que escribo sobre economía ecológica. No se trata de mezclar la economía con la ecología, sino de criticar la economía porque se olvida de todo lo que es la energía, materiales, contaminación, biodiversidad”.

La primera frase de este académico fue dando vueltas en mi cabeza, tal vez porque me identifiqué como un renegado o porque me arrepiento por no haber estudiado economía en la universidad. No me había puesto a pensar en todos esos nuevos gurús que salían en los medios con discursos en las Naciones Unidas alentando la lucha contra el sistema. Agarré una hoja de papel y comencé a numerarlos y me di cuenta de que tenían un patrón. Habían estudiado en prestigiosas universidades, ganado premios Nobel, habían sido miembros del Fondo Monetario Internacional (FMI) o del Banco Mundial (BM) y decidieron hacer algo mejor para el Planeta.

Comencemos por el más parecido a un Rock Star, Jeffrey Sachs, economista, estudiante de Harvard de donde obtuvo licenciatura, maestría y doctorado. Fue asesor del FMI, artífice de la llamada “Terapia de Choque” implementada primero en Chile en 1975 (luego del golpe de Estado); en Bolivia en 1985 (después de la hiperinflación) y posteriormente en Europa del Este (después de la crisis de la década perdida). En su libro más conocido “El fin de la pobreza: cómo conseguirlo en nuestro tiempo”, considerado la madre de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (que ahora son los Objetivos de Desarrollo Sostenible, metas globales para reducir la pobreza y el impacto ambiental en el Planeta), dedica todo un capítulo a Bolivia y el éxito y fracaso de la “Terapia” en otras partes del mundo. Actualmente, Sachs trabaja de la mano con el Secretario de las Naciones Unidas.

El siguiente en la lista es Milton Friedman, quien acuñó la famosa frase: “El objetivo de las empresas es ganar dinero”. Friedman es economista de la Universidad de Chicago, fundador de la teoría monetarista, según la cual las fuerzas del libre mercado son más eficientes que la intervención pública a la hora de fomentar un crecimiento económico estable sin tensiones inflacionistas. El propio FMI ha utilizado sus postulados como base fundamental de la práctica económica moderna. A lo largo de los años sus conceptos acerca del objetivo de las empresas han ido mutando en el tiempo, pasó de “la única responsabilidad social de los empresarios es incrementar sus ganancias” a “para los gobiernos los problemas sociales son demasiado urgentes frente a sus lentos procesos, por eso en la mayoría de países ceden la posta al ejercicio de responsabilidad social a las corporaciones porque es una forma más rápida de resolver problemas sociales”. Fue uno de los más grandes críticos de una llamada responsabilidad social empresarial, ya que considera a las empresas como entes sin vida, en su lugar cree en la responsabilidad (o responsabilidades sociales), que tenemos todos los humanos con causas justas y nobles en este mundo. Ya fallecido e incomprendido, sus ideas siguen revolucionando el campo de la economía.

Por último (y mi arrepentido favorito) es Joseph Stiglitz, economista del MIT, exVicepresidente del Banco Mundial, actual crítico de la globalización, de los economistas de libre mercado (a quienes llama “fundamentalistas”) y del FMI y el BM. Se ganó un interesante artículo clasificado en 2013: “Joseph Stiglitz, un hombre peligroso infiltrado en el Banco Mundial”. Escritor de artículos interesantes como el publicado en El Guardián en 2002 llamado “No existe la mano invisible” o “el pacto con el diablo” en el que expresa que si un país quiere progresar, debe dejar al FMI. Uno de sus libros más interesante se denomina “El malestar de la globalización”. Stiglitz establece que “en la actualidad son pocos los que defienden la hipocresía de pretender ayudar a los países subdesarrollados obligándolos a abrir sus mercados a los bienes de los países industrializados más adelantados y al mismo tiempo protegiendo los mercados de estos: esto hace a los ricos cada vez más ricos y a los pobres cada vez más pobres... Y cada vez más enfadados”. Stiglitz sigue enseñando en la universidad y brindando conferencias por el mundo, demostrando su descontento por las desigualdades sociales.

Podríamos continuar escribiendo una lista interminable de ex asesores que se han dado cuenta de que el camino por la igualdad y mejores oportunidades para quienes no tienen acceso a bienes y servicios no va por las “recomendaciones” que hacen el FMI o el BM, sino que pasa por un largo recorrido hasta la recuperación de la soberanía económica nacional. La pobreza, como tal, es un monstruo de mil cabezas y termina entrelazándose con una serie de factores y elementos enraizados en intereses particulares.

Mi hermano cree que soy muy inocente y que estos economistas están detrás de otro tipo de fama. Creo que cualquiera tiene el derecho de redimirse y que, al final del túnel, en lugar de estar cuidando a sus nietos, los “arrepentidos” han decidido no callarse y protestar contra el sistema. Han pasado 12 años desde que expuse a mi tribunal de tesis esta tendencia. Y nos convoca, a los maestros, a no callarnos ante las injusticias, pero debemos hacerlo desde nuestro campo de batalla: el estudio, la investigación y la producción literaria. El mundo de la educación será contestatario o no será.

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