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Por Fundación Voces Libres, foto de Cruz Roja Española

Martes 29 de abril de 2025.- Desde Warnes, Santa Cruz, una mujer denunció que es víctima de violencia intrafamiliar desde hace 15 años. El padre de sus cuatro hijos la agrede constantemente y aunque ella ya sentó cuatro denuncias, él permanece libre. En el último ataque, él intentó ahorcarla y ella se defendió tomando un cuchillo que estaba en su velador e hiriéndolo en la espalda. Pese a que sólo trató de salvar su vida, María, de 38 años, fue aprehendida y encerrada en una carceleta por la herida que le causó a su agresor.

La historia de María es larga y dolorosa. Se enamoró de Eduardo N. (38) cuando era muy jovencita. Tuvieron a su primera hija hace 18 años, pero poco tiempo después el hombre, celoso y violento, empezó a golpearla con diferentes excusas. Tuvieron otros tres hijos más de 16, 13 y 11 años, y todos crecieron siendo testigos de la violencia contra su madre.

Innumerables golpizas

“Él me golpea desde que mis hijos eran pequeñitos. Hemos sufrido mucho. Ni siquiera puedo contar cuántas golpizas me dio, pero denuncié las cuatro más graves, cuando me tuvieron que hospitalizar. Dos denuncias en Cochabamba y dos denuncias en Oruro. Los casos están en la Fiscalía. Cuando me interné en Oruro, mi mamá hizo la denuncia. En Cochabamba, presenté una denuncia en Colcapirhua el 28 de mayo de 2024 y la otra fue en Sacaba, porque la agresión ocurrió en Tutimayu en Año Nuevo, pero él huyó”, relató María.

La primera vez que llegó al hospital fue porque él le dio un puñete en la cintura que no podía pararse ni enderezarse. La llevaron en camilla. En otra ocasión le causó una fisura del hueso omóplato. La tercera vez estaba cubierta de moretones, de pies a cabeza, y le dieron 10 días de impedimento. “Ya no me acuerdo cuántos días de impedimento me dieron, han sido tantos golpes”, dice con tristeza.

Una orden de aprehensión se extravió

Un juez de Instrucción de Oruro libró un mandamiento de aprehensión el 17 de noviembre de 2021, pero el mismo no fue ejecutado porque la gestora de Procesos “no halló el caso en el sistema”. Aunque Eduardo N. se fue a vivir con otra mujer un tiempo, nunca dejó de perseguir y agredir a María. Ella se trasladó de Oruro a Cochabamba, donde padecieron hambre. “Dormíamos en el piso y no teníamos para comer. Una señora se apiadó y nos dio un pequeño capital para vender. Mis hijos salieron a vender dulces y yo tucumanas, pero alguien me denunció a la Defensoría y vinieron a hacerme firmar un compromiso para que los chicos ya no vendan en las calles”.

"Mi peor error, confiar en él"

En ese momento, Eduardo volvió a buscarlos y les prometió que todo cambiaría, que sacaría adelante a sus hijos. “Ese fue mi peor error, confiar en él. Al mes volvió a irse. Así vivimos, inestablemente. Nos dejaba y luego volvía después de unas semanas, para acusarme de infidelidad, sin ningún motivo, y para golpearme. Hasta mi fuente laboral fue para golpearme en la nariz y un policía lo sacó de allí, mientras me acusaba de andar con padres del colegio de mis hijos”.

María y sus cuatro hijos, sin casa ni recursos, se fueron a unas habitaciones en la vivienda de los familiares de Eduardo, en el municipio de Warnes, en Santa Cruz.

Sin embargo, el violento hombre también se queda con sus parientes a veces y entra al hogar de María por las ventanas.

El 27 de marzo de 2025, el hombre ingresó por la fuerza, golpeó e intentó ahorcar a María. “Me tendió al piso a golpes y puso sus manos en mi cuello, me dijo que yo merecía morir y empezó a ahorcarme. Yo jalé mi mano al velador de la cama, buscando algo con qué golpearle y hallé un cuchillo. Con eso le di en su espalda para que me suelte y me soltó. Salió sangre de la herida en su espalda y llamó a sus parientes. Ellos me acusaron de intento de homicidio y a mí me llevaron a una carceleta. El tío de Eduardo vino a verme y me rogó que no hable de las denuncias de violencia”, relató la mujer.

¿La abogada de oficio le pidió dinero?

Por falta de dinero para contratar a un abogado particular, María aceptó la abogada de oficio que le dieron, pero se arrepintió de inmediato. En la audiencia, “ella se quedó callada, no dijo nada, no explicó que yo sólo me defendí para que no me matara y al terminar, vino a verme a la carceleta y me dijo que debía pagarle 2.000 Bs de inmediato y 3.000 en cuotas. Yo me sorprendí y le dije que pedí abogada de oficio porque no tengo dinero y me respondió que no por ser abogada de oficio tenía que trabajar gratis. El tío de Eduardo dijo que me prestaría los 2.000 y para pagar el saldo de 3.000 en cuotas me hicieron firmar un documento. La doctora me llevó a poner mis huellas en una hoja en blanco y me dijo que debía estar agradecida porque me sacó en libertad. Fui víctima de una gran injusticia”, describió.

Medidas alternativas

María hoy tiene que cumplir medidas alternativas como el alejamiento de Eduardo, pero él no deja de ir a hostigarla a ella y a sus hijos. “Me los quiere quitar para no tener que pagar asistencia familiar. Hace dos años yo solicité asistencia y desde ese momento su violencia empeoró. Mis hijos no quieren saber de él, le tienen miedo. Temo que los quiera secuestrar, recién un hombre persiguió a mi hijo menor y mi hija impidió que pasara algo grave. Yo sólo quiero que este hombre nos deje en paz, y que algún abogado nos ayude en este proceso para demostrar que yo sólo me defendí”, pidió.

María denunció que, a pesar de las órdenes de alejamiento, Eduardo ingresó nuevamente a su habitación cuando ella y sus hijos fueron a la iglesia en Montero, no sólo destrozó sus cosas, sino que se llevó el poco dinero que tenían. La mujer clamó por ayuda gratuita de abogados de Santa Cruz que la defiendan de verdad, que no se vendan así agresor y que la ayuden a terminar con esta pesadilla que ya duró más de 15 años.

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